jueves, 1 de abril de 2010

Novela: Despertar en el Infierno. Capitulo 8: ¿Perderías tu alma? (FLASHBACK)




Aquel hombre misterioso que hablaba y se dirigía al Diablo como si yo le perteneciera, me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme velozmente, mi respiración se detuvo al ver que toda la vista del lugar desaparecía a su paso. Era como estar en un verdadero cuento de terror, y fue entonces cuando me repetí a mí misma “Esto es el Infierno ¿Qué otra cosa podría esperar?” Sin embargo por más que yo quisiera, mi mente humana no podía comprender la magnitud de esta situación. ¿Acaso yo era el único fenómeno, que al pisar las puertas de el que ahora probablemente iba a ser mi hogar, no tenía ningún tipo de poder sobrenatural?
No tengo ni la más remota idea de cual fue el trayecto recorrido, sólo se que sobre sus hombros, el paisaje era una nebulosa, debido a la rapidez sobrehumana con la que andaba. Sólo sentí al rosar con él, en una parte de su piel que tenía al descubierto, que mis manos se helaban al simple tacto con éste misterioso desconocido. Debe ser todo un privilegio estar acá y no sufrir del terrible calor que acecha, el vapor parece salir desde las paredes.
Pero debí de suponer que nadie escaparía del Diablo, y peor aún, al intentar hacerlo no saldría con vida, porque además ni siquiera estábamos vivos. En cuestión: me era muy difícil todavía aprender a manejar esos significados de los que tendría que ir olvidándome. Quizá ahora la muerte iba a comenzar a ser mi nuevo estilo de “vida” pero todo es muy confuso como para caratularlo o etiquetarme en alguna terminología correcta.
Supongo que el Señor Diablo se tele transporta de un lugar a otro, porque no creí que alguien jamás superara la velocidad de mi comandante, sin embargo acá las posibilidades son infinitas, y al llegar a una habitación repleta de sonidos mórbidos, el Rey supremo de las tinieblas estaba esperándonos con una sonrisa, la cual no supe si tomar como buena señal, o todo lo contrario.

-Benicio… -Dijo el diablo. Bien, al menos avanzamos, se que mi protector o mi entregador se llama Benicio. Y continuó con su plática: -De no ser por lo útil y fiel que fuiste conmigo por años y años, ya te hubiese carbonizado al primer pie fuera de lugar que hubieses dado con ésta cosa. –Dijo con aire de superioridad, señalándome.

-¡Yo no soy ninguna cosa! –Mis nervios se crisparon.

-¡Ya calla Amanda por favor, no seas tan insolente, que hable, quiero escuchar! –Me dijo Benicio, como si me conociera de toda la vida.

-Veamos, el trato establecido hace años hablaba de una cosa, y veo que no lo estamos cumpliendo. Acá la tenes ¡Y hasta me siento estupido por ser cumplidor y llamarme a mí mismo hombre de palabra con un súbdito, un ser que nada vale comparándose a mi lado! ¡Qué demonios, acá soy el Rey!... Sin embargo, tu servidumbre ha sido de mucha ayuda querido amigo, y no tengo más que agradecer por haberme hecho de sequito durante tantos años, que más da… -El diablo hablaba muy lentamente, como si nosotros fuésemos alumnos de primaria.

-¿Qué parte de esta conmovedora historia estoy perdiéndome? ¡Déjenme terminar de morir en paz! –Grité eufórica.

-Temo que no hay paz para los de tu raza, pequeña… pero eso no es algo que tengas que agradecérmelo a mí. –Lo que dijo, no importa lo que signifique, me sonó a sarcasmo.

-¿De mi raza? Por dios, yo hablo español, no entiendo nada, no entiendo su lenguaje ni sus chistes internos, y si están hablando de mí ¡Exijo que me digan que es lo que se traen ustedes dos! –Me sentí absurda por un momento, así es como regañan las madres a sus hijos… como me hubiese gustado ser madre y retar a un hijo, pero esto estaba lejos de ser una situación similar, y necesitaba controlarme al instante si no quería terminar carbonizada, ya que parece ser el castigo de moda en el infierno.

-¡Basta ya, se lo suplico Señor, necesito acabar con esto de una vez! –Su voz parecía dolida, quebrándose a cada momento más, y su piel… su falta de color, su rostro era… su rostro era muy hermoso, verdaderamente. Y su mirada, quien sea que lo mirase por única vez no podía alejar la vista de esos ojos penetrantes. Pero lo observé mirarme y correr la vista con total y sumo desprecio, que me sentí mal, tuve puntadas en mi estomago al observar tal rechazo. ¿Qué era lo que le pasaba? Recién me conocía y sin dirigirnos palabras ya me odiaba. Lo noté en su rostro. Pero aun así, muy en el fondo pude observar que había algo más, algo de lo que yo no estaba enterada, y presentía que sería fatal.

-Bueno entonces… mordela. Es muy simple. –La cara del Diablo se turbó de felicidad. Parecía que en cualquier momento se iba a dar un show impresionante, al que no podía faltar, y hasta se lo notaba excitado.

-¿Qué? ¿Cómo….cómo no me había dado cuenta? ¡Vos entonces sos un vampiro! ¡Por eso tanta introducción de parte de él! –Y señalé al Diablo mientras mis palabras comenzaron a pisarse unas a las otras como me había sucedido anteriormente. –Esto no esta bien, esto no esta nada bien, no puedo creer, mi vida se volvió una locura, estas cosas no pueden pasar realmente… -Mis palabras eran penosas, yo misma me daba lastima, morir de esta manera, suplicando piedad… eso no iba conmigo.

-Amanda, por favor… es la única manera de que te quedes conmi… -La última palabra del vampiro quedó por la mitad, pero yo entendí muy bien su significado. El había querido decir “Es la única manera de que te quedes conmigo” ¿Qué quiso decir? ¿Por qué ese interés? ¡Ni siquiera nos conocíamos! Mi mente estaba cansada de recordar esa última frase.
En el salón se escucharon las risas y aplausos del Diablo cortando el clima y acotó:

-Vamos Benicio, no hay lugar para Romeos acá, así que si tu Julieta está decidida, simplemente mordela, y si no… mala suerte, todo este trabajo en vano, y vos ya sabes cual sería tu condena. –Fue severo, más de lo normal, esas palabras significarían destrucción total, y de alguna manera Benicio me inspiro confianza, a pesar de sus miradas lúgubres, a pesar de que no lo conocía, a pesar de eso, no podía dejar que echen a la hoguera a la única persona que me tomó en brazos e intentó sacarme de ahí. Por más que estemos condenados de por vida, debía tomar una decisión urgente, y pensándolo bien, quería vivir, aunque eso significara de alguna manera morir.

Así que sin dudarlo me apresuré:

-¿De que se trata ésto? Quiero decir… ¿Qué tengo que hacer? –No dudé ni un instante, al fin y al cavo ya estaba muerta, y cualquier cosa iba a ser mejor que soportar a este viejo durante toda una eternidad. Prefería convertirme en una adicta a la sangre antes que vivir en este Infierno. Y además, le devolvería el favor a Benicio, que arriesgo su vida por mi al querer sacarme de acá, o al menos eso creo que intentó hacer, sino nada lo justificaría.

-Sólo una mordida Amanda… es muy simple, voy a resumírtelo antes que tu querido Superman lo haga largo y sentimental. –La mirada del demoníaco Ser se cruzo con la de Benicio, parecía que estuviesen por batirse a duelo en ese mismo instante, sin embargo el Diablo siguió y yo, atenta, lo escuchaba palabra por palabra: -Benicio te muerde, apareces en algún lugar de la Tierra que sea propicio para que puedas hospedarte, él va a tu búsqueda, te alimentas adecuadamente, y desentierras tu cuerpo donde fuese que lo hallan sepultado, te encargas de que Benicio lo saque del cajón y luego tu alma, o sea, lo que está presente aquí ante nosotros se mete dentro del mismo. Una vez que tu Superman cierre el ataúd y lo tape con tierra tal y como estaba antes de la profanación, tu cuerpo reaccionará por primera vez como un completo vampiro, es decir, la transformación estará consumada al ciento por ciento.

-Por el amor de Dios, que poco tacto. –Dijo mi protector, indignado.

-No, no, no querido amigo, acá sabes que el termino Dios es mala palabra. Y no nos gustaría ser groseros ante una dama, ¿O sí? –Fue irónico nuevamente, era casi insoportable.

-Es… total… mente… desagradable. Tener que ultrajar mi tumba ¡Alguien se va a dar cuenta! Y mi alma, ¿Qué hay respecto a eso? ¿No es que al entrar acá mi alma se perdía automáticamente?

-No hasta que tengas un destino… -Dijo Benicio, con pesar.

-¿Entonces, éste es mi destino? ¿Convertirme en un Ser sin alma ni sentimientos? –Pregunté confusa.

-No, precisamente no tiene porque ser así. –Anuncio dolido, su voz era seductora, él verdaderamente valía la pena, él era de los buenos, como los hay en todo el mundo, él era un Ser solitario, valía la pena éste sacrificio, y como ya dije anteriormente, estábamos muertos, no hay nada peor que eso. Al menos, siendo una vampiresa y viviendo en la Tierra, no me sentiría tan… sí, tan muerta como me siento ahora. Al menos podría ver como mi familia sigue su camino, como Dante es feliz al lado de una mujer que pueda amarlo. Aunque esto último iba a dolerme demasiado.

-Bueno… Entonces, ¿Se cierra el trato, querido? –Sus manos se pusieron como para aplaudir, pero creo que la tensión de la situación no dio para más. Y antes de que Benicio pueda interrumpirme, como noté en fracciones de segundo que lo estaba por hacer, contesté:

-Más que seguros, el trato está sellado, cuanto antes lo hagamos mejor. – Dije, dando la orden.

Me dirigí para encontrar la mirada de mi salvador, quien me tomó en brazos suavemente, como acariciándome mientras su respiración se encontraba con la mía, no sentía su corazón latir, pero si éste pudiera hacerlo, presentí como de inmediato hubiese saltado fuera de su cuerpo.
Su mirada rozaba la lujuria, y entonces, percibí su dulce aliento enfriar mi rostro completamente, dejándome sin respiración.

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