jueves, 23 de diciembre de 2010

NOVELA: DESPERTAR EN EL INFIERNO. CAPITULO 21: "PESADILLA".

*La canción de la que este capitulo hace referencia, es "Atacado" de Bulldog.*


Estaba emocionada, tenía expectativas. Todo comenzaba a tomar rumbo, respecto a los hombres en mi vida, porque iba a verlo. Era muy loco que después de tanto tiempo en la escuela, jamás lo haya visto. No se que era en realidad lo que más me llamaba la atención de él. Si sus perfectas piernas dentro de su jean ajustado, o su mirada. Tenía una desviación.
Estaba llegando tarde, así que me apuré y apresuré la marcha. Cuando entré al bar de la esquina del colegio ahí estaba esperando, su cara mostraba preocupación. Pero todo se borró en un segundo.
Benicio, así me habían dicho que se llama, una compañera suya de archivo escolar. Y me estaba esperando a mí.



Me levanté sobresaltada. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que me dormí? De nuevo los sueños extraños. Puedo decir que quizás sea producto del hambre. Últimamente no estábamos saliendo a “cazar” si así podía llamarlo. Y hoy no había tenido mi porción de sangre diaria. Mi garganta ardía. Pero eso no era lo que más me desequilibraba. Era otra cosa. Otra vez soñar con él. Como si los recuerdos de Dante hubiesen sido borrados, para en su lugar poner los de Benicio. Lo extraño, es que lo que yo soñaba sobre él, jamás había sucedido con Dante. Mi propia cabeza estaba creando un universo paralelo, que estaba enloqueciéndome. ¿Yo una colegiala conociendo a un muchacho? Soy una soñadora con bastante poca imaginación de hecho. Muy obvio. Otra vez sentí una fuerte punzada de dolor en mi pecho, y visualicé nuevamente el rostro de Benicio en mi sueño. Era, y es de hecho, muy hermoso. ¿Cómo no me había dado cuenta de eso antes? ¿En qué estaba…? ¡No! Pensé. Sin abrir los ojos, traté de adivinar donde estaba. Me rendí, sabiendo la respuesta, y miré con todo mi campo óptico.
Estaba en el auto de Andrés. Oh-oh –me repetí por dentro- ¿Cómo es que había llegado? Nosotros estábamos en… en el baño. Mi cuerpo generó un fuerte fuego que quemaba más que el ardor de mi garganta por la sed. ¿En qué había terminado todo eso? ¡Como pude saltar algo así, sin recordar! Estaba empezando a ponerme histérica y frenética, todo a la vez. Era muy de noche, y supuse que era muy tarde. Tres y media de la madrugada, decía el reloj de él. Lo miré de reojo, tenía puesta la vista en el camino que iba conduciendo. Me miré las piernas, tenía el vestido muy subido, y se me veían demasiado. Cuando intenté arreglarlo, Andrés habló.


-Sabía que iba a pasar en algún momento. –Y me dirigió una mirada cómplice, casi de refilón.
-¿Dónde estamos? –Pregunté queriendo desviar el tema.
-La mirada desde acá era interesante. –Dijo, moviendo sus labios de manera sexy. E ignorando lo que había dicho.
-¿Y desde el baño, también lo fue? –Pregunté con una doble intención. No podía creer que me haya dejado ultrajar de esa forma. Apenas lo conocía. Me odie, todo el tiempo me odie. Pero también lo disfruté. Y eso me hacía odiar más. Lo poco que recuerdo, fue disfrutable. ¿Qué estaba pasando con mi memoria?
-Oh, sí. Completamente. –Me respondió conteniendo una sonrisa.
-No recuerdo nada. –Miré hacia la ventana del auto.
-No te creo. –Su cara no cambio de facciones.
-Enserio, este… es muy confuso. ¿Por qué me hiciste esto? –Le pregunté, casi casi como echándole la culpa.
-Porque lo quise. –Y me miró, con ojos perdidos, como si la lujuria del baño lo siguiera y se amplificara al mirarme. Observó detenidamente mis labios.
-Estuvo mal. –Le respondí. –Y quiero que lo olvidemos al bajar del auto.
-Prometido. –Me dijo, con un guiño de ojos.
-Tengo sed. Estoy hambrienta. Ah, por cierto. Volví a soñar, algo muy extraño.
-Estamos llegando. –Su mirada se alertó, y continuó. -¿Escuchas eso? –Me preguntó sobresaltado.
-No. ¿Qué tendría que oír? –Pregunté curiosa.
-Novata. –Contestó de manera burlona. –La música. El olor. –Izo una pausa, para luego añadir. –Todo es proveniente de casa.
-¿El olor? –No entendí a que se refería. ¿Acaso se estaba incendiando nuestra residencia?
-Sangre. Humana. –Y nos miramos.




Bajé apenas aparcó el auto. Velozmente llegué hacia el picaporte, cuando Andrés me corrió de manera bruta, casi tirándome a un costado. En la puerta se dio cuenta que su fuerza había sido mucha, y se disculpó. Verdaderamente no lo había hecho apropósito.


-¡Estas loca, Amanda! –Me gritó
-¿Qué está pasando? –Pregunté. La música se escuchaba desde la puerta, y el olor a sangre era muy fuerte.
-No quiero apresurarme, pero… -No siguió.
-¿Pero qué? –Pregunté saliéndome de las casillas, algo no andaba bien.
-Nuestro amigo se deschavetó. –Y rió con una corta carcajada, que terminó con mi cara de seriedad fulminante. Quise abrir el picaporte, pero Andrés volvió a frenarme.
-¿Qué es lo que pasa, exactamente? –Le dije, exasperada.
-Está de casería en su propia casa, Amanda, jamás querrías interrumpir a un cazador en pleno proceso. –Me contestó y mi cabeza estalló.
-¿Qué quiere decir eso, exactamente, vuelvo a preguntarte? – ¿Benicio cazando? No puede ser, pensé. Él roba los bancos de sangre, eso es lo suyo. No la mutilación a inocentes, al menos así me había enseñado. –Es imposible. –Agregué.
-No hay cosas imposibles. Si vamos a entrar, que sea con cuidado. –Me aconsejó. Más que aconsejando, dándome una explicita orden.


Y así lo hicimos. Él se puso delante de mí, y empezó a caminar lentamente, apartándome hacia atrás con su mano, cuando yo intentaba ponerme por delante de él. Mi mente no respondía. Mis piernas tampoco lo hacían, pero solo gracias a la inercia, seguí moviéndome.
-Parece que se están divirtiendo. –Comentó Andrés, antes de poner su primer pie en el gran living principal. Y no se equivocó, el panorama era… desagradable.


Lancé un rugido que me salió desde muy adentro, inconcientemente, pero Andrés lo tapó con su mano. Mi ojo izquierdo estaba teniendo un tic nervioso ante los hechos que se me presentaban. Si algo no me esperaba, era un espectáculo como este.
Dos mujeres estaban apoyadas sobre el diván, aun concientes, una tomaba whisky de la botella y reía sensualmente. La otra estaba boca abajo, con su largo cabello a un costado dejándolo caer. Mis ojos fueron directos a sus heridas. Tenían heridas múltiples. Pero nuestra bebedora no fue lo que me llamó más la atención. Seguí corriendo la vista de la muchacha que estaba recostada sobre el sillón, y lo vi. Benicio estaba succionando de a pequeños sorbos la entrepierna de la chica. Bebiendo de su sangre. Mi corazón empezó a bombear a todo motor, lo que corría por mis venas, estaba congelándose aun más. Miré a Andrés con furia, buscando alguna respuesta en sus ojos, y él la respondió con una sonrisa de oreja a oreja, como disfrutando de la función, encogiéndose los hombros y levantando las manos.
Todo estaba a oscuras, y la música muy alta. Sonaba de fondo una canción que me heló hasta los huesos. Justo en el momento que llegamos yo y Andrés. La canción me izo sentir perseguida. Sencillamente, como si Benicio lo supiera todo.






Casi como afuera de un sueño estoy

Inundado con recuerdos del ayer
Sueños que me invitan una y otra vez
Sueños que no confían en poder

Hace cuatro años que te vi nacer
Hace cuatro años que te vi crecer
Y puedo darte todo lo que vos queres
Y puedo querer todo lo que vos tenes

Casi casi nada me cierra aquí
Las palabras que te dije al fin
no llegaron a buen puerto jamás
las escuché yo y nadie más

Me siento como un ciego perdido acá
adentro de una jaula con oro y grass
Me faltan unas cosas para sentir
que aun yo tengo porvenir

Ríos de alcohol corren otra vez
Y lagrimas de sangre envenenan mi piel
Un caminar felino que gruñe de sed
de sexo, de aventuras, de placer también

Arden las miradas y se puede oler
un orgasmo étnico sobre tu piel
Se entrelazan las manos y echan a correr
Los cuerpos se calientan y quieren coger.

