jueves, 1 de abril de 2010

Novela: Despertar en el Infierno. Capitulo 7: Las chicas buenas van al Cielo y las malas no (FLASHBACK)




Ingresé en un cubículo negro, engañada por una luz que en su principio logró mantenerme casi ciega. Debí sospechar que en el Infierno estas cosas del engaño eran bastante comunes. Pero… ¿Qué sabía yo sobre el infierno si ni siquiera creí alguna vez en cosa tal? Escuchaba voces reír, como Dante describió su sueño a mis padres el día que fallecí. Pero ahora yo no podía gritar para que el príncipe viniese a mi rescate, de hecho y en consecuencia, yo estaba gritando, pero mi voz no se reproducía. Era como un disco mudo. Comencé a correr tan rápido como pude, sentía que mis piernas eran más ágiles que de costumbre, pero al instante, por más que corriese, no estaba dirigiéndome hacia ninguna parte, era como si nunca avanzase, como si estuviese todo el tiempo en el mismo lugar. Miré hacia atrás y aquella luminosidad que resplandecía en mi espalda había desaparecido. Ya no veía ni a los médicos, ni a mi cuerpo muerto, ni nada de nada, todo aquel infierno terrenal se había esfumado, y lo que antes me parecía espantoso, ahora, podía caratularlo como el mismo paraíso. Al fin y al cavo ¿No era eso lo que yo quería? Esfumarme completamente, quizá este sea el paso correcto para desaparecer de una vez por todas. Acabaría de una buena vez. Y para ser honesta, descender hacia el sótano del infierno no es algo que me pase todos los días, no es algo que yo anhele. Entonces me detuve, paré con la estúpida idea de seguir corriendo hacia ningún lugar, y fue ahí que comenzó el terror. Mis piernas se paralizaron y comencé a sentir un calor insoportable. El infierno verdaderamente ardía como fuego. Miré hacia mí alrededor y sólo escuché risas, risas siniestras a mí entender, todo era negro, y no me refiero a oscuro, sino negro, parecía metida en una caja hermética. Las paredes negras, el techo negro, el piso negro, no había iluminación por ninguno de los lados en donde mirase.
Todo fue demasiado malo, pero lo peor no había llegado, todo se iluminó y era muerte, por donde mirase había muerte. A lo lejos vislumbré a un hombre con una cara llena de rasgos perfectos. Su belleza era el único decorativo en toda la sala viciada en humo que venía de todas partes. Su mirada era cautivante, y sus facciones, eran semejantes al hombre perfecto. No dejó de contemplar con su cara turbada y llamativa todos mis movimientos, mientras me acercaba hacia él casi como fuerza de un impulso. Su piel era de un color normal, parecía alto sentado desde su sillón estrafalario y antiguo en el que reposaba. Su pelo era lacio y corto, muy oscuro, su nariz estrecha y alargada lo hacia ver más fino de lo que era y entre su túnica negra bordada con ovillos de oro alargó su mano y me invito a acercarme, más de lo que estaba.

-Viniste. –Dijo, seguro de que la espera había sido ardua.

-¿Por qué? –Mi pregunta a estas alturas, ya carecía de valor alguno, nada se podía hacer, condenada al infierno de por vida, supuse.

-No entiendo tu cuestionamiento, siempre la misma pregunta insulsa, ¿Es que en estas épocas ya nadie es cortés? He preparado esta bienvenida querida Amanda por largos años, ¿Y me pagas de esta forma? –Estaba realmente disgustado.

-¿Quién demonios sos? –Estaba enfurecida, cualquier persona a la que alejen de su familia va a enfadarse sin medir consecuencias.
-Yo que vos no usaría tan inadecuadamente el termino “demonios” acá adentro. –Me recomendó, como si me recomendara que marca de zapatillas comprar, o con que shampoo lavar mi cabello.

-Así que… sos… -Dudé, ya que estaba sacando conclusiones demasiado apresuradas.

-Si querida, lo soy, soy el Diablo. ¿Esperabas encontrarme maquillado de rojo con cuernos sobre mi cabeza? Por favor, ¡Deja ya esas historias! Por siglos y siglos tuve que soportar escucharlas, ya es un poco trillado y aburrido.

-No… es que, estoy tan confundida… ¿Por qué me condenaron al Infierno? ¿Por qué ahora? –Lloré, en este último día lloré tanto, que sentía como mis ojos se hinchaban.

-Vamos a ver, toma asiento Amanda… -Y de repente aparecieron dos hombres, de aspecto pálido y tenebroso a acercarme una silla. Una silla totalmente antigua. Y empecé a mirar a mí alrededor. Todo era antiguo, por primera vez desde que se hizo la luz acá dentro, comencé a mirar lo que me rodeaba. Era una construcción de mera antigüedad según mi ojo crítico. Situada en… en algún plano del mundo, que desconozco, e incluso, si no fuese porque sé que esto no es un sueño, no lo creería. Las paredes eran color piel, altas, demasiado altas, con cuadros del ¿Renacimiento? Me parecen demasiado nuevos, teniendo en cuenta la antigüedad que debe tener un lugar como el infierno para que sea del Renacimiento, pero me sonó a eso, y así lo describiré. Cubierto de sedas se encontraba un vestíbulo que aparentaba ser una gran mesa, cinco familias podrían comer alrededor de ella. Con accesorios para té, más que antiguos y refinados, la decoración era un lujo, el infierno se veía bien, aunque, me daba la sensación como si fuese el escenario de una película de terror, de todas esas películas, en la que la doncella se perdía en un prado y encontraba una antigua casa, entonces un hombre muy apuesto la invitaba a entrar, y a partir de ahí toda una serie de actos terroríficos que no quisiera ni relatar.

-Amanda, vamos, deja los sueños para más tarde, ahora préstame mucha atención, y toma asiento, por favor. –Me dijo, y todo el cuento fantástico o de terror que había imaginado mi mente desapareció.

-Sí. –Asentí agobiada por mis pensamientos.

-El hecho acá es… -Y tomó una pausa. –No entendes el por qué de tu llegada. Bueno, es muy simple, no voy a explayarme mucho al respecto pero si te voy a comentar los puntos claves. Es muy simple, no tuviste tiempo de arrepentirte de las cosas que hiciste, mejor dicho, jamás renegaste de tus actos, querida Amanda, no te sientas mal, te haría bien saber que no sos el único ser desalmado que no se arrepiente de sus errores.
Si bien te sentiste muy mal por haber engañado a Dante, muchas veces, no diste lugar al arrepentimiento, y seguiste haciendo cosas que una persona no debe hacer. –Estaba estupefacta de escuchar al Diablo dar lecciones de lo que hay que hacer y que no, y de escucharlo nombrar al amor de mi vida, mi garganta se hizo un nudo, no podía pronunciar palabra, sólo escucharlo, atenta, palabra por palabra, mientras mis ojos se ensanchaban más y más y el corazón se hundía sin dejar rastros. –Pero como te decía eso sólo fue uno de los puntos fundamentales.

-¿Puntos fundamentales? ¿Qué tipo de Diablo sos? Yo no pensé que el diablo se encargara de juzgar a la gente por lo mal que hicieron sus cosas… y a pesar de no creer, en todo caso pensé que Dios lo haría. Pensé que el decidía. –El diablo largo la carcajada mas alta que había oído jamás, haciendo que hasta el piso temblara, ya no sabía que pensar, a lo mejor esto era una buena señal, pero a lo mejor… -Mi pensamiento voló.

-¡Hay querida amiga! ¡Tu mente vuela a kilómetros inimaginables! ¿Es que acaso no logras comprender? Yo en ningún momento dije que lo que hiciste en tu vida haya sido malo, jamás te juzgué, de hecho, dejame decirte que fueron cosas muy divertidas… ¿A quien no le gusta disfrutar de las drogas y de amores prohibidos? ¡Por favor Amanda, eras adolescente, y como tal te gustaba divertirte! ¿Qué hay de malo en eso? Sin embargo, es por eso que estás acá. Como bien sospechaste, a pesar de tu no creencia, el hombre más barbudo del mundo según el record Guiness del infierno –Y volvió a reír. –Es quien toma este tipo de decisiones. Es un aburrido por excelencia, pero por suerte, y para mi beneficio, manda acá a la parva de gente más divertida que existe. Todos los que saben disfrutar. Deberías estar contenta por ser la elegida, querida amiga.

-¡No, no no, mil veces no! Yo no hice nada malo, me equivoqué, lo siento, no sabía lo que hacia, estaba confundida, comencé a juntarme con mucha gente que me hacia mal, vinieron las drogas y bueno… yo, yo no pude evitarlo, ¡Pero nada más! ¡Sólo me hacia daño a mi misma! –Dije desesperada, todo esto no podía estar pasando.

-¡Ja, ja, ja! Qué chiste tan divertido, no obstante Amanda, dejame recordarte el punto fundamental. La monogamia no es algo que esté permitido en el país que vivís. Y creo que recordarás demasiado bien a tu querida Violeta, a la persona que le rompiste el corazón de manera tal que se hundió en una depresión profunda, el día que desapareciste, sin dar explicaciones. ¿Acaso no recordas las cosas que no te convienen? Aunque… ahora que memorizo, ¡Dante! ¡Por el Infierno, Dante! A él si le hiciste un verdadero mal, aunque por razones obvias jamás se enteró, mantuviste oculta tu homosexualidad bastante tiempo como para hacerle creer que él fue tu único amor –Y comenzó a reír de tal manera que me fue imposible más que a los gritos explicarle lo siguiente:

-¡Eso es mentira, es una total mentira, yo no soy homosexual, y si lo fuese estaría orgullosa, yo sólo la quería a ella, ella me gustaba! ¿Por qué se empeña a poner todo en mi contra? Yo se que hice muchas cosas mal, pero fue en nombre del amor. Estaba confundida, las cosas no estaban yéndome bien y apareció ella en mi vida, apareció para quedarse. ¡Me enamoré, nos enamoramos, yo siempre fui muy fría con ella, lo admito… pero todo tuvo que acabar, porque elegí, y lo elegí a él, sólo a él! –Hice una pausa para tomar aire y proseguí desacatada por la furia y la desesperación:- Y de Dante, ¡No se atreva siquiera a mencionar su nombre! Suena horrible saliendo de su boca. A él lo amo, y lo voy a amar toda la eternidad, en el Cielo o en el Infierno, él va a ser único para mí, no hay nada que pueda hacerme olvidar el gran amor que tuvimos. Durante toda mi vida soñé con el hombre que me haría feliz, y lo desaproveché, pero todo fue en nombre del amor.

La furia izo que me fuera de si. Navegué años atrás, en mi mente desde que fallecí estuvo Dante, como siempre, a pesar de todo, pero no pude evitar recordar una de las razones por las que estaba acá: Violeta.
Aunque en realidad, no me refiero a ella como la culpable, sino que a mi misma, pero fue su amor que hizo irresistible el fijarme en ella.
Después de la primera vez que nos besamos en mi habitación, en uno de los tantos momentos que ella se quedaba en mi casa, hablamos poco respecto a lo sucedido, algunas miradas encontradas lo decían todo. Seguimos tocando en las ruthless girls ante públicos extraordinarios, verdaderamente brillábamos entre todas las bandas, y aunque no éramos reconocidas mundialmente, logramos salir en diarios y revistas locales muy importantes. Pasábamos la mayor parte del día juntas, y me refiero a Violeta, Nazarena y yo, que integrábamos el grupo, obviamente cuando podía arreglármelas con Dante, ya que detestaba mis ausencias.
Muchas noches después de lo sucedido aquel dos de Abril en mi casa, entre Violeta y yo, nos quedábamos a dormir conjuntamente en lo de Nazarena, que disponía de una amplia casa para nuestro disfrute y desvelo.
Ahí no había cosa que no hiciésemos, tomábamos alcohol, aunque yo después de un tiempo desistí y comencé a tomar gaseosas o simplemente jugos; nos drogábamos y mirábamos programas de humor bizarro hasta altas horas de la madrugada. Todo para mi era normal y divertido. Y por más que amara a Dante con toda mi alma, algo en mí hacia que lo engañe una y otra vez. Y me advierto, definitivamente no voy a culpar a las drogas.
Hubo una época en nuestra relación, en la que estuvimos mal, definitivamente mal, algo había pasado que nos hizo separar anímicamente, aunque no sabíamos qué. Las idas y vueltas con él en la relación, hizo que yo buscara refugio en otras cosas o personas como lo fue Violeta, hizo que yo tomara ciertos métodos equívocos a la hora de manejarme. Me aferré a drogas que me hicieron bien por un tiempo, pero luego comenzaron a dañarme. Tomar cocaína me mantuvo “feliz” varios meses, hasta que empecé a sentir que mi cuerpo necesitaba más. Finalmente, me había vuelto una adicta.
Le robaba plata a mi familia para proveer mis vicios, y eso me hacia sentir extremadamente mal, sin embargo, jamás dejé de hacerlo. Pensándolo mejor, quien sea que me haya mandado al infierno, tuvo razón de hacerlo.
Las peleas con Dante eran inminentes. No parábamos de hacernos daño. Y yo, cada vez más lejos de él, seguía equivocándome y dañando a la gente que me rodeaba.

