domingo, 28 de marzo de 2010

Novela: Despertar en el Infierno. Capitulo 4: No es quien creí que era.


-¡No! No es posible, esto es un sueño, un sueño, más que un sueño, una pesadilla ¡Exijo despertar ahora mismo! –Mis gritos, por más fuertes que sean, no lograban absolutamente nada al respecto en aquella horrible situación.

-Amel…emm Amanda, muchacha, a ver si soy un poco más claro. No tenés otra opción, las cosas así se dieron. Así son, y así se quedaran, imagino que no queres enfrentarte a mí enojado, ¿O sí pequeña Amanda? –El realmente ponía en duda mi estupidez.

-Pues, ya no hay mucho que me importe, y… en realidad estoy molesta, tengo hambre, ¿Qué cosas me haces decir? ¿Dónde está Dante? ¿Dónde está mi familia? ¿Qué pasó con mi abuela?

-¿Puedo responderte en orden alfabético? –Dijo burlándose de mí. Y mi cara lo hizo recapacitar, que cosas que una aprende ¿eh? El diablo me tiene miedo. –Esta bien, supongo que hoy no estas de humor amiga mía, así que empiezo por lo más fácil. Tu abuela murió, la vida humana tiene un ciclo que se debe cumplir, bueno, a ella digamos que… digamos que le había llegado la hora. Nada más. –Me señaló, indiferente sobre el asunto, ¡Y que claro estaba!, él era el Diablo, y su mejor amigo debería de ser la Parca, los sentimientos humanos están lejos de su alcance.
-¿Así que nada mas? –Susurré por lo bajo, debía tener mi propio luto.

-Con que un luto ¿eh? –Su ceja se alzó por completo, casi incrédulo.

-¡Basta con estos jueguitos mentales! –Era increíble como yo misma podía pasar de la pena al odio extremo, de la ira a la tranquilidad, me desconocía, definitivamente me desconocía.

-Bueno Amanda…Pero dejame decirte que pronto vas a comenzar a perder estos sentimentalismos humanos que tanto aborrezco.

-¡Soy humana! -Exclamé.

-Como quieras -Dijo con una gran sonrisa. –Ah y por cierto, no soy el diablo. Y tene por cuidado que si lo hubiese sido, no hubiese tenido tanta piedad. Me encargó que venga por vos, bueno algo así como favor. Mas que nada para recordarte que tenés que empezar a alimentarte, y bueno…-Dudó.

-¿Y bueno? ¿Alimentarme? ¡Por favor! ¡Matar gente querrás decir! No soy un monstruo, y quien quiera que seas quiero que te vayas ya mismo de acá. –Casi violenta, no me di cuenta que tenía a éste extraño agarrado entre mis manos, que parecían garras dado a la fuerza inconciente que estaba empleando con tanta facilidad.
Volviendo en sí lo solté, aunque por sus risas, la situación que se había desarrollado parecía causarle gracia.

-¿Con que monstruo eh? Amanda… nosotros somos monstruos, destinados de por vida a vagar sobre este mundo, por los siglos de los siglos, hasta que llegue la destrucción total. Pero mira el lado positivo… conoceremos miles de modas, miles de personas, podemos vivir de la nada, sólo de la sangre. –Definitivamente él creía su propio discurso.

-Así que no sos el diablo, y me hablas de vivir de la sangre… acaso vos también sos… un…-No continué.

-¿Vampiro? Sí. Lo soy. Bueno, creo que esta conversación llego a su limite. Tengo que irme, y te aviso, volveré en nombre de mi Amo.

-¡Me mentiste! –Rezongué.

-¿Eh? –Su rostro gélido estaba desconcertado.
-Sí, dijiste que eras el Diablo, ¿Qué fue entonces todo ese circo en el baño? ¿Todo ese calor que sentí en cuanto apareciste? ¿Por qué hablas en nombre de él? ¿Acaso te paga por ser su paloma mensajera? –De repente mis palabras fueron una bola de ruido, él no estaba escuchándome.

