sábado, 27 de marzo de 2010

Novela: Despertar en el Infierno. Capitulo 1: Este cuerpo no me pertenece.


Me miré por segunda vez, por tercera, por décima. Me miré y miré, no paraba de hacerlo. Estaba obsesionada frente al espejo, objeto que detestaba y del cual ahora no podía despegarme. Jamás pensé que hacer un pacto con el diablo podía beneficiarme de alguna manera ¿Cómo decirlo?... Estética, así es, de alguna manera estética. Bueno ¿Qué importaba eso ahora? Jamás pensé que eso existiese. ¿Pacto? ¿Qué tipo de pacto había hecho? Ah claro, volver a la vida, aunque no logro recordar del todo cada uno de los detalles. Que risa, más viva que nunca, ¿Quien lo diría? Lo que no era grato fue sentir esa quemazón en lo más profundo de mi garganta. 
Todo había cambiado, ya no necesitaba lentes, mi pelo era largo hasta un poco antes de la cintura, con unas ondulaciones que se hacían rizos al llegar a las puntas, sedoso como jamás lo habían tenido. Mis ojos eran una mezcla entre el color dorado y el verde oscuro, eso no había cambiado mucho, antes eran una mezcla entre marrón y verde. Mi cara y mi cuerpo se habían estilizado totalmente, pasé de ser casi una gordita, a un hermoso y estilizado armazón. Era yo, definitivamente era yo, pero hermosa, yo, hermosa. Mi misma cara, pero refinada y pálida, demasiado pálida, una macabra palidez. Mi piel era fría, era tocar a un muerto que yace en su cama desde hace tiempo. Debajo de mi cuero no había signos que la sangre corriese, pero ahí estaba, mi piel seguía siendo fría, mi corazón no latía. Estaba bien muerta. Bien muerta en una casa que no conocía, mi garganta quemaba, quemaba como fiebre, ardía como fuego. Mi cabeza no entendía el noventa y nueve por ciento de las cosas. Pero de algo estaba segura, estaba muerta, sin embargo sentía voces en la calle y estaba parada, observándome frente al espejo, observando la belleza repentina que tenía: mi cara, mi cuerpo, mi piel fría, dura y fría como el hielo. Sentía que podía partirme la cabeza sin que doliera. Y mi garganta, ésa extraña sensación de que en cualquier momento iba a estallar. 
Pero no podía fingir desinterés, esto era una realidad, no había sido ni un sueño, ni una pesadilla, ni nada parecido. Comencé a buscar recuerdos en mi cabeza. Verdaderamente había hecho un pacto con el diablo. Mi mente intentaba registrar entre escombros una pista, un recuerdo leve, pero sólo pudo encontrar mas de lo mismo cuando una voz me habló al oído, susurrándome mientras su cuerpo ardiente se desvanecía de un lado al otro, como tratando de volverme loca, si es que no lo estaba ya.

-Amanda, Amanda, Amanda…-Dijo, casi irónico.

-Quien seas, quien seas, quien seas. –Me apresuré escéptica, no eran días para estar de buen humor, y yo no era la excepción a la regla. 

-Querida mía, ¿Es que acaso nunca nadie logra recordarme? Sucede que ese librito del demonio al que todos llaman “Biblia” muestra mi peor yo. Yo destruyendo ciudades, yo mal influenciando a creyentes, yo acá, yo allá. Porquerías. – dijo alegre de creer sus propias palabras.

-Soy atea – Ladré

-Buena elección mi querida Amy – Largó el mismo diablo con una carcajada. – Sin embargo te imagine rogándole a Dios para que te devuelva la vida, cosa a la que jamás accedería porque es un imbecil de poca monta.

-Me retracto, era atea. –Mis ojos se desorbitaron. Es que después de haber estado en el infierno, me di cuenta que esas cosas existen verdaderamente. Tendría que haber gastado mi tiempo siendo creyente. Al menos de Dios, o del Diablo, y no en cosas supernaturales, aunque nada mas supernatural que esto para confirmar mi no-teoría. Por un momento me sentí estúpida de haber creído en el más allá tan vanamente. Creyendo que lo más probable sea algo como deambular de por vida por el resto de la eternidad, hasta reencontrarte nuevamente con las personas a las que amaste. 

-Estas en lo cierto pequeña Amanda, aunque no es tan literal como lo pensas. –Dijo el mismísimo demonio. ¿Acaso había leído mi mente? ¿Porque contestó una pregunta que jamás formulé? Y volvió a insistir, contestando algo que jamás le pregunté –No, no leo mentes Amy de mi corazón, simplemente lo se todo, al igual que Dios, mi hermano hereje, el que quiso estar más allá, el que quiso ponerse el disfraz de juez. Por eso existe el cielo y el infierno pequeñita. 

-¿Qué fue lo tan terrible que hice en esta vida para merecer ir al infierno? ¡Dios puede irse al infierno! -Grité furiosa, ignorando casi todo lo último que este me había dicho. 

-¿Qué hiciste? ¡Ja! ¡Que no hiciste pequeña Amanda! Esa sería la pregunta indicada.-Rió, mostrando hasta su última pieza dental. –Bueno, tampoco fue tan malo en realidad. –Se corrigió, entre disfrutando y dudando. No puedo creerlo, el Diablo tiene dudas, ¡increíble! –Solo algo de drogas, alguna que otra infidelidad, etcétera etcétera etcétera. – Parecía disfrutarlo

-No fueron infidelidades, ¡estaba confundida! ¡Y enamorada! –Exclamé.

-¿Los humanos suelen enamorarse de personas del mismo sexo, Amelie? –Bufó, indignado.

-Eso es homofobia, ¡Y ya deja de cambiarme el nombre! Me llamo Amanda. –Conteste muy disgustada.

-Perdón, Amanda. –No creí en su arrepentimiento. – Así que…cuando vas a comenzar a alimentarte, ¡te ves muy pálida para mi gusto! – Y largó a reír, dejando la certeza que algo andaba mal, realmente mal.

6 comentarios:

  1. Eres demasiado buena! Me encanta como escribes! y si sacas un libro ;D Me avisas para ser la primera en comprarrlO!
    Wow! Me gusto mucho de veras

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  2. me gusta.. me gusta =)
    si sacas el libro avisa, xQ le compraria :)

    y sigue please, Q ME ENCANTA!!

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  3. me encanto xfa sube pronto el prox cap y aslo mas largo xfa, esta muy padre la historia encerio me encanto

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  4. Me encanto, me encanto, me encanto...ya te sigo y ahora pongo el enlace en mi blog...sos una genia Amiguita
    Jud

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  5. me encanto el primer episodio.
    es genial.

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  6. Me aburrió. La narración es bastante confusa y desordenada. Tendrías que pulir más el estilo para lograr atrapar realmente al lector. Saludos

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