De todas las veces que nos quedamos en lo de Nazarena después que pasó lo que pasó con Violeta, nunca hicimos más nada. Cada una se daba vuelta contrapuesta con la otra y nos ignorábamos. Pero había una fuerza dentro de mí que decía “¿Por qué? ¡Vamos estoy acá, date vuelta, dame un beso, tocame!” Jamás paso cosa tal, al menos hasta ese momento.
Después de un mes de lo ocurrido, ella volvió a quedarse en mi casa, y al fin, y de una vez por todas pasó lo que de alguna manera, ambas queríamos.
Cuando me di vuelta en la cama, ya que dormíamos juntas cada vez que se quedaba, ella me rodeo con su brazo, frágil y delicado. Era más suave de lo que yo pensaba. Y ahí comenzó todo. No hice más que darme la vuelta, nuevamente, para que ella este esperándome con un suave beso proveniente de sus suaves y esponjosos labios.
El beso fue correspondido con uno más apasionado aun. Yo, al haber estado con un hombre, no sabía como tendría que hacerlo con una mujer que era virgen, ya que Violeta a diferencia mía sólo había estado con mujeres. Pero me di cuenta al instante que ella se apartó bruscamente de mi lado, algo no andaba bien, o yo estaba haciendo algo mal. Sin embargo, con toda la suavidad que la caracterizaba en los actos sexuales, que fui comprendiendo con el tiempo, comenzó a besarme nuevamente, e intuí que deberíamos comenzar de nuevo.
Sus manos recorrían mi cuerpo, tan dulcemente, que me imaginé en el cielo, bailando y cantando con los ángeles. Paralizada, entre la penumbra que entraba por mi ventana, contemple su rostro excitado, sus ojos parecían dilatados, y hallé en Violeta, verdadera belleza. Ella era una chica de diecinueve años con piel de porcelana, cabello rubio y lacio, corto hasta el hombro, su rostro era delgado y sus dientes blancos como la nieve, que iluminaban su amplia sonrisa. De personalidad firme y orgullosa, ella me había mostrado que también podía ser dulce, tierna y sensible, que por supuesto, fue algo que sólo yo descubrí, por que para el mundo, sólo  era una persona altanera y despreciable.
Sin saber como ni en que momento, pude sentir como se movía sobre mi, pegando su cuerpo contra el mío y vestidas aun, comencé a sentir su mano meterse bajo el pantalón de mi pijama muy lentamente, casi con vergüenza. Metí mis manos por debajo de su remera, pretendiendo desabrochar su corpiño, pero ella me corrió. Sus senos eran mas que pequeños, y supuse que tendría cierto complejo al respecto, pero a mi no me importaba, ella me gustaba así. Yo también quería tocarla, y no me animaba a ir más abajo, jamás lo había hecho y tenía miedo de que no le gustara la situación.
Después de diez minutos Violeta metió sus dedos muy lentamente, causándome el jadeo más placentero que jamás había experimentado… al menos con una mujer. Ella estaba feliz, lo noté en su cara, entre las sombras de la habitación la escuché gemir al lado de mi oído. Tome su rostro con mis dos manos, y le acaricié suavemente la nuca, en ese momento adivinándolo supe que era su parte débil, o que ya estaría en el punto culmine de excitación, porque su cuerpo empezó a moverse mas rápidamente sobre mi pierna, la cual tenía doblada sobre la cama, y terminamos, abrazándonos durante toda la noche.

-¡Amanda! ¡Amanda! ¡Vamos! ¿Qué sucede, querida? Tu mente esta viajando muy lejos… No me importan tus objeciones. Aquí estas, ¡A disfrutar! –Todo tipo de inspiración que me hacía pensar en otra cosa se cortó, tras los gritos del mismísimo Diablo.

-Sólo estaba… Recordando. –Susurré, y sentí mi cara palidecer.
-Así que todo se trata de recordar, ¿No es cierto? –Su cara mostró un gesto de alegría y picardía.

-Correcto, creo que siempre fui… -Él interrumpió.

-¿Masoquista? –Me dijo sin dudar.

-Eso creo. –Alegué.

