viernes, 14 de enero de 2011

NOVELA: DESPERTAR EN EL INFIERNO. ÚLTIMO CAPITULO 23 (epilogo): "INMORTAL".








Corrí, sin saber donde ir. Entré a mi habitación y me cambie la ropa. Me puse un jean gastado que encontré en el placard, una camiseta blanca de Mickey gastada también, la que cuando no estaba de humor para ser sexy me la ponía, y le hice un nudo en el costado ya que me quedaba algo grande. Hacia frío, ya estaba casi saliendo el sol, tomé un buzo, me acomodé el pelo y subí la capucha. Antes de salir de la habitación, no se por qué, pero miré hacia la mesa de luz y me dirigí a ella, cuando la abrí, tomé el relicario que Benicio alguna vez me había regalado. Era todo tan raro. Ahora sabía de donde venía el famoso colgante con una fecha tallada. Mil novecientos ochenta y siete. Todo tenía sentido. Lo guardé en el bolsillo y me fui de la pieza. Traté de agudizar el oído, para escuchar si había movimiento en la casa, pero de Benicio nada se escuchó. Tampoco quería hacerlo. Me dirigí para bajar las escaleras, en el living la luz estaba prendida y pude notar a Andrés de espaldas, mientras bajaba sigilosamente. No estaba solo. Benjamín. Su hermano estaba con él. Me quedé en el mismo escalón, tratando de distinguir que era lo que me ponía tan tensa cuando me encontraba con él. Tratando de discernir por qué era que no sentía lo mismo con Andrés. Andrés me ponía de muchas formas, me llegó a perturbar alguna que otra vez. Pero con Benjamín la sensación era totalmente diferente. Él me asustaba, me asustaba demasiado. Era el típico hombre del que tus padres van a estar orgullosos que les presentes. Es el perfil de muchacho extremadamente apuesto del que te vas a enamorar perdidamente. El que siempre va a decirte la palabra justa y va a ser condescendiente con tus amigas, te va a llevar a cenar, te va a enamorar, y cuando estés realmente hasta el cuello, te va a encerrar en el sótano de su casa, y va a torturarte junto a su familia, que también estará tan demente como él.
Estaba dispuesta a tomar aire y bajar, saludar e irme con alguna excusa. Pero no pude evitar oír la conversación que estaban teniendo, la que, aparentemente no era agradable ni familiar. Sino todo lo contrario, Andrés estaba parado dándome la espalda y a Benjamín lo tenía de frente, éste le agarraba del brazo fuertemente cuando logró desprenderse de manera casi violenta.

-¡Estas loco! –Le dijo Benjamín a Andrés.
-Eso es solamente porque estas sacando tus propias conclusiones. Ella no me importa. –No supe a quien se refería, pero me intrigó, ¿qué chica? Pensé.

-Estas portándote como un idiota, ¡y estas loco! –Volvió a repetirle su hermano.

-Sabes muy bien que nunca lo soporté, y la idea que se le concedan favores me molesta. No quiero que tenga nada de lo que tiene, y si eso significa robarle su juguete de porcelana, eso voy a hacer entonces. –Andrés fue muy claro con su respuesta. Pero yo no entendía a que se refería él. ¿Era Benicio a quien envidiaba? ¿A él quería arrebatarle todo? No entiendo… ellos son amigos.

-¡Todo por una mujer! ¡Yo lo sabía! Te desconozco, hermano. Enserio, lo digo muy seriamente. Mira lo que le pasó por amor, por favor. ¡Tenes que entrar en razón!

-Por una mujer, que poco va a durarle. –Dijo Andrés, y aunque estaba de espaldas, sentí como si lo hubiese visto, riendo. Con esa sonrisa pícara. Quise reírme yo también. Sabía que la conversación que estaban teniendo no era una conversación cualquiera. Pero no lo pude evitar. Su sarcasmo era gracioso. Y su sonrisa… bueno. Nada.