Recorrer tu cuerpo en la oscuridad
Sueño que te tengo una noche más
Mi cuerpo desnudo esta por estallar
Mi sexo salvaje ya no puede más







Todo me daba vueltas, últimamente, esa era la sensación que ocupaba mis horas. Recordé ese sueño, su mirada. Lo volví a recordar. Pero algo llamó nuevamente mi atención. Ahora estaba sola, del otro lado del living estaba Andrés, observando a las mujeres con sed en sus ojos.


-No sabíamos que ibas a organizar una fiesta, podría haber llamado a algunas amigas. –Le dijo Andrés a Benicio en tono condescendiente. Benicio levantó su mirada, sus labios goteaban sangre fresca. Se veía sexy. Pero estaba muy enojada como para pensar en él de esa manera.
-¿Y vos no estabas en una fiesta? –Le contestó rápidamente, de forma poco amigable, repasando toda la sala para encontrarse con mi mirada. Fue el pie para irme acercando lentamente, con cautela.
-Y en una bien grande. –Dijo Andrés con sarcasmo y risitas ahogadas entre dientes, mirándome.
-¿Puedo? –Y haciendo esa pregunta, mi acompañante de salida le preguntó a Benicio, insinuándole que comparta a alguna de las dos chicas que estaban con él. Perras, pensé.
-¿No te basta con utilizar a la única persona que me importa? –Le contestó, abriendo en mi pecho un gran surco entre lo real y lo que no. ¿Yo le importo? Era probable que yo le agrade, eso sí. No podía discernir el significado exacto de importar saliendo de su boca, cuando siempre se comporta conmigo de manera indiferente.
-No me gusta que me respondas con una pregunta, cuando yo te hago una. –Le dijo Andrés, sonriendo, como siempre. Jamás perdía su siniestra sonrisa, eso estaba perturbándome.
-Todas tuyas. –Entonces se levantó y de manera fugaz desapareció de la habitación.


Todo esto me estaba dando jaqueca. Y no me refiero a lo que izo Benicio. Me refiero a absolutamente todo, desde que lo conocí. Apenas hoy me había dado cuenta que mi corazón siente cosas por él. Pero yo también la había cagado. No tuve mejor idea que salir con Andrés. Necesitaba trabajar sobre él. Saber para que estaba acá, y por sobre todo, la cuestión de los sueños. Hay algo que sigue sin cerrarme. Pero en vez de eso, terminamos juntos, matándonos en un baño publico. Y lo peor de todo, no sabía como habíamos terminado, que es lo peor.
Miré a Andrés pegar el primer mordisco sobre la chica del whisky, y subí las escaleras hacia la planta superior, siguiendo a Benicio. Al diablo con todo.
Él estaba en mi habitación, esperándome, supuse. No hay otra explicación.


-Lindo vestido. –Me dijo. Noté inmediatamente que había estado bebiendo… y no me refiero únicamente a sangre.
-Estas… digo, tomaste. Estas ebrio. –Miré hacia su mano, tenía un vaso de vodka, que estaba tomando puro, mientras me escuchaba acusarlo.
-Es un poco corto, solamente. –No me respondió mi pregunta, solo seguía hablando de mi vestido.
-¿Produce algún efecto la bebida alcohólica? –Lo miré queriendo retomar el tema.
-Me pregunto si llevas puesto algo más, abajo. –Me dirigió una mirada picante, si había sentido calor con Andrés, ahora estaba prendiéndome fuego. Me sentí una cualquiera. Pero esa es la verdad, y yo hablo siempre, puramente con la verdad.
-Benicio, estas borracho. No sabes lo que decís. –Le di una de mis miradas más rigurosas, mientras mi cabeza me decia –pensá en algo feo, pensá en algo feo-
-¡Ja! Yo se muy bien de lo que hablo. –Y cruzó la habitación, como lo hace él, en un micro segundo, poniéndose a mi lado. Incomodándome… su presencia cercana aumentó el calor.
-Hoy volví a tener un sueño. Con vos. –Le acusé.
-¿Se puede hacer realidad? –El tono que empleó fue perverso y juguetón.
-Si quisieras trabajar de archivista, quizá. Puedo uniformarme como colegiala. –Le guiñe un ojo y me sentí tarada. Pero él estaba incontrolable, no se si iba a ayudar de mucho. Pero al momento que terminé mi oración, su rostro cambio, y la botella de vodka que sostenía con sus manos, estallaron contra el suelo. ¿Qué tenía de extraño este sueño? ¿Acaso no era algo sin importancia como el anterior? ¿Qué de realidad tenía, y por qué él adoptaba esa postura, cada vez que siquiera lo sugería?
-No voy a hablar de tus sueños. –Me dijo, de manera cortante.
-No entiendo todavía por que te inquieta tanto. Si sólo fue un sueño, ¿por qué te incomoda? –Lo miré seriamente.
-Por que vos me presionas, buscando una justificación. No soporto la presión. –Y considerando que esto no iba a llegar a buen puerto, di por terminada la conversación sobre los sueños.
-¿Quiénes son esas mujeres en el living? –Le dije.
-¿Qué son esas marcas en tu cuello? –Me dijo, mientras sus ojos y su frente adoptaban rasgos furiosos, que supe reconocer. Me miré en el espejo trasero de la puerta del placard, y ahí estaban. Bien marcadas. Andrés, pensé.
-No, hemm… no, no se. –Me puse muy nerviosa.
-Andrés. La pasaron bien. –Y su acotación fue meramente maliciosa. ¿Celos? Pensé por un momento.
-Y veo que vos también. –Aseguré. Pero él dio media vuelta, pegando un buen portazo con la puerta de mi habitación.