-Bien entonces, querida mía, tengo algo que podría llegar a interesarte. De hecho te encantará. –Mis ojos, al oír tal proposición, que en verdad no había sido explicada, pero lo sería en breve, se abrieron lo más que pudieron, y casi me pongo de rodillas para suplicarle explicaciones.

-¿Qué clase de propuesta? –Dije, haciendo que una letra del abecedario se pise con la otra, del apuro y la impaciencia.

-Bien, comprenderás que no soy el único ser sobre natural que hay sobre el planeta. Comprenderás además que los cuentos de terror existen, como también los fantasmas… y los vampiros. –Su última palabra fue resaltada con un gesto indescriptible.

-¿Vampiros?

-¿Pones en duda su existencia, pequeña amiga?

-No, es que… sólo es que… es todo muy confuso, yo siempre fui muy rara, y me interesé en temas poco comunes, pero esto es… esto es demasiado. Hasta hace unos días atrás yo era feliz, mi vida había tomado rumbo y mis planes eran maravillosos, hoy me encuentro en la casa del Diablo, tratando de efectuar “pactos” y hablando sobre vampiros. Es muy extraño. –Mis palabras eran lentas, pero concisas.

-Ja, ja ja, tu sentido del humor Amanda, es de verdad de lo mejor que escuché en mis tantísimos años. –El diablo parecía feliz. Genial. Ahora sí no entiendo nada. Él prosiguió en su discurso:- Entonces querida, sabrás que los vampiros son seres inmortales, su alma está condenada a vivir toda una eternidad, por consiguiente, es por eso que carecen de alma, precisamente por que no les pertenece.

-No me interesan oír historias fantasiosas… La vida para mi terminó, es todo tan absurdo… desearía mil veces estar muerta. –Dije con pesar de ésa última palabra a la que estaba condenada.

-Y lo estás querida… ¿Pero te gustaría estarlo…por toda la eternidad? –Su sonrisa parecía la del gato de Alicia en el país de las Maravillas.

-¿Ser un…vampiro?... ¿Volver con… con mi familia? ¡Abrazar a Dante! ¡Decirle que lo amo más que mucho!
-Oh no no, querida… eso es algo de lo que vas a tener que abstenerte… -Fue severo.

-¿Por qué no? ¿En que me vería beneficiada entonces? Mi mundo no existe sin la gente que amo. –Le grité.

-Amanda, comprendo las dificultades que les provoca a ustedes los humanos exponerse a este grandísimo reino.-Dijo demasiado orgulloso para mi gusto, y prosiguió: -Pero debes entenderme, será mejor así. No vas a querer aparecerles por ahí de sopetón, tu belleza incrementará, tu piel se pondrá pálida, dado a que en tu cuerpo, la sangre se reemplaza por la ponzoña del Ser como vampiro, dando un aspecto de muerte, pero no por eso menos bello. Vas a ser fuerte e indestructible, no creo que quieras ver a tus padres, e incluso a tus amores morir con el paso de los años…

En su cara vislumbré la maldad personificada, al fin de cuentas él era el Diablo, y no podía esperar menos que maldad. Estaba otorgándome a mí la inmortalidad para volver a la Tierra, pero con uno de las peores maldiciones, que hasta el día de ayer sólo leía en las novelas: Ser un vampiro. Y aun peor, era una locura presentarme en mi casa, como si nada hubiese pasado, diciendo “¡Hola mamá, hola papá, soy una chupa sangre y vengo desde el infierno!”. Necesitaba estar con ellos, sentir su presencia… era momento de decidir y yo estaba muy confundida.
A lo lejos en esa gran habitación una voz que desconocía, masculina y sensual atravesó de un solo vuelo la distancia que nos separaba. No pude percibir sus movimientos con claridad, pero en un pestañar estaba a mi lado.

-¡Ya basta, estamos perdiendo tiempo!, mi trabajo ya está hecho y necesito terminar con lo que empecé. Nos vamos, me la llevo. –Su petición fue una exigencia.

¿Quién es capas de hablarle así al mismísimo diablo?, ¿Quién se atreve a levantar la voz ante el Amo de las tinieblas? ¿Aquel hombre de increíbles rasgos era mi salvador, o el me condenará de por vida? ¿Es que acaso esos dos términos podrían soportarse en una misma oración?

1 comentario:

  1. Wow !!!!!!!!
    No se pasen
    Con esto último es ovio q la engañaron nunca murió eso es lo q los vampiros le hicieron creer
    Verdad?

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