-Ya me enteré Andrés. Todas esas cosas se saben, no podes forzar sus recuerdos, es muy peligroso. Hay que apegarse a lo establecido. -¿Forzar recuerdos? Él estaba conmigo una de las veces que tuve esos sueños… ¿Habría sido él, el que los metió en mi cabeza, como dijo Benicio en una oportunidad? Pero todo lo que pensé es en todas las veces que había pedido por la fuerza la verdad, y él me mintió todo este tiempo. Descarto la idea de que Andrés también me mienta.

-Te invitamos a unirte si así lo deseas. –Dijo Benjamín –Amanda… -Las líneas nerviosas de todo mi cuerpo se pusieron en alerta cuando lo escuché pronunciar mi nombre. Me había oído  en la parte baja en el living. Temblando, comencé el descenso.

-Yo estaba… digo, no quise. Estaba –Nada coordinaba en lo que estaba tratando de decirles.

-Espiando. –Me dijo Andrés cuando estiraba el brazo para tomarme de las manos, en los últimos tres escalones. Reviví Titanic y la parte que Jack espera a Rose, mientras ella modela por las escaleras. El rostro de Andrés también era muy hermoso, y me preguntaba si esto es algo típico de los vampiros. La mitología habla de ellos como seres horribles y deformados, matando por sangre. Solo en las novelas se lo citan hermosos, y persuasivos. No tenía que olvidar esto último. Ya que teniendo en cuenta que las novelas están en lo cierto, al menos con su imagen, podrían también estar en lo correcto con lo demás. Sus ojos con largas pestañas, y sus labios enrojecidos naturalmente, me hicieron recordar la noche anterior. El baño del restorán donde estuvimos. La manera en la que recuerdo todo, hasta cierto momento y nada más.
Me sujetó fuerte la mano, y me depositó a su lado, como quien protege a su cría del León.

-¿Ibas a salir a dar una vuelta? –Me preguntó, casi dulcemente Andrés que de reojo miraba a su hermano, a quien descubrí poniendo los ojos en blanco, como si desde mi llegada se haya hastiado de permanecer ahí.

-Eso creo. –Lo miré con impaciencia, sea lo que sea que estén discutiendo, a mi no me interesaba en definitiva. Quería irme antes que Benicio bajara.

-Te acompaño. –Dijo de inmediato.

-Andrés. –Atacó su hermano, de forma instintiva, fulminándolo con la mirada, como recordándole algo muy fundamental. Pero Andrés le restó importancia y me dijo –Vamos.


Atravesé todo el camino tensa, con miedo de que Benjamín ataque por la retaguardia, que no se, lance un súper hechizo vampiro, o cosas así que desconozco y me deje paralizada, o simplemente me mate y ya. Pero nada de eso pasó. Oí que dijo algo mientras me iba con su hermano, pero no noté que fue con claridad.
Del otro lado en la calle, Andrés cerró la puerta tras él, se quedó parado mirando hacia la esquina con el ceño fruncido, luego se dirigió hacia mí, bajó la vista y me di cuenta que sonrió burlón. Había estado apretando su mano de manera muy fuerte en el transcurso de viaje a la vereda de la casa.

-Perdón. –Le dije. Él entrecerró su vista y me miró.

-Lo voy a pensar. –Contestó, y volvió a reír. Hubo una pausa bastante larga en lo que caminábamos hacia ningún lugar, y cuando estuvimos lo suficientemente lejos, frené la marcha y me apoyé sobre una pared con los brazos cruzados.

-¿Qué anda mal? –Me preguntó, parándose delante de mí, con un brazo apoyado en el muro, dejándonos a menos de diez centímetros de distancia el uno del otro, y su brazo izquierdo a un costado suyo. –Amanda, ¿Qué anda mal? –Volvió a preguntar.

-Todo, todo anda mal. –Contesté, frustrada –Tanto así, que voy a irme. No quiero volver a ver a Benicio. –Y entonces él contuvo una risita ahogada de diversión. -¿Qué te resulta tan gracioso? ¿Eh? –Lo miré asesinándolo. Pude notarlo. Pero él no parecía apenado por la noticia. Al contrario, parecía disfrutarlo.