Eran las seis de la mañana, y no podía dormir. Andrés había salido. Lo escuché saliendo con el auto, y supuse que iba a encargarse de que los cuerpos de las dos mujeres no vuelvan a aparecer. Cruel. Conciliar el suelo estaba matándome, y me levanté. Benicio estaba portándose de manera imposible, y yo seguía sin saber más de la mitad de las cosas. Salí del cuarto con un plan. Un poco loco, por mis insuficiencias. Tenía decidido ejercer el poder para entrar en su mente, y buscar, era lo único que podía hacer para conseguir algo. Pero había un detalle. Él me había dicho que esas cosas son propias de la experiencia y de los años, quizá siglos. No estaba segura que iba a funcionar, pero debía intentarlo si quería ganar conocimiento.


Estaba dentro de su habitación cuando lo contemplé dormir. Es muy hermoso. Su piel, sus ojos cerrados, parte de su pelo sobre la cara, la postura en la que estaba. Me gustaba, y mucho. No era un amor tonto, meloso. Era real, lo sentía, pero además, estaba cargado de deseo. Deseaba su cuerpo, deseaba sentirlo. Saber como es que sus manos recorran todo de mí. Sí, era real. Por sobre todas las cosas, verdadero. Su cara mostraba cierta tranquilidad, su piel parecía virgen, el contorno de su rostro parecía tallado a mano, y las pestañas arqueadas naturalmente, eran casi perfectas. Todo eso contemplé, cuando entonces, me desperté en su propio sueño. Lo había logrado. No se como, pero lo había logrado. Todo encajaba, todo estaba bien. Ahora tenía que seguir concentrada. Pendiente. Por que si con tanta facilidad, y casi sin saberlo, me encontraba acá, eso quería decir que con el mismo poco esfuerzo podría ser expulsada.




Claro que sí. Pero nadie reencarna con memoria. ¿De dónde salían esas voces? Empecé a caminar en la oscuridad. Esta habitación ya la había visto en mi primer sueño. Cada persona que muere bajo circunstancias fatalistas, tiene otra oportunidad de vivir, bajo otro nombre, otra familia, otro lugar. Esa voz era familiar, era…. Era el diablo, lo estaba escuchando. Este lugar es la casa de Benicio, yo lo sabía, mi primer sueño. ¿Qué va a costarme eso? Esa pregunta… era él. ¿Por qué no estaba viéndolos? Miré alrededor, las voces bajaban, estaba yo. En este sueño de Benicio, o lo que estaba soñando él que había pasado con anterioridad, si no saco mal mis cuentas, estaba yo. Tirada en el piso, desangrándome. Veinte años más, mínimo. Empecé a gritar sobre mi cuerpo ¿Veinte años más para qué? Las voces volvieron a hacerse presentes, volví a escuchar a Benicio hablar La quiero conmigo, cuanto antes. ¿Sobre que discutían? ¿Qué es lo que se estaba negociando? ¿Cuáles son las reglas, específicamente? pregunto mi anfitrión, al que estaba invadiendo en sueños. Pero la respuesta que escuché, me devolvió a la superficie, fuera de la mente de Benicio: Renace en otra persona. Si queres muy cerca de acá. Esperaríamos a que tenga veinte años, por causas naturales muere. Se encuentra con vos, en nuestra guardia. Respondió el Diablo.




Cuando volví en sí, mi mente estaba aturdida. Entré en un sueño de Benicio, algo que había pasado realmente. Una pesadilla suya. Yo le pertenecía. Inclusive mucho antes que a Dante. Un flujo de terror y descontrol se apoderó de mí, pero él también había despertado.


-¿Quién sos? –Y lo miré fijamente a los ojos mientras se lo preguntaba, con lágrimas en los míos, mientras mis palabras salían descontroladas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario