miércoles, 8 de junio de 2011

Despertar III Efecto Lunar, Capitulo 8: Hacia el polvo vamos.




Cabreada era poco, el muy bastardo ni se había tomado la molestia de desmentir que Lumi le gustaba. Ya no tenia una mierda de ganas de festejar su cumpleaños, pero lamentablemente Galadriel se había encargado bien temprano de ir a hacer las compras.
Amanda se encontraba mentalmente agotada, primero la discusión con Benjamín, después, la discusión con Benicio ¿acaso todos se complotaban para hacerla sentir la peor de las personas? Quizás sea mejor admitir que su vida se había tornado una completa porquería, y no sólo que ella misma generaba que sus días fuesen miserables, sino que ayudaba bastante a volver de la misma forma, la existencia de los demás.
Se recostó con un libro sobre sus piernas, tal vez leer la ayude a dormir y de esa forma conectar con Andrés en sus sueños. ¿Eso era posible? Vivir en una fantasía no la ayudaba en la realidad, pero una vez más, eso era lo que se repitió, tan sólo una vez más…

— ¡Lo logré! —se dijo con nerviosismo, cualquier movimiento extracurricular y se vería despedida del sueño con la facilidad en la que entró, bien, era raro.

Miró a su alrededor con aires de superación, esta vez no llevaba ninguna prenda extraña, y de hecho, no había viajado en el tiempo. Todo era bastante normal. Ya saben, un fondo verde, un día soleado, el canto de los pájaros… y él, caminando a pasos agigantados hacia ella, con una mirada asesina sobre sus ojos, tan filosa que el aire se cortó a su paso.

— ¿Qué haces aquí, maldita seas Amanda? —Andrés estaba más pálido que nunca y sus labios tenían un matiz morado, como debería tenerlos un muerto, es decir, un humano que murió.

—Voy a volver todas las veces que me plazca —se aventuró a responderle, Amanda ya no temía, nada que él pueda decirle iba a herirla más que el sentimiento de perdida con el que convivía día a día al saber que su gran amor estaba hecho polvo en la Isla del Vinten Lodge— si sólo puedo tenerte entre sueños, pues me importa una mierda, te tendré así.

—Esto es más peligroso de lo que crees ¿sabes? Quizá alguna vez no vuelvas a salir. —Amenazó sin remordimiento, sin embargo, a pesar de lo enojado que se encontraba, no pudo evitar que aquellas manos que estaban sosteniendo a la chica con tanta rudeza, se vuelvan más frágiles y cariñosas.

—Pues, que así sea.
Andrés negó un par de veces con la cabeza, y su boca se acercó a la frente de Amy que reposaba libre por el viento que sacudía el lugar. ¡Que demonios! ¡Se sentía tan bien!
Pero como en todos los sueños, a veces las cosas no resultan como uno lo espera. Aquella brisa que apañaba el amor que unía a los dos seres sobre el pastizal, se volvió como un huracán de vapor, algo en el aire olía a humo, a fuego… una temperatura infrahumana que podía percibir desde las entrañas.
Amanda se aferró a Andrés, él se puso delante de ella mirando hacia todos lados para comprender que rayos era lo que pasaba, hasta el piso estaba sacudiéndose y agrietándose sin más.
— ¡Vete! —Obligó Andrés en un grito que casi la deja sorda— ¡Que te vayas de aquí, es muy peligroso!

Amanda no dudó en la advertencia de su amado, pero una figura que apareció cubierta en una llamarada color rojo la tomó por sorpresa, por un momento temió que sea Marcus, pero él no caminaba con tanta determinación ni siendo el Rey de las tinieblas además era sólo un sueño, ¿o no?

—Tú tiempo se esta acabando aquí, chupasangre —le dijo aquel fornido hombre a Andrés, Amy no podía verle la cara, no lo reconocía, la imagen era borrosa y desde aquel panorama sólo distinguió una chaqueta de cuero, así iba vestido el desconocido— vivo valdrás más para mí, y a decir verdad, estaré complacido en lograr que tu vida sea más miserable que tu muerte.
Andrés la miró a los ojos con su vuelta inesperada hacia la cara de Amanda, un brillo asomó, pero ella ya estaba de regreso a la realidad.

*

—Pues me ha costado bastante conseguir algo para Amy —decía Gala, mientras le depositaba el nuevo vestuario a Benjamín— Benicio me interceptó muy temprano antes de salir de compras, me dijo, exactamente, que si le compraba algo muy provocador a Amanda me obligaría a comérmelo—. Galadriel se estaba probando su vestido.
Benjamín, quién no estaba prestándole ni un ápice de atención, abrió los ojos como platos al ver el vestuario puesto de su novia.

—Mujer, tú si que no dejas nada a la imaginación —Hubiese sido genial que Benjamín dejara de poner cara de perro con hocico dislocado, pero fue imposible.
Y era cierto, Galadriel no estaba dejando nada a la imaginación, llevaba puesto un vestido negro que tenía toda la espalda al descubierto, y las dos tiras de sus mangas libres eran apenas dos franjas de unos treinta centímetros de alto que empezaban atadas con un nudo en el cuello bajando y unían en la parte alta del ombligo formando una pieza entera en la parte de la falda. Lo que significa que también mucha cantidad de piel en su pecho y, a decir verdad, casi todo menos pechos —llámese tetas— y parte baja, iba al descubierto.
Al menos es largo, pensó Benjamín tratando que la saliva se contuviera dentro de la boca, como su miembro masculino dentro del boxer, y no que por el contrario, reventara saliendo como Hulk.

— ¿Crees que Dante verá bien todo esto de salir? Es decir, le he comprado un lindo vestido a Lumi.

—Hablando de Lumi —decía Benjamín, con un tono más serio, dejando de lado sus pensamientos anteriores donde arrinconaba a Galadriel contra la pared y hacían unas cuantas cosas sucias— ¿soy el único que se ha dado cuenta que el muy bastardo anda atrás de esa pequeña inocente?
Galadriel rompió en una risa casi desacatada, hizo un pequeño corto y reducido aplauso, mientras su gesto se mostraba más que emocionado.

—No piensas echarle toda la culpa a él ¿verdad? —Preguntó Gala, sintiéndose curiosa por conocer la respuesta— yo entiendo que tú seas un hombre defensor de nuestro género —le decía la rubia vampiresa con una mirada de agradecimiento —pero… ¿no te lo estas tomando muy a pecho? A ver, ¿soy la única que se ha dado cuenta que la muy bastarda anda atrás de un hombre mayor? —Gala se estaba tomando el atrevimiento de copiar las anteriores palabras empleadas por Benjamín, pero a la inversa.
El vampiro no se puso muy contento al escuchar tal especie de acusación, pero en el fondo, bien sabía que era cierto. Había algo en la forma que los dos individuos, tanto la pequeña e inocente Lumi, como todos la llamaban, y Benicio se miraban, como si sacaran chispas de sus ojos, una especie de mirada acusadora en la que se exigía más de lo que se había recibido, hipotéticamente.

—Él es muy grande para ella —determinó Benjamín.

—Ella es muy chica para él —replicó Gala, frunciendo el ceño y acercándose a su novio para besarlo en la boca.

—Vamos ¿de qué lado estas? —el vampiro sonaba enfadado, pero su preocupación se basaba en temas no banales, la edad podía ser lo de menos en última instancia ¿pero los sentimientos?

—Niño, te olvidas que te llevo ochocientos años —Galadriel le dedicó unos ojos brillantes, él sabía que bromeaba, pero ella quería dejárselo bien en claro antes que el hombre piense que era una cretina por recordarle la diferencia en edades.

—Sabes a lo que me refiero —aclaró él.

—Benicio tendría que preocuparse más por Amy, es ahora o nunca.

— ¿Crees que la salida funcionará? —quiso saber Benjamín con ingenua curiosidad.
Galadriel sacó un bolso de atrás de una de las sillas que había en la habitación haciendo juego con el escritorio. Se la proporcionó al mayor de los Casablanca para que lo abriera y observara dentro. Cuando uno de sus ojos estuvo observando fijamente la prenda que dentro yacía, enarcó una ceja y miró a Gala.

—Es un pantalón.

—De cuero —replicó ella al instante.

—Tú no estas pensando en… —Benjamín estaba confundido.

—Oinsss… ¡no por dios! —Lo tranquilizó— aunque… te verías bien en unos lindos jeans de cuero —le guiñó un ojo y él hizo un chasquido con la lengua— es para Amy, ya sabes… no me autorizaron para comprarle un sexy vestido. Así que opté por un sexy pantalón, realmente ajustado, yo creo que podría cortarle la circulaci… —Benjamín no la dejó terminar.

—Veamos, ¿qué tiene que ver todo esto con si funcionará la salida o no?

— ¿Y todavía me lo preguntas? Espera a verla con esto puesto.
Galadriel tenía un sentido de la moda un tanto confuso para el resto de la gente, tanto la que no la conocía, como la que empezaba a amoldarse a su ritmo y estilo de vida. Ella creía que las conquistas podían encaminarse con indumentaria provocativa, eso es lo que pensaba Benjamín, cuando se dio cuenta que esa no era la mejor forma de describir la situación, sino que, empezó a creer que el tema de la vestimenta pasaba más por un lado de seguridad personal. Es decir, Galadriel creía que las mujeres tenían que, no sólo verse bellas, sino que sentirse de ese modo, y nada mejor que una linda ropa que ponerse a la hora de salir, una que te de seguridad emocional, de esa forma ella mataba dos pájaros de un tiro, al fin y al cavo todos quedarían contentos ¿no? por suerte Benjamín no había visto lo que quedaba en el fondo de la bolsa, la parte de arriba del conjunto que Amanda llevaría esta noche para festejar su cumpleaños atrasado… bueno, eso sí que no dejaba nada librado a la imaginación. Lo único que Galadriel estaba esperando era que Amy tuviese un buen corpiño negro que ponerse bajo la remera calada del mismo color que había comprado para la ocasión.

*

No era nada raro que Dante entre agazapado como un animal en plena caza, de hecho tendría que estar rogando por su vida, teniendo en cuenta que había salido con el auto de Benicio sin su consentimiento. Fue por eso que, una vez en la puerta de la residencia Di Franco —burlándose por llamarla así— frenó para meter la llave en la bendita cerradura, que tan jodido le estaba haciendo el trabajo cuando en más de dos intentos le erró.
Dante no era un hombre con paciencia de oro, de hecho era bastante ansioso, podría haber pateado la maldita puerta a la primera de cambios, pero entendió que su situación no era favorable, se había escapado con «la morocha», tal como llamaba Benicio a su propio auto.
Una vez que estuvo dentro, vio todo oscuro y se extrañó, era temprano, bueno, sí, pero las luces estaban apagadas como si fuese de madrugada. Esto jodía sus benditos planes de proponer una salida en grupo, con la idea casual que en realidad nada tenía de casual, tendría que inventar algo, y el cumpleaños atrasado de Amanda era una buena excusa para sacarlos a circular a todos, dirigirse al bar que le explicó Ian y hacer que él averigüe unas cosas sobre aquel instrumento misterioso que el hombre le contó. Más adelante tendría que hacerse de más información, sabía que Ian no estaba contándole la historia completa, pero era su amigo, maldición ¡confiaba en él! ¿Qué podría ser tan malo? Hasta ahora aquella petición por parte del hombre lobo le pareció de lo más inocente, y hasta donde conocía, y fue testigo de eso, Ian era un hombre de fiar, los clanes lobunos eran un conjunto de hombres dignos de palabra.
Cuando quiso disponer para subir por las escaleras en busca de la ayuda de Gala, a quién iba a proponerle para salir, y que lo ayude a convencer al resto, la luz que se encontraba en la mesa central que dividía un diván del otro, en el living, se encendió. El pie izquierdo de Dante crujió contra el primer escalón y él echó sus hombros hacia arriba, ¿lo habían descubierto?

— ¿Me dirás por las buenas por qué te llevaste a la morocha sin permiso, o tendré que sacártelo a los golpes hasta verte escupir fluido celestial por la boca? —Benicio ya ni siquiera fingía ser cortés con Dante, no  había tiempo para formalidades entre ellos dos.

—Primero, pequeño e infradotado amigo, es imposible escupir fluido celestial —agregó el Ángel— segundo, tu morocha ha llegado sana y salva, no hay necesidad de alarmarse tanto, y sí, me encantaría poder revolcarte un poco por el suelo, pero ¿sabes? Se que tu cabello se despeinaría y… no quisiera verte entrando en crisis, debo darte lugar a que mantengas tu dignidad.

—No tientes a tu suerte, estas sobrevalorándola —dijo muy decidido— en lo que a ti respecta, cuidaría un poco más tu integridad física ¿cuántas vidas te quedan? ¿Una o dos? —alzó una de sus cejas como si verdaderamente estuviese intrigado por conocer la respuesta.

— ¡Pero por Dios! Somos Ángeles, no gatos —Benicio lo miró desconcertado y a Dante le pareció que aquel monstruo de las cavernas no había entendido su chiste— Ya sabes, los gatos tienen siete vidas, o algo por el estilo —Aclaró frunciendo el entrecejo.

—Conozco esa teoría, podría probar contigo —advirtió en un tono poco bromista. — ¿Dónde estabas?

— ¿Eres mi madre? Bendito seas, hombre. Dando unas vueltas, eso hacía.

— ¿Toda una noche? —Quiso saber, serio y con los brazos en forma de jarra.

 —Ahora eres mi novia —si su teoría no fallaba, para evadir a Benicio tendría que mostrarse más enojado, de esa forma dejaría de cuestionarlo.

—Bien —Benicio optó por dejar pasar una vez en su vida aquella ausencia por parte del hombre—teníamos planeado salir a…. festejar el cumpleaños de Amanda. Tal vez necesites asearte un poco. —Aconsejó mientras miraba como la campera de Dante traía consigo una buena cantidad de polvo.

—Estupendo. Yo elijo el lugar —respondió, al final de cuentas las cosas se le estaban poniendo más fáciles de lo que creyó posible— de hecho, venía con muchas ganas de salir e iba a proponerlo si ustedes no lo hacían.
Dante giró y se propuso ir a darse una buena ducha, cuando el vampiro lo llamó otra vez.

— ¿Dante? —Benicio estaba observándolo desde debajo de las escaleras.

— ¿Sí?

—Dame las llaves.

—Ufff… toma, piérdetelas.

—Recordaré eso para la próxima —contestó casi en un grito, cuando aquel endemoniado Ángel desaparecía— y luces espantoso.
Dante ni se molestó en darse la vuelta para enseñarle su dedo del medio, al fin de cuentas el muy cretino tenía razón, se veía realmente mal.

*

—Pues, no es que esté mal la ropa que compraste Gal, pero… enserio ¿pretendes que salgamos de noche conmigo luciendo como de quince?
Lumi parecía muy exigente, en la habitación estaban ella, Galadriel, y Amanda, quién se fastidiaba bastante cuando Ludmila llamaba a su mejor y única amiga como Gal

Lumi… tú tienes quince, encanto. —Aclaró Galadriel mientras la peinaba.

—Además —empezó Amanda mientras se hacía una coleta alta— ¿a quién quieres impresionar, eh? Eres una niña, por tanto, luces como tal.
Ludmila la fulminó con la mirada.

—Vete al demonio —Le dijo, sacándole la lengua.
La pequeña no tenía ningún reparo en mandar a pasear a Amanda, al parecer, era el único ser viviente que no temía hacerle frente, todo podía pasar cuando se trataba de un hombre, y en estos momentos las dos estaban compitiendo por Benicio, claro que Amanda no iba a admitirlo jamás.
Lumi llevaba una remera blanca con un cerdito en color rosa, sí, Galadriel había captado bien el mensaje después de ver varias prendas de la niña con esos animales. Cuando la chica se la puso, inmediatamente se la subió dejando su ombligo al descubierto, haciendo un nudo de costado para que no caiga. Y con lo que respectaba de la pollera de jean que Gala le regaló, dedicaron la tarde en cortarla aún más para desflecar las puntas, así al menos parecía algo más gastada, y no tanto una niña púber a la que apenas le había crecido bello en las piernas. Esa pollera iba a ser un problema, al menos si la pequeña disponía hacer movimientos muy bruscos, con tan solo un suave viento podría dejar al descubierto sus partes íntimas, estaba muy corta, demasiado.
Por otra parte, Galadriel estaba lista, como siempre, el maquillaje que utilizó la hacía ver como una fiera, levantó sus facciones. Tenía un delineado negro que trazaba sus ojos alzándolos con suavidad, mientras que sus pestañas parecían esculpidas. Amanda, sentada en el mobiliario inglés con un gran espejo redondo sostenido por los soportes de roble, desembocando a un gran escritorio repleto de esmaltes para uñas, perfumes y maquillaje, difumaba sus ojos con un fuerte negro mucho más marcado que el de Galadriel. No era un simple delineado, era todo el parpado de ese color, lo que hacía que sus ojos resaltaran notablemente dándole un aspecto gatuno. Sus labios fueron pintados con un delineado rojo que hizo que parecieran más grandes de lo que ya eran, rellenando por dentro con un labial también rojo, y encima de él una suave capa de brillo transparente que hacía que sus labios se vean mordibles, carnosos.
Ya se había puesto la parte de arriba, era una remera negra calada que dejaba ver absolutamente toda su piel, inclusive su corpiño, pero la llevaba con tanta gracilidad que lejos estaba de parecer una cabaretera, era bien entallada al cuerpo, que después de unos días de buena alimentación comenzó a volver a la normalidad, dejando atrás la silueta de una anoréxica para recuperar su tamaño habitual, aquellas curvas podrían dejar sin respiración hasta a un pedazo de madera.
Una vez que estuvo lista, ignorando las conversaciones banales que tenía su mejor amiga con aquella chiquilla molesta, tomó de la bolsa blanca con inscripciones en violeta que contenía dentro su pantalón. Se sacó el short de dormir que llevaba puesto y lo reemplazó con aquel pedazo de cuero, pasó uno de sus pies, luego el otro, y empezó a subir.

—Galadriel —le dijo mirándola con el ceño fruncido— un centímetro menos y esta cosa acaba por matarme asfixiada.
Gala la miró divertida, le guiñó un ojo y acotó:

—Esa era la idea, querida.
Amanda cerró el cierre, abrochó el botón y pasó a mirarse al espejo. Le gustaba lo que veía, ahora se veía saludable…. Y un poco culpable por disponerse a salir cuando tendría que estar encerrada llorando. Bien, quería dejar de lado aquellos sueños raros que tenía, pensar en ellos como lo que eran, sueños, pero no podía hacerse a la idea de abandonar su mundo de fantasía, como tampoco podía creer que verdaderamente no vería más su rostro. Las cosas se ponían un poco difíciles, pero trató de tener voluntad, todos a su alrededor estaban ayudándola de alguna manera. Juró por sus adentros que al otro día iba a hablar con Benjamín, o con Gala, quizás con los dos y explicarles lo que le estaba sucediendo. No era normal.

— ¿Qué pasa? —Quiso saber Gala, con el rostro iluminado.

—Nada —Amanda mintió— me gusta la ropa.
Y eso último era cierto, la ropa no le gustaba, le fascinaba. Con lo que mentía era cuando respondió que nada pasaba, cuando en realidad podría haberse puesto a llorar sin que le importe correrse el maquillaje.
Pero tenía que ser positiva, una noche, pensó. Una sola noche que valga la pena después de tanto sufrimiento, se lo merecía. Al menos ya no había ningún peligro rondando sobre ellos, en tiempos de Guerra como los que habían pasado, Amanda creyó correcto que disfrutar de la paz era algo para valorar y dejar de tomar a la ligera como lo estaba haciendo.
Amanda se acercó más al espejo, miró el contorno de todo su cuerpo imaginando que Andrés estaba a su lado contemplándola, acariciando cada extensión. Pero su imaginación también trajo a colación a Benicio. Jodidamente, ella los amaba, no podía seguir negándolo. Uno estaba muerto, el otro también, pero no de la misma forma ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Borrón y cuenta nueva? ¿Entregarse al que al menos caminaba? ¿Cómo podía ser tan desconsiderada?
Su cabeza quedó atrapada en el espejo, y en el recuerdo del último sueño que tuvo sobre Andrés. Por más que estiraba los recuerdos y trataba de reconocer al otro hombre que había aparecido, le fue imposible, no había visto su cara. Su voz no era audible, excepto porque, por alguna extraña razón, entendía lo que les estaba diciendo.

«Tú tiempo se esta acabando aquí, chupasangre, vivo valdrás más para mí, y a decir verdad, estaré complacido en lograr que tu vida sea más miserable que tu muerte.» le había dicho en el sueño. ¿Qué significaba aquello?
Desde que había despertado del mismo, Amanda se dijo una y otra vez que eso no podía significar nada, es decir ¡maldita sea! Estaba soñando, no podía tomarse todo tan a pecho. Pero era extraño, ¿y si de alguna forma eran sueños premonitorios? Mejor aún ¿qué pasaba si encontrara una manera de traerlo a la vida? Es decir, no era como si ella supiera de algo así, o haya escuchado alguna vez sobre ciertas prácticas, ¿pero qué no era posible después de haber visto tantas cosas? Si su intuición vampirica no fallaba, podría ser probable, había leído como quichicientos libros sobre vampiros y mitología sobre los mismos, Elena, el personaje principal de Crónicas Vampiricas había vuelto a la vida en Invocación, el cuarto libro de esa detestable saga —Amanda la había terminado cuando tenía quince años a prueba de confirmar que le parecía una porquería enserio— ¿y con qué? Unos cabellos y vaya a saber que otra porquería que no recordaba en esos momentos. ¡Vamos! Los hombres malos no morían, y menos siendo inmortales, ella era partidaria del perfil de chico-patea-traseros, y no se imaginaba a Damon Salvatore —el único que valía la pena en los libros de L.J Smith— muriendo. Es decir, no se imaginaba a Andrés muerto, a pesar de que sí lo estuviese.
Por un momento se dijo por sus adentros, que si su historia personal estuviese siendo escrita, sería una mierda. ¿A qué tipo de mente enferma se le ocurriría matar a un personaje tan sexy y malvado como Andrés Casablanca? Ella podría descoserle los sesos a quién se atreviera, sería una mala jugada de marketing, y de repente se sintió absurda por pensar en su vida como una novela, maldita sea, no lograría vender un solo libro de esa forma.

— ¿En qué piensas tanto, bonita? —Preguntó Gala, habiendo terminado de peinar a Lumi, quien se rascaba la cabeza, a lo que Galadriel se dio vuelta para fulminarla —niña si desarmas eso, me encargaré de que te desangres viva. —Ignoró la respuesta de la pequeña, que al instante apartó sus manos curiosas y volvió a mirar a Amanda, esperando una respuesta.

—Gal… —dijo Amy un tanto pensativa— ¿crees en la resurrección? Ya se que es una pregunta absurda, pero…

—Momento… no estarás pensando en….

—Ya se, es estupido lo que estoy diciendo —aclaró Amy, avergonzada.

—En mil años no he visto cosa tal —respondió Galadriel con preocupación en sus ojos— es decir… sólo una vez y fue…
Amanda palideció, no tenía un corazón que lata a toda velocidad con una noticia como esa, pero sinceramente algo en su cuerpo funcionaba como tal, cuando se notó más que agitada.

— ¿Qué dices? —Exigió saber la vampiresa de labios carnosos.

—Vamos, cariño. Son cosas imposibles —Gala se aclaró la garganta.

—Termina con lo que estabas por decir —La voz de Amanda fue verdaderamente seria, se acercó a Galadriel, y Lumi, que se mantenía al margen, salió disparada hacia un costado.

—He visto a una persona intentar algo así —empezó Gala, con la voz aún temblorosa, como si lo que fuese a revelar fuese una catástrofe —y las cosas no salieron como deberían de haber salido —su voz disminuyó, dejándola al tamaño de un gran secreto de Estado— quiero decir, fue una gran masacre ¿sabes? —sus ojos se apagaron, dando la sensación que el recuerdo era realmente doloroso— las cosas no terminaron muy bien, todo un pueblo de casi ciento cincuenta personas fue asesinado.

— ¿Qué quieres decir exactamente? —Lumi habló por primera vez. Amanda la miró como si repelara su presencia, y vaya que lo hacía, la pequeña se encogió de hombros lanzándole una mirada maliciosa y agregó dirigiéndose a ella, — ¿No estarás queriendo resucitar muertitos, verdad?

—Mira niña, ya tendré tiempo de arrancarte la yugular más adelante, concéntrate en callar tu gran boca o me encargaré yo misma que no vuelvas a abrir el pico —amenazó Amy con una mirada glacial al mismo tiempo que volvía a mirar a Galadriel, que lejos de prestarle atención a la mini discusión, parecía muy sumergida en un recuerdo doloroso.

—Cuando era joven —empezó Galadriel sentándose con un almohadón sobre sus piernas, apretándolo con fuerza —vivía en un pequeño pueblo, para ese entonces una aldea, muy alejada en Inglaterra, donde las clases sociales bajas predominaban. Ya saben, con un poco de historia antigua comprenderán que fueron épocas difíciles, fue el siglo de las cruzadas, y por si les sirve de algo o no, una clase social tan baja a la que yo pertenecía nunca era tomada en cuenta por nadie, salvo a la hora de atacarlas o poseerlas. Cuando empezó a llegar a nuestros oídos todo lo que querían hacer con los musulmanes en Tierra Santa, pensamos que jamás se acercarían al lugar dónde yo vivía. La primera cruzada fue la que logró vencer todo orden impuesto, y el miedo fue en crescendo. Pero en Europa teníamos a nuestro propio acechador. La conquista Normanda en Inglaterra logró tocarnos, hasta a nosotros, tan marginados. No pienso aburrirlas con historia antigua que ni siquiera Lumi habrá visto en la escuela, pero déjenme decirles que, realmente, todo fue muy feo. Íbamos a perder todo, y el pánico ascendía, fueron tiempos muy violentos, pero nuestras preocupaciones eran, básicamente, otras muy distintas. Por un lado estábamos entusiastas, nuestros animales de ganado habían dejado de desaparecer, al menos podíamos comer, pero… —Galadriel tragó saliva, sus ojos estaban prácticamente desorbitados— ya saben, los rumores siempre fueron moneda corriente, se los puedo asegurar, tanto ahora como desde que el mundo es mundo.

—Gals —interrumpió Lumi, cortando el clímax— es todo muy lindo, pero no veo a donde quieres llegar. —Amanda volvió a fulminarla con la mirada, pero se acercó más a Galadriel y la tomó de la mano.

—Como les decía —dijo mirando a Lumi con aires asesinos poco comunes en la mujer, advirtiéndole que interrumpirla no eran las cosas que más le agradaban— la desaparición de nuestros animales se debía a un fuerte rumor que rondaba… dravulia —Amanda abrió los ojos, pero por otro lado no se sintió muy asombrada— así se llamaba a un vampiro en ese entonces en Nórdico antiguo, muy común entre escandinavos que teníamos viviendo entre nosotros, los primeros en poseer brujos y hechiceros entre ellos.
Una noche, el pueblo entero festejó la muerte del único dravulia del lugar, uno de los hechiceros más conocidos del pueblo afirmó que lo había matado con un gran pedazo de madera afilada directa al corazón, creando la teoría que la tierra era muy parecida al polvo si es lijada, y que si la creencia de «si del polvo venimos y hacia el polvo vamos» era cierta, la explicación se reduciría a eso, aquel ser sobrenatural que alguna vez había sido humano, se vería afectado con un material así, causándole la muerte. Pues todavía no se si es eso lo que nos mata o no, sólo se que aquel dravulia había muerto, esa noche yo me escabullí, no podía dormir, y presencie la muerte de aquel miserable hombre cuando intentaba matar descaradamente. Lo vi desvanecerse —una lagrima descendía sobre la mejilla albina de Gala— pero uno de los brujos de renombre, porque hechiceros y brujos son cosas totalmente distintas, afirmó casa por casa que aquel dravulia no hacía más que cuidar al ganado y a la cosecha. Juntó a todo el pueblo para agitar una bandera en su nombre, diciéndonos a todos y cada uno de nosotros que debíamos participar del ritual en el cual él volvería a darle vida, porque lo necesitábamos. —Galadriel frenó, algo en el relato la ponía cada vez más asustada, como si en cualquier momento todo volviera al pasado dejándola atrapada.

—Gala… —Amanda presionó más su mano haciéndole sentir que allí estaba para ella, Lumi acompaño el movimiento— ¿Qué fue lo que pasó?

—Fue un desastre, fue lo peor que viví en mi vida —Galadriel negaba con la cabeza, sus lagrimas ya no se contenían, pero continuó— aquel brujo desgraciado nos embaucó a todos con palabras bonitas, todos le creyeron sus mentiras. Según él, aquel hombre-vampiro o en ese momento llamado dravulia, había sido condenado a vivir por toda una eternidad con el fin de castigarlo por alguna fechoría. Aquel brujo utilizó ese argumento para explicar que por eso, el vampiro estaba utilizando su castigo en algo productivo como marcar al ganado con sus colmillos ofreciéndole un poco de esa vitalidad para que vivan más años los que nos daban leche, o que las carnes de los que eran sacrificados sea más apetecible. ¿Pueden creerlo? ¡Lo estupidos que fuimos al avalar esa idiotez! ¡Malditos campesinos idiotas! No era el mundo moderno en el que hoy vivimos, años más tarde si alguien llamaba bruja o brujo a otra persona la inquisición venía a buscarte. Creo que algunos de ellos merecían morir en nombre de lo que aquel estupido brujo hizo, sin embargo, otros eran condenados injustamente, sus servicios eran en nombre del bien, y a decir verdad, la mayoría eran simples humanos con un par de enemigos que usaban la palabra brujo para llevarlos a la tumba.

— ¿Qué pasó con drácula? —preguntó Lumi con fascinación, lástima que no es drácula el termino bien empleado, sino dravulia. En fin, tanto Galadriel como Amanda dejaron pasar por alto aquella palabra, salvo Amy, que puso sus ojos en blanco, mientras los volteaba de un lado a otro.

—Aquel brujo citó a toda una congregación de personas en la plaza principal de reuniones, iba a invocar al hombre inmortal en un conjuro frente a todos, para que lo adorásemos en su despertar. Para que pudiera perdonar al hechicero que lo mató. Y claro que fue muy bueno, porque tras unos minutos de escucharlo hablar en una lengua totalmente desconocida, al menos para mí, y después de verlo sacrificar a un pobre animal vertiendo toda su sangre en el lugar dónde habían matado a aquel bastardo, una especie de ceniza comenzó a abarrotarse en el aire, formando una silueta más que perfecta, un cuerpo regenerado del vampiro, que había vuelto a la vida.
Amanda se tensó sobre todo el eje de su cuerpo. Una especie de esperanza comenzó a aflorar dentro suyo. ¿Entonces sería posible algo así? Y si la respuesta era positiva ¿de dónde sacarían un brujo capaz de traer a la vida a Andrés? Como si su amiga Galadriel pudiera leerle los pensamientos, la miró con ojos entrecerrados y serios.

—Amanda, aquel día fue el día de mi muerte —Amy cambió su rostro por uno de consternación, nunca se había preguntado de dónde había salido Galadriel, como había sido su transformación, la información que su amiga le estaba dando era muy dolorosa, y eso que no conocía casi nada— resulta ser que, lo que brujildo no nos dijo, o más bien desconocía, creyendo en su buena fé, era que aquel vampiro despertaría más hambriento que nunca. O peor, su historia en la que lo mostraba como un ser condenado, mártir y voluntarioso, era toda una patraña. ¡Por supuesto que aquel desgraciado no mordía al ganado para darles una vida prolongada! Cielos, eso no se lo podía creer nadie, aunque todos lo hicieron con gusto. Un vampiro es sediento de una sola cosa, el hambre voraz que provoca la sangre es tan grande que por supuesto no mordía a un animal para causarle bien, sino matarlo. Y así fue como sucedió, masacró a cientos de personas en segundos. No llegó al minuto cuando vi morir a toda la gente alrededor. Inclusive aquel brujo estupido que rogó por su vida unas cinco veces hasta que el vampiro lo mató partiéndolo en dos y bebiendo su sangre como si se tratase de una bolsa plástica. Pero cuando llegó a mi… —A Gala se le quebró la voz— no se, le habré parecido bonita o… no lo se. —Galadriel movía su cabeza de un lado a otro— le pareció mejor trasformarme. No sabría decirlo.

—Gala… yo… yo lo siento, no quería que… —Amanda se sentía verdaderamente mal, aquello había removido un pasado en su amiga que a lo mejor ella quería ocultar, más bien, era lo que había hecho. Se sintió una cretina.

— ¿Entiendes por qué te digo todo esto, verdad? —Preguntó Gala.
Claro que Amanda entendía  la perfección. Si bien Lumi estaba ajena a los pormenores, y Amy pensó que su cabeza no sería capaz de reconocer el significado en las palabras de la vampiresa de hebras doradas, ella lo comprendía a la perfección. Galadriel quería decirle sin palabras especificas, con un relato de su propia vida, que resucitar a Andrés significaría invocar un mal que nadie sería capaz de aplacar o controlar así pusieran un banco de sangre a su disposición.
Amanda afirmó con la cabeza todo lo que su amiga le estaba advirtiendo, pero las cosas no quedarían así. Tenía que informarse más. Tenía que haber una manera de traer a Andrés.
Ella iba a conseguir hacerlo, a como de lugar.

EL PRÓXIMO CAPITULO SERÁ PUBLICADO EL JUEVES 16 DE JUNIO.

2 comentarios:

  1. jajajaja...la mejor pare para mí fue ésta:" Por un momento se dijo por sus adentros, que si su historia personal estuviese siendo escrita, sería una mierda. ¿A qué tipo de mente enferma se le ocurriría matar a un personaje tan sexy y malvado como Andrés Casablanca? Ella podría descoserle los sesos a quién se atreviera, sería una mala jugada de marketing, y de repente se sintió absurda por pensar en su vida como una novela, maldita sea, no lograría vender un solo libro de esa forma."
    jajajaja....

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  2. concuerdo contigo no puede queder asi nomas

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