-Se lo merece. –Me dijo de manera vengativa. –Se lo merece por mentirte. –Finalizó.

-Así que… -Le respondí sin terminar la oración.

-Así que lo sabía. Claro que lo sabía, Amanda. Todos lo sabíamos. Pero le correspondía a él enfrentar su propia elección y decírtelo. No a nosotros. Yo traté de ayudarte. Claro. Sembrando en tu mente sueños, recuerdos. Pero no me creíste. O al menos no completamente. –Y se quedó callado.

-¿Todos lo sabíamos? ¿Quiénes son todos? –Pregunté indignada.

-Benjamín… Marcus. Yo. –Contestó de manera imprecisa.

-¿Marcus? Es un nombre extraño para este lugar, ¿Quién es él? Oh… -Así que el diablo se llamaba Marcus, pensé.

-Convengamos que él es muy viejo. –Y se rió. Me quedé pensando, y no lo pude evitar.

 Pero lo único que recordé, como armando un rompecabezas ilegible fue a Benicio y sus palabras Vinieron a buscarte… Él y sus dos ayudantes más antiguos. Uno de sus ayudantes estaba drenándote la sangre, yo no podía hacer nada aunque quisiera. Si luchaba contra ellos, al final de la pelea iba a encontrar solo un cuerpo sin vida. Tenía que ser más inteligente, tenía que recuperarte, y fue lo único que pude hacer. Lo siento”
Mi cara se habrá descolocado, pero fuese lo que fuese, Andrés me tomó por los hombros y me sacudió para que volviese a la realidad, habíamos caminado bastante y no estábamos muy lejos de que oscureciera, y de cualquier manera se me había nublado la vista. ¿Fue él, entonces, quien drenó de mi sangre? Y si fuese así ¿podría condenarlo o juzgarlo, cuando solamente hacia su trabajo?

-Entonces… fuiste vos. –Le dije cuando pude coordinar tres palabras juntas.

-No –Su respuesta fue inmediata.

-¿Estas leyéndome la mente? –Pregunté –Porque si lo estas haciendo sabes que es algo que me desagrada –Y puso la yema de su dedo índice sobre mi boca para que me calle.

-No, no lo estoy haciendo, mujer, eso cuesta inclusive para mí. Pero se a lo que te referís. Yo no bebí de tu sangre. Fue mi hermano. –Su mirada había perdido cualquier rastro, no podría describirla ni aunque me esforzara. –Es lo que teníamos que hacer, lo siento. –Y terminó su explicación.

-Tu hermano. ¡Ja! Me da escalofríos, ahora tengo motivos.

-¿A dónde vamos a ir? –Preguntó Andrés, dejándome helada. ¿Vamos a ir? Si, eso había escuchado.

-¿Vamos? Yo me voy sola. Además no te conozco. –Fui clara y sincera.

-A juzgar por nuestra pequeña reunión la noche pasada, podría decirte lo contrario. –Y se aclaró la garganta, borrando su risita.

-Momento. Oh, de eso quiero hablar. –Lo miré cerrando los ojos, escrutando cual podría ser su respuesta, pero era como inflar un globo que solo se agranda con helio. Nada.

-¡Por favor! ¿Tanto importa el sexo? –Respondió sin un gramo de pudor.

-¿Tuvimos sexo? –Juro que cuando terminé de hacer la pregunta, tuve ganas de taparme con millones de cartones y no salir nunca más al exterior. ¿Acaso lo habíamos hecho? ¿Por qué no podía recordar nada, salvo los besos y las manos?  Jamás iba a perdonarme haber cedido tan fácilmente ante una persona que apenas conocía. Pero era su culpa. Andrés provocaba estas cosas. Tenía una espalda hermosa, y sus camisas a cuadros oscuros, o sus remeras blancas y negras al cuerpo, lo hacían extremadamente sexy. Ni hablar, en momentos como estos, donde traía su campera de cuero bastante ajustada también. Y dejando de lado cuando se ponía sus lentes de sol Rayban Wayfarer originales, era el hombre perfecto. Alto, estilizado, gracia al caminar. Todo lo opuesto a mí, que en cuanto nos comparé, supe que si Andrés tuviese madre, yo sería la clase de mujer a la que odiaría por no estar a la altura de su hijo.
Él estaba hablándome, pero yo, después de formular la pregunta, no me concentré en escuchar su respuesta. En cambio, había estado volando la imaginación, creando diecisiete formas de quitarle la ropa a quien tenía enfrente, de manera vulgar. Es increíble que en momentos como estos, en los que todo esta al revés, yo tenga tiempo de hablar o pensar incompetencias.

-Podría ser un buen compañero de cuarto. Además tengo auto –Dijo y me guiñó el ojo. –Sin contar, que podrías tener el honor de conocer mí casa. -¿Tenía un tic, o él estaba volviendo a guiñarme el ojo? Lo pensé por un momento y le sonreí. Mi decisión estaba tomada.



*



Era tarde mientras volvíamos, ya había anochecido, y pasé toda la tarde fuera con Andrés. Caminamos bastante, y por suerte, no es de los hombres charlatanes, sino todo lo contrario. Sólo hablamos cuando lo ameritaba o yo necesitaba saber algo. Pensé en todo lo que había pasado este último tiempo desde que supe que había muerto y luego, me convertí en vampiro. Todo es una locura. Ahora resulta que no le pertenezco de ninguna forma a Dante, resulta que él solo fue un daño colateral de lo que en realidad era. Resulta que no tengo solo un par de padres, sino que otros más. Resulta que yo y Benicio somos, mejor dicho, fuimos muy cercanos.
Se sabe por demás que éste ultimo tiempo, descubrí que estaba enamorada de Benicio. Pero ya no puedo confiar en él. Si yo le pertenecía ¿por qué no hizo nada para hacérmelo saber desde un principio? Más de treinta años estuvo esperándome, para que cuando llegara el momento en el que regresé, haya actuado como actuó, con indiferencia. Si yo era suya, tendría que habérmelo explicado, y no digo que fuese algo fácil de entender. Nosotros nos pertenecíamos el uno al otro, pero esto, para mí, estaba más enterrado que nunca. No me gustan las mentiras y en más de una oportunidad le exigí saberlo. A lo mejor, se arrepintió, a lo mejor, para él yo no valí la espera y está haciéndomelas pagar.
Estábamos llegando, cruzamos un parque enorme, y había demasiada oscuridad, entonces algo captó cada uno de mis sentidos. Era un fuerte aroma, denso. Muy denso. Mi cabeza empezó a fallarme, y mi cuerpo estaba desvaneciéndose. Íbamos a todo ritmo con Andrés cuando caí sobre mis rodillas y arranqué un buen pedazo de pasto y tierra del campo. Era muy obvio lo que me pasaba, y sólo escuché a Andrés decirme –tranquila, estas hambrienta –. La vista se me nublaba y solo pude llevarme una de mis manos alrededor del cuello, tratando de apretar bien fuerte, como si eso pudiese aliviarme el dolor de alguna forma u otra. Mi cuerpo necesitaba sangre con urgencia. Había perdido la cuenta de cuanto tiempo llevaba sin una buena alimentación y mi cabeza giró aun con más fuerzas. Él me agarró por atrás sosteniendo mis hombros, y entonces alguien se estaba acercando. Me paré de golpe, sintiendo el aroma que me pedía que buscara la presa, mejor dicho, a mi victima. Y de ante mano pude sentir la sangre bajar por mi boca, espesa y dulce. Eché a correr lo más fuerte que pude, y sentí a Andrés sobre mis talones, como si estuviese lanzando chillidos graves sin levantar la perdiz para quien pudiese estar dando vueltas. Pero no había nadie, nadie más que a mi presa quien divisé a lo lejos. Alto, moreno, y hermoso. Por sobre todo hermoso.

-Lo siento –Le dije al desconocido.

-¿Por qué? –Preguntó, con inocencia en sus ojos.

-Por esto. –Y me lancé a su cuello, de manera salvaje.
Drené cada gota de sangre sin apenas conciencia o remordimiento. Estuve cinco minutos sobre su cuerpo, cuando me di cuenta que ya era como sorber una pasa de uva. No quedaba nada. Cuando me levanté, vi alrededor como si hubiese despertado por primera vez. Como si hubiese nacido en ese momento. Todo lo vivido, todo lo compartido con unas bolsas de sangre, no fue nada comparado con el ahora. Creí que mi infierno había empezado aquel día en la morgue. Pero ahora, recién ahora después de meses, desperté realmente en el Infierno. Porqué si este placer no lo era…. ¿Entonces qué? Había matado por primera vez, si esto no estaba mal, entonces no sabría decir que era lo correcto y qué no. Miré a mí alrededor, y entonces me paré cuando vi a Andrés que venía muy lentamente caminando los últimos cinco metros de distancia que nos separaban. Agitó sus manos, hizo una reverencia y aplaudió unas dos o tres veces, lentamente. Como quien ve una obra teatral aburrida, solo que su cara mostraba fascinación.

-Creo que vamos a tener que limpiar este chiquero. –Dijo divertido, cuando se acercó a lo que yo llamo velocidad vampiro. Me miró fijo a los ojos, frunció la nariz percibiendo el aroma de la sangre en los costados de mi boca, se acercó, midiendo cada centímetro, y pasó su lengua por un costado de mis labios, sin tocarlos, para degustar la cena. –Mi preferida –Sentenció. –Por dios, por dios por dios, pensaba en mis adentros. Si mi cuerpo se sacudió solo por ese rose… si en el baño pude descubrir ese fuego, no quiero imaginarme lo que sería culminar lo que empezamos en más de una oportunidad, directa o indirectamente.


Algo me había pasado. Definitivamente algo me había pasado para que yo me sienta como me estaba sintiendo. Ya no tenía hambre, ni me dolía la cabeza, y casi no me sentía lo deprimida que estaba cuando comenzó la mañana y me fui de la casa de Benicio, para perderme. Ahora me sentía bien, como si nada fuese a opacar este momento. Había cenado, y me había despachado como nunca antes. Y por sobre todas las cosas, no me sentía culpable por la persona que había muerto, ni cuando fuimos a un descampado de la zona para deshacernos del cuerpo y quemarlo. Andrés me hacía ver todo esto de manera más clara, porque como él decía “estar bien alimentados, nos hace absolutamente lo contrario a vulnerables” Y no era sólo eso. Era todo lo demás. Mi velocidad al andar había aumentado, no sentía dolor en el cuerpo ni fatiga. Y me sentía bien por sobre todas las cosas.

-No es necesario que vayamos a despedirnos de tu Benicio. –Y sus risitas ahogadas, ahora eran cada vez más evidentes.

-No pienso despedirme de un mentiroso. Quiero ir a buscar algo de ropa.

-Amanda…. –Su voz era seria. –No quiero que volvamos nunca más. –Se paró frente mío, tomándome por los hombros y clavando su vista sobre la mía.

-Es que………. –Mi voz tembló. Y dudé. ¿Por qué estaba haciendo esto?

-Nada, no quiero que volvamos. Él te uso, y es un mentiroso. E idiota. –Puso sus ojos en blanco, me soltó y seguimos caminando. Miré a un costado. En definitiva, me sentía usada por Benicio. Lo consideraba un mentiroso. Pero estaba muy lejos de pensar que era un idiota. Andrés continuó hablando -¿Es que además no te das cuenta lo bien que te hace alimentarte correctamente? –Su mirada cobró un júbilo que nunca antes había visto en él, era como si estuviese a punto de conquistar el mundo. No lo interrumpí –El cuerpo cambia, nuestra visión no solo óptica, sino de la concepción del mundo es diferente. No hay que preocuparse nunca más por los sentimientos absurdos que nos hacen dudar sobre todo. Es como vivir sin culpas, sin remordimientos. –Lo que estaba diciéndome era cierto. Entonces agarró una de mis manos, la presionó con fuerza y me miró a los ojos, penetrándome con los suyos. Todo a mi alrededor se desvaneció, y lo único que pude escuchar, fueron sus labios susurrando sobre mi oído –Eres mía.



*
“En el quieto silencio de la casa, con la barriga llena con la comida que ella le había preparado y bebiéndosela con los ojos… las cosas pasaron de complicado a completamente caótico.
Su corazón latía rápido, pero no se tambaleó. Ella estaba aquí para hacer un buen trabajo, y maldita sea, iba a hablar con él... Él la deseaba. Con un hambre que iba a ponerlos a ambos en un maldito aprieto.”

Cita de “Crave” Saga Ángeles caídos de J.R WARD



Andrés caminó el pequeño trayecto a la casa de Benicio, donde irían a despedirse para su satisfacción con Amanda en brazos, como si fuese un bebé. Recorrió el camino poco poblado hasta llegar, y una vez que lo hizo, deslizó sus llaves lentamente. Entró despacio, ya era de noche. Música de piano se escuchaba a lo lejos, y él la depositó en el diván lentamente, como si no quisiese que ella despertara. Resulta que haber manipulado su mente lo había agotado sobremanera. Andrés era un hombre de palabra, y tal como se lo había dicho a su hermano, iba a arrebatarle a Benicio su única razón para estar vivo. Él había estado esperando el momento adecuado, como un animal esperando atacar a su presa en el mejor momento. Como si fuese la guerra, aprovechando la debilidad del enemigo. Su carnada había sido sin dudas Amanda. Las cosas no estaban planeadas, él pensaba llevársela de todas formas, alguna oportunidad iba a encontrar, sólo que no se hubiese imaginado que sería tan pronto. Habían estado en el lugar equivocado, en el momento equivocado, si ella quizás hubiese estado bien alimentada, su instinto no le hubiese jugado esta mala pasada. Pero nada podía pasar para volver el tiempo atrás. Andrés aprovechó la vulnerabilidad para jugar sus cartas. Era ese el momento. Amanda se había mantenido lejos de la sangre humana a treinta y siente grados, y había podido sobrevivir con las bolsas del banco de sangre que Benicio conseguía bajo influencias mentales hacia los guardas de seguridad de clínicas y hospitales, pero estando lejos de ellas… bueno, el resultado fue obvio. Es muy difícil mantener cierta humanidad bajo la influencia del deseo de sangre fresca y caliente. Lleva mucho tiempo controlarlo, pero ella no había tenido ese tiempo. Era nueva en esto, y el autocontrol no existía en su diccionario. Mucho menos bajo la influencia de Andrés, quien iba a concluir con su cometido, casi tan fácilmente como aprender a andar en bicicleta.
Él se sentó a su lado, en el borde del sillón, enrollando sus dedos con el pelo de ella muy suave y lentamente. Esbozó una sonrisa triunfadora, se cruzó de piernas y vio bajar a Benicio.

-¿Qué le hiciste? –Preguntó el recién llegado, en voz baja pero amenazadora.

-Nada que pueda dañarla. No quiero que mi juguete nuevo se eche a perder –Contestó Andrés, como disfrutando su situación.

-Ella no es un juguete. Y es mía. –Contestó furioso.

-Ya no. Pero podes esperar a que despierte, y enterarte por tus propios medios.

-¿Qué es lo que queres? –Preguntó Benicio –Puedo dártelo, pero alejate de ella. Ya. –Y sus palabras eran amenazas, filosas, peligrosas.
-Es tarde para negociar. Ahora tengo ganas de un poco de diversión. –Y entonces, Andrés ya estaba de pie, susurrando algo nuevamente al oído de Amanda, quien abrió los ojos y se la notó abombada. Miró a su alrededor, se reincorporó suavemente y le dedicó una amplia y dulce sonrisa a quien le hablaba en secreto.

-Ajá. ¿Y ese quién es? –Preguntó Amanda a Andrés, no por Benicio, sino por la persona de la que le hablaba él en susurros, casi ignorando a Benicio a su lado, quien los miraba con incrédulo horror. –Esta bien. Lo voy a hacer. Te amo. Andrés. Te amo. –Dijo Amanda, de manera dulce y protectora, quien luego se dirigió a Benicio con una mirada de odio y como quien quiere matar a una mosca. –Dale lo que te pide. Dáselo. –Finalizó ella, ahora sí dirigiéndose a su ex vampiro protector. 

-Amanda… ¿qué te hizo él? –Le preguntó Benicio en un hilo de voz, como si alguien estuviese clavándole mil estacas en cada centímetro del corazón.

-Andrés. –Se apresuró ella, mirando todavía al otro con desdén. –Él me desagrada, quiero que nos vayamos. Por favor ¿Sí?

-Por supuesto que si, amor. Pero antes, tienes que pedírselo, de otra forma no accederá. –Y este apoyó sus labios sobre la frente de la muchacha, con una ternura que revolvió el estomago de Benicio.

-Queremos a Dante, y no es una suplica, sino una orden. Lo queremos, necesitamos su sangre. –Le reprochó Amanda a Benicio. Pero este le devolvió una mirada confusa,

-No voy a hacerlo, Amanda, vos lo amas. Amaste a Dante, no voy a lastimarlo, ni permitir que otros lo hagan. ¿Con qué propósito lo haría? –Benicio había estado tambaleándose, casi descompuesto del deplorable espectáculo que estaba presenciando. Andrés había manipulado la mente de Amanda, a tal punto en la que ella hacía no solo lo que él le pedía, sino que ahora era su fiel compañera.

-¿Con qué propósito lo harías? –El vampiro malvado parecía excitado. –Sangre de un inmortal Benicio, nuestra liberación de Marcus, y del Infierno. –Sugirió éste con una mirada fortuita.

-¿Inmortal? ¿De qué están hablando? –Preguntó  fuera de sí, sintiendo que había perdido en el camino gran parte de la historia.

-Amanda… contale.  –Exigió Andrés con un morbo malvado. –Decilo.

-Sangre inmortal. La de un ángel caído. La de Dante, uno de los diez Ángeles caídos, extintos, distribuidos sobre la tierra. 

8 comentarios:

  1. cuando sale la continuacion???

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  2. No tengo palabras para describir lo maravillosa que es tu historia. Cada capítulo era más genial que el anterior. Tienes una manera de relatar super increible y la narrativa de los sentimientos es única...casi lloro por mi querido Benicio. Espero que lo continues pronto, voy a estar esperando con ansias.
    XOXO de Ecuador

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  3. aii no puedo esperar para leer la continuacion, no aguanto mas x saber q va a pasar!!!!

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  4. me enkntooooooooo:'( no puede serr:(pobre benicio :'( m enkntaa tu historiaaaaaa s superr xfaa kontinuala rapidooo mueroo x saber ke pasaa:'( m enkntaa te felicito ers buena eskritoraa!!

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  5. COONTINUAAALA ! ESTA B U E N I S I M A !!

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  6. HERMOSA HISTORIA.... COMO SIGUE?? QUE PASA CON EL POBRE DE BENICIO?? aaaaaaaaa MALDITO ANDRES!!

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  7. Please subi pronto el otro cap.!!!!!!!!!!no podes cortarla ahi, que intriga!!!!...

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  8. Para cuando la continuación?? Me encanta la historia podrias llevarlo a alguna editorial a ver q opinan, xq esta genial...saludos desde España!!!Subelo pronto xfa!!!

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