-Amanda… ¿Calor? Bueno eso significará otra cosa, quizá… -Su sonrisa mostró hasta el último de sus dientes perfectos. Estaba siendo sin lugar a dudas demasiado irónico para mi gusto.
-Creo que ya estoy comenzando a sentirme demasiado mareada… ¿me harías el favor de traerme algo para tomar? –Sonó muy rara esa última palabra teniendo en cuenta que era una vampiresa. Teniendo en cuenta que no podría comer nada que me hiciese sentir mejor que beber un vaso de sangre. Verdaderamente el instinto iba a poder más, pero yo no era una asesina. Debía de haber otra manera…

-Claro que sí, para esto fui enviado, para ayudarte, ¿Ves que no son tan malos acá abajo al fin y al cavo?

No le creía ni una sola palabra, algo debía de querer para estar acá, tratando de ayudarme sin nada a cambio. ¿Por qué lo hacia? ¿Por qué estaba yo creyendo todo esto? ¡Estoy volviéndome totalmente loca! La confusión estaba haciéndome perder de vista el objetivo central, mi familia, y la persona que mas amo en el mundo, Dante. Él debería estar en alguna parte del mundo sufriendo por mí, por haberme perdido. Pero pasaron diez años ¡En el nombre de Dios! ¿Desde cuando invoco en su nombre? Esto si que es bien raro. Yo soy bien rara.

-¿Podrías traer la comida por mi? Digo, hacer vos el trabajito en mi lugar… -Traté de sonar dulce, pero era lo que menos me interesaba en ese mismo momento.

-Si no fuera porque la mayor parte de mi existencia viví entre la Tierra y allí debajo, diría que estas loca si pensas que voy a condenarme de tal manera al infierno. –Sus palabras fueron fuertes, tan fuertes que no pensé que haya nada en el mundo que pudiese hacerlo cambiar de opinión.

-Bueno después de todo, me mentiste… estas en deuda conmigo. –Seguía excusándome, todo el tiempo. Me sentí avergonzada.

-No es algo que yo pueda hacer por vos, muñeca. Así que vamos y ésta es mi última palabra. Hoy vas a tener tu propio testeo de sangre y debo estar ahí para evitar que hagas catástrofes.

-¡No! ¡De ninguna manera voy a convertirme en una asesina!

-¡Basta ya, mujer! ¡Jamás me encomendaron a alguien tan necia! No tenés que matar a nadie, nunca, si así lo queres… Ellos ven tu belleza tan extraordinariamente diferente, que van hacia vos, como abejas a la miel. Una vez que empieza la seducción, los mordes. Y si así deseas drenarlos de tal manera hasta matarlos, el cuerpo se esconde, se quema, lo que vos prefieras. Pero en caso que seas un alma caritativa y quieras que vivan, simplemente te vas, con esa rapidez extrema tan excitante que caracteriza a nuestra raza. El ojo humano no puede detectar tal movimiento, y la ponzoña que inyectamos al morder mediante nuestra saliva hace de ésta una medicina perfecta para que la memoria del sujeto en cuestión se borre completamente. ¿Entendido?

-Así que borra la mente, ¿Te referís al recuerdo del momento en que los muerden? –Pregunte, mientras la boca se me hacia agua.
-Exacto, veo que vas entendiendo. –Su semblante mostró orgullo, orgullo de ser mi profesor.

-Bueno, ya no hay nada que perder, y muero de hambre. Si nadie va a salir lastimado entonces será como robarles dulces a los niños, ¿No? –De inmediato que hice esa pregunta, me sentí un animal, sentí que algo estaba mal, sentí que era una total demente despiadada. Pero tenía hambre, y en definitiva no iba a hacerle mal a nadie, al menos a nadie que pueda recordar el momento del ataque. –Por cierto, ¿Cómo te llamas? –Indagué de inmediato.

-Benicio, mi nombre es Benicio. ¿Vamos? –Su mirada cautivo mi mente, como poseída, nos dirigimos hacia la puerta. Ya había oscurecido por completo, y nuestra comida estaba empezando a enfriarse.
En consecuencia, Benicio, me parecía un lindo nombre. Soy ridícula.

2 comentarios:

  1. excelente capìtulo
    me ENCANTA benincio

    ResponderEliminar
  2. Q no dijo q no vida hacer nada vampirico
    q facil callo en la trampa
    K=D

    ResponderEliminar