domingo, 1 de mayo de 2011

Fanfiction sobre la Saga Despertar, creado por Angus Wood. Titulo "Deseoso de sangre"

(Bajo este Fanfiction está publicado el NUEVO capitulo de DESPERTAR III: Efecto Lunar, actualizado hoy Domingo 01-05)

*




      FanFic sobre Despertar.
       El término fanfiction o fan fiction (literalmente, "ficción de fans"), a menudo abreviado fanfic o simplemente fic, hace referencia a relatos de ficción escritos por fans de una película, novela, programa de televisión o cualquier otra obra literaria o dramática. En estos relatos se utilizan los personajes, situaciones y ambientes descritos en la historia original y se desarrollan nuevos papeles para estos personajes. El término fanfiction hace referencia tanto al conjunto de todos estos relatos como a uno en concreto, según el contexto.

 — ¿Qué tienes que decir ante la acusación?

 — Que lo amo.

 — ¿Estás segura de eso?

Amanda lo pensó sólo por un instante, y a su mente vinieron pesadas imágenes demasiado exigentes, que las hicieron sentir débil, fuerte y excitada como el infierno. ¿Para que acallar la voz de su conciencia justo en aquel momento? ¿Cómo si necesitara algo más? ¿Cómo si en verdad necesitaba recordar su fogosidad para comprender lo enamorada que estaba?, no, lo cierto era que no lo necesitaba.

 — Si, lo amo —aceptó humildemente antes de bajar la cabeza.

Unos pesados mechones de cabello cayeron sobre su rostro, ocultando sus lágrimas a la perfección, aunque aun él las podía verlas, todos allí lo podían hacer, ¿pero que importancia tenía llegado al caso?, iban a matarla de todos modos.

 — Esto no será como cuando niños —le advirtió su verdugo.

Demonios, Amanda ya no necesitaba juegos de palabras, lo comprendía, sabía que el final estaba allí, y sabía porque lo había conseguido.

 — Lo sé, aunque a veces la muerte no es permanente...



Deseoso de Sangre.





— No entiendes lo que desataste, no estás ni enterada —anuncio Lucio desquiciado.

Ella miró a su compañero, y no entendía porque él decía aquello, y a la vez podía imaginarlo.

 — Sé lo que hice. Hice lo que tenía que hacer.

Lucio blasfemó con fuerza insultando hasta el sagrado sacramento.

 — ¿Es que no lo entiendes? —preguntó fuera de sí —. ¿Quieres que te cuente como terminaste en frente del monasterio a medio vestir? ¿Quién te trajo para empezar? —cuestionó con el mismo ímpetu que antes —. Fue él... ¡Demonios Amanda reacciona! Fue el muy maldito de quien dices estar enamorada, quien te abandonó a la vista de todos...

 — Él no haría algo así... —lo defendió rápidamente.

 — ¿No? —preguntó apagado y colérico —-. ¿Tan segura estás?

 — Si.

Lucio tomó unas hojas y se las tiró en la cara, ella no tuvo que verlas con demasiado detenimiento para comprender de qué se trataba, era él... él dejándola en el suelo con aquella sonrisa tétrica en su rostro.

Amanda lo hubiera sentido más, si además de largar aquella verdad, también hubiera clavado una daga en su pecho, ¿y que esperaba de un Vampiro?, ¿qué esperaba de él?

Sólo podía esperar algo como lo que él acababa de hacer. Maldijo sintiendo como su alma se rompía, aquel Demonio no sólo la había arrastrado al Infierno, sino que no la acompañaría... Aunque eso, se podía arreglar.



 — ¿Tienes alguna idea de lo que duele el amor? —preguntó a pasos de besarla.

Aquel recuerdo la golpeó cargando su cuerpo de fuego, al tiempo que la enterraba en la angustia, si, sabía lo que dolía, él se lo había demostrado. Envenenándola de apoco en la atracción irreal de un ser sobrenatural. Pero estando allí, o habiendo estado entre sus brazos, gozando de sus caricias al máximo, comprendía que ir al infierno por haber estado con el Demonios más sádico, era una condena justa.
Había vendido su alma por unos cuantos orgasmos, pero, ¿a quien demonios le importaba?, nadie borraría de su piel, el rastro de sus besos, y como sus colmillos se clavaban de manera brutal sobre su piel.
Casi podía sentir el cosquilleo de la misma de tan solo recordarlo.


Amanda se encontraba en una celda, esperando la ejecución, su crimen, enamorarse y perder la cabeza por un Vampiro, su condena, justamente la misma.

No estaba demasiado bien visto, que ella, una maldita Cazadora, se enamorara justamente de lo que asesinaba... pero aquel había sido su maldita perdición, desde que había visto sus ojos, su cabello revuelto, su maldita y altanera manera de ser, la había arrastrado demasiado bajo, no podía caer más allá del piso, y con él, estaba a punto de ir al maldito subsuelo.

¿Por qué?, preguntarlo ahora había perdido el sentido, él muy maldito la había abandonado en frente de todos, mordida y sumamente desarreglada, todos allí sabían que se había acostado con él... y demonios si lo había disfrutado como el infierno, pero no creía justo de su parte pagar por enamorarse, de todas maneras lo era, era malditamente justo, porque ella había descendido al infierno sin necesitar indicaciones, sabía lo que le aguardaba si llegaba a cometer un desliz, y no sólo había patinado, sino, derrapado contra el asfalto de manera dolorosa.

 — Andrés —dijo para sus adentros —. Yo te mostraré si el amor duele...


No habría cazado Vampiros la mitad de su vida, si no supiera como escapar de aquella maldita situación... pero era Andrés quien en verdad sufriría, para él ya no habían un amor que mantener, sino odio puro.
Había hecho con ella, lo que él había querido, la había devaluado a menos que nada, he incluso menos que eso también...

Recordó la noche infernal que habían pasado juntos, y Dios, él era mucho más de lo que se había jactado ser. Si, bien, tenía que aceptarlo, la había hecho tragar palabra por palabra que muy ignorantemente había soltado sobre su maldita virilidad, pero Andrés, muy amablemente la ayudó a vomitar bastantes de ellas detrás de cada aplastante orgasmo.
El fuego crecía nuevamente, arrastrando su cordura, haciendo de su amor propio, un soplo en la oscuridad de aquel incendió. Si se quisiera un poco más, aceptaría su pena, pero porque se quería se encontraba dando paradas a la reja de entrada, ella lo desmembraría, porque definitivamente, se quería más a ella que a él.
¿Cómo había dicho en un principio que lo amaba?, lo peor esa saber que lo había soltado en frente de todos, ¿acaso no lo quedaba claro que él la había traicionado?... no, no le había quedado claro, no hasta que él bastardo la abandonó a la vista de todos.
Dio otra patada a la puerta, juntando más fuerza de su dolor interno. Él padecería, rogaría, se arrastraría, pero nada conseguiría con aquel circo. La patada fue con más fuerza, imaginando que era su cuerpo el que pateaba, lo que podían hacer tres semanas persiguiendo al mismo maldito, había tirado absolutamente todo por tres semanas y dos noches...
Pateó nuevamente la puerta, ella no moriría, no daría su existencia por un idiota, no importaba que estuviera mal visto, o que quedara como la ramera cobarde de un Vampiro, Amanda era mucho más que eso, y se lo demostraría.
Un empujón más, la reja cedió unos centímetros.
Lo apuñalaría donde más le doliera, y aunque no sabía exactamente en donde, podía suponer que era, un hombre siempre tiene un punto bajo el cual apuñalar con fuerza, si el suyo era el amor, entonces ella estaba demasiado perdida, pero tampoco importaba, no había peor condena para un idiota arrogante que caer bajo la piernas de una mujer.
Amanda volvió a patear la reja con un resultado final, la maldita cedió, ahora si, Andrés no tenía escapatoria, la había envuelto en su mentira de Vampiro respetable, bien, jugarían el juego de cuantos golpes bajos podía resistir. Lo había tenido una vez, no había necesidad de tener demasiada imaginación, él no la tenía, había hecho algo bastante infantil, y ahora, no sólo tenía la ira de una mujer, sino la suya, y aquello era doblemente peor.


Vampiro básico, si los habían, era él... Sadismo contenido, juego de poder, un par de mordidas indecentes, y el juego habría acabado, ella había dado pelea, porque la situación lo ameritaba, y ahora... Ahora sería una maldita perra, por la misma causa.

Andrés la había llevado a su escondite, en Londres era fácil adivinar en donde los Vampiros se escondían, pero el maldito había demostrado ser demasiado inteligente, que bueno que también ella lo fuera.


La estrategia era demasiado sencilla, muy fácil, tanto que se acusaba a sí misma de no querer usar demasiado la cabeza, pero no había tiempo para algo mejor, su propia gente la estaría buscando, sus malditas tarjetas de crédito habían sido bloqueadas, sus cuentas, congeladas, y estaba segura que su casa estaría siendo vigilada, pero después de tantos años en aquel negocio, Amanda había aprendiendo a buscar un escape, teniendo dinero no sólo en bancos.

Había intentando no pensar en nada más que en la conversación de la mañana con Lucio, tenía demasiado rencor, y aunque sabía que este juego no lo iba a ganar, pero al menos, lo intentaría.


Se había embutido en el vestido más provocativo que pudo, su pudor había quedado fuera definitivamente, ya que aquel atuendo además de ser extremadamente corto, también era escotado tanto en la espalda como en el frente, dejando sus cuerdas expuesta a la perfección, negro opaco y sin ningún adorno, sabía que las marcas de Andrés persistían en su pálida piel, pero eso no importaba.
Caminó entre la gente del bar, podía sentirlo, no estaba segura de cómo o porqué, pero lo sentía allí, como una sutil caricia gélida. Se apresuró a llegar a la barra, mientras el corazón se mantenía a una frecuencia cardiaca estable, siempre había admirado aquello de su lado asesino, podía estar desmembrando a quien sea que se le pudiera en el camino, pero sus manos jamás temblarían.

 — Quién diría que aun puedes caminar erguida y con las piernas juntas... debo afirmas que me siento decepcionado —ronronearon a sus espaldas.

 El pulso se disparó, y maldijo por aquello, sólo él la desataba de todas las maneras posibles, y si bien tenía un maldito cuchillo escondido por allí, eso no le brindaba seguridad, se sentía sucia, pese a las veces que se había bañado. Mentalmente y moralmente lo estaba...

 — Quien diría que después de jurarme amor, me dejarías tirada —contestó girando en sus talones.

La primera imagen de él, fue devastadora, llevaba la camisa a medio abotonar, blanca y suelta, pero su memoria recordaba demasiado bien lo que la tela ni siquiera se molestaba en ocultar. Su pecho, suave al tacto, pero duro... demasiado duro...
Sus ojos relampaguearon en reconocimiento, y no puedo evitar volver la vista a sus labios, aquellos malditos labios rosas, llamativos hasta el hartazgo.

 — ¿Qué ves Amy? —preguntó sonriendo.

Rápidamente cambio la dirección de su mirada, y bajó hasta sus pies, donde un pantalón de vestir algo suelo negro, se amoldaba a sus atléticas piernas.

 — Veo a un Vampiro idiota... —contestó.

Andrés sin penarlo, la apretó contra la barra dolorosamente, y usando su cuerpo como una prisión.

 — Anoche no opinaste lo mismo —susurró rozando sus colmillos depravadamente sobre su cuello —. No al menos mientras te montaba, y menos que menos, cuando te corrías con mi nombre...

Involuntariamente ella se estremeció. Lo recordaba demasiado bien, como para que aquel también hiciera una nota más...

 — Anoche... —murmuró Amanda disfrutando de lo que diría —. Anoche te portaste como un hombre, hoy demostraste ser mucho menos que es —se encogió de hombros despreocupadamente —. Supongo que en parte es mi culpa por pretender creer que eras más de lo que me demostraste. Pero no, la verdad sale a la luz, sólo eres un gran idiota, y no de forma sutil.

Andrés embistió un poco más el cuerpo de Amanda, disfrutando de su cara de dolor he incomodidad, si ella no pretendía encontrar lo que él estaba a punto de ofrecer, poco importaba.

 — Quieres volver a ver él mismo hombre de anoche.

Aquello no sonó como una pregunta, cuando en verdad tendría que haber sonado como una. Amanda lo quería, pero bajo sus reglas, no las de él.
Si alguien le hubiera preguntado con anterioridad, ¿Qué demonios haría a partir de allí?, Amanda se habría quedado sin respuesta. Su idea había sido acabarlo de todos los modos posibles, pero estando allí, las alternativas eran escasas.

Andrés tomó su cuerpo y no con cariño, tampoco lo recordaba así la primera vez... y maldita fuera, si afirmaba que aquello no le gustaba, porque le fascinaba que fuera hosco, por lo menos, ella podía tener el poder de despertar algo en él, algo que quizás nadie podía, porque aun estaba viva, era motivo de celebración, aunque tampoco tanto, la había abandonado para que la matasen, pero él jamás se habría perdido la oportunidad de torturar y asesinar...
Allí fue cuando quizás parte de una verdad mucho más grande cayó antes sus ojos, aun estaba viva, por más que le faltara sangre, o que su cuerpo fuera un maldito muestrario de mordida, tenía pulso, y él, estaba apretando su cuerpo mientras la besaba, como si no se pudiera apartar de ella...

 — ¿Por qué no lo hiciste? —preguntó cerrando sus ojos involuntariamente frente al placer de su tacto.

 — Lo hice muchas veces anoche —respondió sonriendo.

 — ¿Por qué no me mataste?


Andrés se congeló ante aquella pregunta, y todo su cuerpo se puso en tensión, dispuesto a atacarla en cualquier momento.
¿Por qué no lo había hecho?, cuando la había visto dormir entre sus brazos... su piel, su perfume, su sangre, todo había quedado en aquella habitación, pero por más que su dictamen de muerte hubiera estado escrito desde el día en que ella lo había seguido por primera vez, no lo había hecho.
¿Por qué?, ella había estado indefensa en aquel momento, la misma que ahora tenía en frente, sus ojos avellana perforaban su vista, intentando conseguir una respuesta. Él era un depredador, el más peligroso, juez y verdugo, asesino... y aun así, no lo había hecho, había dejado que alguien más se encargara del trabajo sucio cuando en su vida había actuado como un cobarde... y ¿Por qué?
«Por ella»


Amanda intentó esperar paciente su respuesta, pero no pudo, algo en el aire o quizás en su manera de mirarla le dio a entender que no obtendría respuesta, pero que pese a todo, ya lo sabía...
Hacía sólo un momento habían hecho un espectáculo interesante, aun todavía seguía agarrados de aquella manera, pero nadie parecía reparar en ellos... supuso influencia del Vampiro que tenía posicionado exactamente entre sus piernas.

 — Te quiero a fuera —ordenó tomando su brazo y arrastrándola entre toda la gente.

La llevo fuera, ocultándolos entre la oscuridad, era perfecto, Amanda sólo tendría que sacar su daga y terminar con él, así como Andrés había intentando acabar con ella, pero no podía si quiera cuadrar sus movimientos, o pensar en hacerle daño, junto a él, estaba perdida y caminando a una muerte segura... ¿Qué más daba?, no lo podría matar por más que aquel había sido el motor de su irá. Se había condenado por mirar a un asesino de manera diferente, morir sólo era un justo castigo.

 — ¿Por qué no te maté? —preguntó Andrés empujando su cuerpo contra la pared más cercana de manera agresiva —. ¿Vienes a preguntar sólo eso? —le cuestionó mientras se acercaba a ella como un depredador —. Y si sólo buscas eso... ¿Por qué el vestido...?

Amanda no tuvo tiempo de formular respuesta alguna, puesto que los labios de él, se encontraban presionando los suyos.
Sintió como él la aprisionaba contra el cemento y su cuerpo, Andrés alzó sus piernas hasta su cintura para tener un mayor acceso posesionándose entre sus piernas. Recordaba perfectamente cual era la sensación al estar dentro de Amanda, pero no quería sólo el recuerdo. Embistió su frágil cuerpo, sin siquiera penetrarla, pudo sentir como su amante humana gruñía de placer y lo besaba con más ímpetu.
Era una sensación demoledora, aplastante, como si su propia alma quisiera complacerla, pero su sádico razonamiento lo impulsara lejos de aquel intento.
 « Demonios, tendría que haberla matado»
Ahora no había tiempo para sentirse mortificado, porque estaba allí, a punto de hacerla suya si es lo que él quería, ya que Amanda no opondría resistencia, y por más que una parte de su oscura alma, lo deseaba, deseaba que ella gritara y suplicara piedad, la otra, demandaba que tomara lo que en aquel momento, Amy le ofrecía, y no pensara en la alternativa de castigar su cuerpo.

Era demasiado intenso para poder contener el impulso, sus emociones lo estaban volviendo idiota, y jamás se sentía débil frente a nadie.
La mordió, de la manera menos suave, impartiendo una marca en ella, mientra la escuchaba llegar a la cima del éxtasis, ella sufriría, pero de manera diferente. 

Amanda comprendió que no fue para el deleite del Vampiro, lo que ella había intentando en un primer momento, pero no podía, ni siquiera recordaba cuales había sido sus pautas, tomó rápidamente antes de que él lo notara, la daga, pero teniéndola entre sus manos, ni siquiera podía cuadrar el ataca.
La soltó ruidosamente, provocando que Andrés dejara de tomar de su vena.

 — Mátame —le exigió.

Sus lágrimas golpearon la superficie de sus ojos, se sentía inútil y desganada. Lo que en su momento le había parecido la venganza perfecta, ahora era una burla exacta de lo que no podría concretar aun cuando lo quisiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario