miércoles, 13 de julio de 2011

Despertar III Efecto Lunar, Capitulo 17: Un regreso con fuegos artificiales.






¡ATENCIÓN! *ANTES DE COMENZAR A LEER EL CAPITULO: Les cuento a todos mis lectores/fans de DESPERTAR que estoy trabajando en una NUEVA SAGA VAMPIRICA, será una trilogía y la titulé "ANOCHECER" su primera parte se llamará MORDISCO DE MEDIANOCHE. 
La trilogía tiene facebook oficial, así que los espero para que se hagan fans aquí: http://www.facebook.com/pages/Trilog%C3%ADa-Anochecer-por-Amanda-Velocet/160894417315743

Y además tiene WEB OFICIAL ( http://www.anochecersaga.tk ) en donde podrán ver la portada del libro, leer la sinopsis y encontrar adelantos de la primera parte de la trilogía. 
Mordisco de Medianoche NO SERÁ PUBLICADO CAPITULO POR CAPITULO como DESPERTAR, sino que una vez que este terminado podrán descargarlo completo en formato E-BOOK, para leerlo entero.
Recuerden hacerse fans de la página y echar un vistazo a la web

::::::::::::::::::::::::


Hacía días que no lo intentaba. Era tortuoso.
Y peor lo era hacer lo que pretendía hacer. Malditos sean todos… se estaba volviendo una completa enferma. Tal vez sea cierto que ella podía conectar con él en sueños, a lo mejor era parte de su condición vampirica, bien no lo sabía, pero que carajos, no costaba nada intentarlo de nuevo.
A pesar que sea jodidamente doloroso.
Amanda suspiró y en menos de un respiro se sumergió en sueños. Sí así podía estar con él le importaba muy poco no estar bien de la cabeza.
Al fin de cuentas… ¿quién estaba en sus putos cabales hoy en día?

*

«¡Santa mierda! La planta alta de la casa no se ve tan tentadora cuando uno tiene tan poca fuerza encima.» fue lo primero que dijo Andrés parado frente la residencia de su buen amigo el señor Benicio di Franco.
Sí como no, amigo.
«Amigos son los amigos, dicen.» se repitió para sí mismo con completa ironía.
Bueno, al menos algo de eso no había perdido ahora que volvió como un completo maricón al que le interesan los sentimientos y bla bla bla.
Respiró profundo, desde allí podía sentirla, ¡oh claro que podía, joder!
Lo que lo hizo dar un paso adelante y no hacia atrás fue el hecho de comprender que no podía sentir de la misma manera a Benicio.
¿La había dejado sola en la casa? Tal vez él  haya desaparecido, o la podría haber dejado sola, y el hombre se hubiese mudado… bueno, no era preferentemente creíble dadas las circunstancias.
¡Pero un momento caballeros! El auto aparcado en la entrada, mejor dicho la camioneta cuatro por cuatro negra era de su hermano Benjamín.

«Por Cristo que no le haya puesto una mano encima, porque lo mato» soltó con una oleada de celos que hasta podía oler.
Grandioso, eso no había pasado antes, a lo mejor su olfato había mejorado.
«Me pregunto que otra cosa ha cambiado además de eso…» pensó mientras enarcaba una ceja y una prominente erección golpeaba la puerta de su bragueta en el pantalón.
Justo lo que necesitaba en esos momentos, ponerse en actitud de macho primitivo. ¡Demonios! Él ansiaba aquel encuentro, y lo que más necesitaba era acunarse entre los brazos de Amanda o que despertarse de este sueño tan prometedor… si es que era un sueño.
Y por la corona de la reina que no lo era. Estaba más vivo que nunca.
Se acercó hasta ponerse justo por debajo de la ventana alta que indicaba el cuarto de Amanda.
No lo dudó un segundo más. Con un fuerte impulso de sus piernas trepó.
Trepó hasta quedar colgado de la gran ventana, que estaba con traba. Una patada deslizó los cristales, rompiéndolos en miles de pedazos.
Ya basta de jodidas formalidades, tenía hambre de ella, ganas de verla, lo último en lo que pensaba era en la decoración de la casa o los gastos que tenía que afrontar por una puta ventana.
Amanda se sobresaltó y quedó sentada en la cama, con la mirada plagada de paz y reconocimiento. Él titubeó y por una fracción de segundo, el cual le pareció el más largo en su vida, se sintió desfallecer, pero no de una forma mala, todo lo contrario… las piernas se le aflojaron.
Ella estaba más hermosa que nunca. Y enamorada… aunque no de él.
¿Cómo podía aquel hijo de puta saberlo? ¡Ni puta idea! Pero lo sabía.
En sus entrañas lo sentía. La piel de Amy olía diferente… olía… ¿enamorada? Era un olor extraño, nuevo. De su cuerpo desprendía el aroma a Benicio, ese era todo el amor consumido. Le pertenecía a él.
Pero que chiste ¿a que sí? Andrés siempre lo supo. Sólo que ahora tenía el don de comprenderlo abiertamente.
Su cabeza daba jirones, la tenía enfrente, callada y con esos ojos cristalizados, blanca y suave, despreocupada como si estuviese en el Cielo, o descansando placidamente aunque bien entendía que estaba despierta con los ojos abiertos enfocando la mirada en él.
Por alguna extrañísima razón no tuvo ganas de matar a nadie, a pesar que en el aire se sentía, aunque Benicio no este, la marcada de territorio.
Andrés se acercó un paso, en el ambiente flotaba una especie de calor que podía fritarte las neuronas, literalmente.
Tenía que dejarla ir… tenía que dejarla…
Amanda lo tenía rodeado, mierda, le dolía. Su perfume se entremezcló en la nariz y pudo dejar de lado aquel aroma de hembra enamorada para concentrarse en lo frutal que se sentía su cabello, era como caminar sobre una plantación de frutos del bosque, fresas, caer desde un trampolín a una pileta llena de brillantina, eran jodidos fuegos artificiales tras sus ojos… ¡maldita sea! Por más emocionada que este por su presencia, el menor de los Casablanca sabía que no bastaba para que ella lo ame.
Aun así… su nariz se enterró prácticamente en el hombro de Amy, el perfume era diferente al que la mujer llevaba en su cabeza, aquí olía cítrico, una perfecta sintonía con el limón, si este fuese completamente dulce y embriagador.

— ¡Yo sabía! —Sollozaba la mujer— mis sueños se han convertido en lo mejor que tengo… no quiero dejarte aquí.
Oh, ¡joder! Escuchar su voz… escuchar el timbre de su voz tan ascendente, pero a su vez una mezcla entre lo agudo y grueso si podía ser así, era renacer, era renacer verdaderamente. Esto era real. Ella era real, su abrazo era tibio y mojado, era resplandeciente al igual de cómo se veía la piel albina de su espalda, la que ahora tenía aferrada como si alguien pudiera arrebatársela.
»—Háblame —le exigió con impaciencia— se que puedes hacerlo. Dime dónde estas, dime si en verdad existe ese lugar tan horrible —le preguntó con la mirada enternecida y vacilante, sufrida.
—Dí algo más —pidió Andrés con los ojos cerrados— por favor, dí algo más, necesito escuchar tu voz.
—Te echo tanto de menos —tembló— si tan solo pudiese volver el tiempo atrás… si no hubiese sido tan estupida tú estarías aquí, y yo donde merezco.
¡Bien… la jodida conversación es extraña! Pensó Andrés y se puso rígido.
—Cielo, sigue. Tengo que escucharte más. Tengo que asegurarme que esto es real —demandó apretándola hacia él. Ahora su boca paseaba desde la clavícula de Amy al lóbulo de la oreja, con su lengua hizo círculos bajando nuevamente por su hombro, y se despegó únicamente para que su cara este de lleno en la parte de arriba de la cabeza de Amanda, y así aspirar aquel aroma que lo volvía loco.
— ¡Oh, por Dios! ¡Voy a enloquecer! —gritó ella, apartándose de él— no tendría que haberlo hecho, Andrés. Esto nos herirá aún más —negó con la cabeza, abrazándose a sí misma.
¡Con que eso era! Amanda cree que es un sueño.
—Mujer —empezó él con voz demandante— Esto. No. Es. Un. Sueño.
— ¡Para ya! Me lastima —dijo en un triste ronquido que denotaba violencia. Violencia por no poder hacer que las cosas cambien.
—Juro sobre mi tumba —comenzó él y frunció el ceño— bueno, mejor no hablemos de tumbas. Pero puedo asegurarte que esto no es un sueño.
—Quédate. Te lo suplico, no te vayas tan rápido como siempre —pidió ella ignorando todo lo que él dijo anteriormente. No quería entrar en razón.
Andrés meneó la cabeza con desaprobación y cerró sus ojos con fuerza. Menuda mierda tener que soportar que ella pensara que era un fantasma, o que estaba soñando. Bueno, también había creído algo así apenas salió del maldito pozo de tierra, pero vamos hombre, ya lo había superado.
—Santo Cielo, bebé. No me iré. Aquí estoy y no te dejaré —tragó saliva— a menos que me lo pidas… claro — «¿y desde cuándo?» se preguntó por sus adentros.
¡Cuántas cosas habían cambiado!
—Bésame —le exigió acercándose a él, tomando el cuello de la camisa con total desenfreno— haz que el sueño me deje algún recuerdo. Hazlo. Bésame.
¡Y cuantas veces tendría que explicarle que no era un jodido sueño!
—Oh… yo… —tarde, tarde… muy tarde. Ella ya tenía su mano derecha peligrosamente ubicada en la entrepierna del hombre, él jadeó— tal vez deberías saber que esto no es un sueño Amy —sonrió por lo bajo, escondiendo un gemido.
— ¡Por favor! —dijo metiendo su mano por dentro del pantalón. Se sentía tan bien… ya se estaba creyendo que no era un sueño, el tacto nunca había sido tan caliente— me iré al infierno nuevamente, ¡peligrosa imaginación la mía! —susurró bien pegada al pecho de Andrés.
Tras un movimiento rápido él la estampó contra la pared.
¡Era demasiado vívido para ser sólo el producto de su imaginación! … aún así, a pesar de la presión que producía el dolor en su pecho, no pudo evitar sonreír placidamente… éste era el Andrés que ella recordaba. Poniéndola de espaldas contra la pared era más Andrés que nunca.
—No es un sueño —ronroneó en sus espaldas, con sus manos a los costados de la cadera de Amanda.
—Jesús… —resopló ella por la excitación.
—Ciertamente soy Andrés. Pero hoy puedes llamarme como quieras, cariño.

Era tan malditamente genial lo que la mujer le provocaba, que no entendió por qué rayos se tensó en mitad de camino cuando empezaba a poner sus dos grandes manos en la parte baja de Amanda para subirle el camisón.
La puerta de la habitación se abrió, y el menor de los Casablanca frunció el ceño separándose de Amanda, que estaba confusa, producto de los calores.
Era Benjamín. Con la mirada como si estuviese viendo frente suyo un alienígena.

— ¡Qué carajos!
—Sip… yo también te eché de menos, hermanito —se adelantó Andrés con una mirada perversa, y una desaprobación total por haberlo interrumpido.
—Oye… este… emm… este sueño mío se esta deschavetando. ¡¿Qué haces tú aquí por el amor de todos los santos?! —preguntó Amanda.
—Bueno… teniendo en cuenta la vez que me dijiste que te excitaba y te recordaba a mi hermano tal vez ahí encuentres los porqués. Ciertamente no estoy interesado en una orgía. Pero ya sabes… los gustos de Andrés son de raros para arriba —comentó saliéndose del tema.
— ¡Voy a castrarte con mis propias manos! —le respondió el menor de los Casablanca, lleno de cólera.
Amanda se interpuso entre los dos, flojeando.
—Vete de mi sueño —exigió con alegoría.
—Esto no es un sueño —murmuró Benjamín con la mirada en sus pies— esto no puede ser un sueño.
—Eso lo sabes tú y lo se yo —aseguró Andrés con la boca torcida— pero explícale a esta mujer, ¡madre mía sí que es testaruda!
—Yo… —dijo Amanda por lo bajo— yo creo que…
— ¡Sostenla! ¡Va a desmayarse! —gritó Benjamín poniéndose al lado de su hermano, quién la sostuvo de inmediato.
—… yo voy a desmayarme —concluyó Amy, tumbándose sobre el cuerpo de los hermanos, que la sostenían en iguales condiciones.  
— ¿Desde cuándo ustedes dos son tan amigos? ¿Cómo sabías que iba a desmayarse? Quiero una explicación no sexual Benjamín, porque voy a extirparte los testículos.
—Para ya de una vez —gruñó a modo de saludo.
Los dos se sonrieron. La felicidad se multiplicaba, y había que aprovecharla ahora que se podía.

*

—Ella se queda —le aseguró Ian como si de repente la niña le perteneciera.
—De ninguna manera —soltó Dante, con un buen respaldo.
Vaya, vaya, parece que Benicio pensaba lo mismo.
—No es negociable —cortó el lobo.
—Pues me importa una mierda. Y tú también —contestó el Ángel dando pasos agigantados para acercarse a Lumi quién se encontraba sentada, sudando y sin entender prácticamente nada de lo que se hablaba allí.
Lo cierto era que, sí. Es decir, no era que Lumi ahora pasara a ser un objeto de Ian, sino todo lo contrario, ellos le debían lealtad a la niña. Joder, era la hembra alfa del clan y no lo sabía. No tenía la menor idea de todo lo que sucedía, y a decir verdad, tampoco había pasado la transformación final.
Pero ahí estaba, y convertida o no, el gen corría por su sangre, por lo cuál no podían dejarla ir, no cuando ella era… su reina.
¿Lumi hija de Darius? Pues… mierda, jamás hubiesen pensado que alguien allí haya sobrevivido, porque cuando encontraron los restos era demasiado complicado hacer un conteo de cuanta tripa desparramada yacía en el suelo.
O en las paredes o en los cerámicos o…
—Hijos de puta —se quejó Dante— todos y cada uno de ustedes. Ella es mía.
—No puedes ir contra la sangre —murmuró Galadriel, muy cerca de ellos y con la mirada perdida.
— ¿De que lado estas, rubia? —se quejó.
—Del jodido lado usa-la-cabeza, no se si soy clara Dante, pero si ella es la hembra alfa de la manada no hay mucho que puedas hacer.
—Oigan, alguno de ustedes va a decirme de que va todo esto —Ludmila estaba de pie con la mirada perdida, estaba comenzando a pensar que la fiebre le afectó verdaderamente, puesto que sus piernas fallaron al tratar de dar dos pasos.
Ian caminó hacia ella para sostenerla, y seamos sinceros, pero la niña se sintió en las nubes cuando él le sonrió.

Benicio, que observaba todo con ceño de puta-mierda se pellizcó unas cuantas veces para comprobar que no se trataba de un estupido sueño.
Bien, podría haberse arrancado un pedazo de carne, porque por más que lo intentara esta era la realidad y joder, no quería formar parte de ella.
¿Lumi una mujer lobo? A ver, una niña-lobo en todo caso, se recordó instintivamente.
Una fuerte punzada en el pecho lo hizo estremecer, se sintió mareado y esta vez no era un motivo netamente gastronómico, puesto que había comido antes de salir, pero… si no era eso ¿entonces qué? Muchas gracias, mejor ni preguntes.
Amanda…
Su nombre en la cabeza lo hizo desestabilizarse aún más.
Es ella… Amanda…
Jesucristo, quería flagelarse él mismo con una sartén en la cabeza, su simple nombre en las neuronas era una maldita irrigación de aire que se le filtraba desde los tejidos hasta corroer sus huesos.

— ¿Estas bien? —quiso saber Gala, todos los presentes estaban muy ocupados en plan de «Lumi es mía, ¡no! ¡Mía!» cuando el tango era otro. Lumi ahora era de ella misma, y a sus pies, dueña de su manada. La que tendría que reconstruir porque ahora ella era la que mandaba.
—Tengo un mal presentimiento, voy a casa.
Blah, blah blah, y más blah alrededor de ellos, Galadriel era la única que estaba prestándole atención.
—No es como si pudiera irme —la mujer cambió el peso de un pie a otro.
—Si me apresuro podría llegar corriendo en cinco minutos y nadie me vería.

Santa mierda que era cierto, el ojo humano no captaba ese movimiento a tal velocidad, un viaje en auto de media hora él lo recorría en muchísimo menos que la mitad, aún pensaba por qué jodida razón se molestaban en ir en autos de un lado a otro y…

—Ten cuidado —la mujer le puso una mano sobre su hombro, lo cuál sorprendió a Benicio, además del hecho que le haya permitido un acercamiento así, cuando en su vida había estado de ese modo con nadie que no sea Amy y bueno… ciertamente con Lumi también. No dijo más, y al ver que nadie estaba reparando en su presencia salió a velocidad de un trueno tras esa puerta.
Sin una razón aparente, comprendía que algo no iba bien… lo que fuera.

*

Amanda encendió las luces una vez que hubo recompuesto su conciencia, estar fuera de juego durante lo-que-fuese de tiempo no era algo acogedor.
Se había desmayado y aún ahora cuando pudo abrir sus ojos, que permanecieron un buen rato en pos de maldito-reloj-déjenme-dormir-soy-una-niña-buena no podía creer lo que tenía frente sus ojos.
Sentía un nido de pájaros revolotear sobre su cabeza, como cuando en las caricaturas alguno se da un buen golpe y las estrellitas ascienden por encima de la mollera.
Grandioso, no había algo que deseara más que sentirse una completa idiota con los ojos cruzados como si tuviese algún problema de miopía, desviamiento ocular o simplemente un cuerpo poseído por la dislexia prematura.
¿Por los efectos secundarios? Pues podría ocuparse más tarde, no era momento para replantear si era cretina por naturaleza o había agarrado un virus estos últimos meses ¿lo pueden creer? No había de que preocuparse.
Salvo de ser una completa negadora, obsesa y egoísta gran mentirosa.

Oh ya basta ¡supéralo!

Lo que le faltaba, delirar, porque bien sabía como empezaba toda esta mierda, primero algunos dolores de cabeza acompañado de voces dentro de tu jodida mente, al principio era fácil creer y adjudicarte que probablemente no seas normal, pero no era divertido cuando ese susurro empezaba a decirte que incendies cosas. ¿Segundos síntomas? Y escuchen bien porque estos podrían ser absolutamente sustanciales: terminabas metida en un bosque con el barro hasta las rodillas, cuando te encontrabas asesinando conejitos y convirtiéndote en la sucesora mujer de Michael Myers* ¡por favor! Aquel niño al menos era bueno en las artes, puesto que se armaba de buenas máscaras con diseños divertidos. Ella apenas era útil en materia de bricolage y el famoso puñetero hágalo-usted-misma.
Bueno… salvo la vez que intentó hacer un animal con el cartón del papel higiénico para las clases de su buen amado curso de plástica tridimensional en la secundaria. Momento… esa vez tampoco pudo hacer nada bueno con su imaginación, y no sólo eso, sino que su mejor amiga había puesto a secar el suyo en la silla y ella torpemente se le sentó encima sin querer. No sólo que arruinó el arte de Carolina, sino que como oh gran castigo divino terminó encerrada en el baño dando vuelta sus jeans para ponerlos al revés, puesto que no salió ilesa, su pantalón era un conjunto de jodido arco iris manchando la parte del trasero. 

Uff, ¡bien! «Tú sí que estas en la onda» sugirió su voz interna.

— ¡Ya! Cállate —le ordenó, y por un momento recobró conciencia absoluta. Había empezado a hablar sola.
Al menos mi cerebro no me esta ordenando quemar la habitación, pensó, aliviada.
— ¿Estas bien? —preguntó Andrés.
No
—Sí —mintió.
—Creo que voy a dejarlos solos, por un momento… —Benjamín no estaba siendo lo totalmente cortes que podía ser por favor a ellos. Más bien estaba tratando de mantener la integridad física de todos, y no es poca cosa. Cualquiera podría volver de la casa de Ian y encontrarse con el nuevo invitado, precisamente no sería un momento feliz al estilo gente que busca gente.
Sería algo… más sangriento  y bizarro, como una loca producción de Rob Zombie. Amen por el cine B, pero esta vez… paso.

Benjamín abandonó la habitación, el aire que allí se respiraba era de por sí tenso, y Amanda hubiese jurado que en otro momento de su vida habría de imaginado más de una vez la situación: la vuelta de Andrés y ella no pudiendo despegarse de su cuerpo ni por un instante ¿y qué sucedía ahora? Los dos se mantenían alejados el uno del otro como si estuviesen en una isla apartada para leprosos, que a pesar de su condición —la cual no puede empeorar una vez que se contrae— siguen estableciendo las líneas con su jodido centímetro de un solo significado: lo correcto es más de un metro. Gracias, no olvide su recibo y vuelva pronto. ¡Menudo cabrón!

—Hueles bien —ronroneó Andrés al otro lado de la habitación, con la mirada taciturna. Sus rasgos seguían igual de marcados, aquella barbilla inglesa, el tiempo no corría para él, su cuerpo seguía sin rastros de un solo bello y su cara no dejaba ver ni una pelusa de barba. El cabello lo tenía acomodado, como siempre, y su nariz recta era tan filosa como aquella mirada penetrante, capaz de rebanar la corteza de los árboles con detenerse a echarle un vistazo.
»— ¿No piensas decir nada? Hummm, puedo ver arrepentimiento en tu rostro.
— ¿Qué? No. Jamás —se sintió sobresaltada.
—Esta vez no me portaré como un cretino.
—Lo se que no.
—Quiero decir… por más raro que suene… yo…
Su mirada se perdió, ella acortó distancia poco a poco con un caminar casi febril.
—Qué. Qué. Quieres. Decir
—Me haría a un lado si no tienes nada planeado junto a mí. Lo entiendo.
¿Qué demonios?
No eres tú —espetó ella, conmocionada. Él sonrió.
—Soy más yo que nunca. Acabo de despertar y el mundo ha cambiado. Todo cuanto he querido, todo cuando he anhelado terminó botado en un contenedor cubierto de muerte. No se que es lo que me pasa, y no quiero averiguar si hay modo de que se haga reversible, tampoco pienso que sufra de un problema de múltiple personalidad —recitaba con la voz apagada— pero esto… —aseguró marcando bien sus palabras—… esto es lo que siempre quise ser. Y no veo por qué desaprovechar la situación.
—Creo que es mi culpa —Amanda frunció su boca y se encogió de hombros con una leve sonrisa en su rostro— ya sabes, se supone que tengo parte angelical en mi cuerpo, y te he trasladado parte de eso cuando te mordí. Lo que me hace recordar que tal vez te deba alguna disculpa por eso último.
—No… —le cortó— fue… eso fue… lo más placidamente sexual que experimenté en mi vida —sus ojos volvieron en un color rojo. Cuando Amanda levantó la vista y lo observó no pudo evitar sonrojarse.
—Que maduro eres. Te lo tomas con tanta desfachatez —volvió a sonreír.
— ¿Madurar yo? Vamos, creí que eras más inteligente, deja eso para las frutas y verduras.

Por un instante se quedaron mirando tan fijamente, que temieron que sus lóbulos frontales se descarrilen, no había mucho que decir ni agregar, tan sólo estaban trabajando en inhala-exhala, incluso cuando no tenían obligación de hacerlo.

Amanda recordó el día en el que volvía de su casa después de estudiar. Una tarde calurosa de Octubre que aún te permitía respirar y andar con camisetas de manga corta holgadas, llevaba puesto un jogging para hacer gimnasia puesto que se propuso hacer algo de eso cuando su practico plan se redujo a es-mejor-estudiar-mientras-se-come-algo-solido-y-altamente-calorico, no sabía que razón la había hecho desviarse del camino habitual y no hubo ningún pensamiento que la haya puesto en alerta marcándole que las casualidades no existen, y tomar otro camino muchas veces puede significar irremediablemente desbocar tu destino hacia lugares totalmente diferentes a los que uno imagina.
Puesto a ese cambió de plan que la hizo adentrarse por una calle de tierra, la cuál había sido testigo de sus andadas en bicicleta cuando era apenas una niña, en esas mismas tardes de verano, cuando el Sol se ponía en el horizonte y se le daba permiso para ir a dar una vuelta sin volver insolada, hoy estaba trazando el paralelismo que haría que su vida gire, o simplemente, aproveche el momento para volver a dar un cambio de rumbo, de rosca, la vuelta al mundo o simplemente patearse el culo por haber perdido una gran parte del insólito tiempo que, a pesar que seas inmortal y toda esa mierda, pasa, y a menudo pasa tan rápido que uno apenas puede darse cuenta que en el camino se perdió no sólo que tiempo demasiado valioso para poder ser recuperado, sino gente que esperó y esperó sin siquiera reclamar algo a cambio, por puro placer y amor hacia uno que, de alguna forma u otra se la pasó haciendo bobadas, o preguntándose cosas insulsas del tipo de donde venimos y hacia donde vamos. Fenómeno, una total sandez para desperdiciar vida. Eso y creer que hay un gnomo, pitufo o duende al final del arco iris, o los tres, o ninguno. O Dios santo… nada importante en realidad.
Volviendo al tema, sin hacer que esto sea la clase de cosas que uno saltearía o dejaría para lo último, cuando ella empezó a caminar por aquella case pedregosa y abandonada, rodeada de fábricas y olor a urbanización quemada, una pequeña de unos diez años aproximadamente cayó de su bicicleta, se tomó la rodilla con las manos y empezó a sollozar. No es que Amy haya tenido buena química nunca de los jamases con los críos, pero aquella pequeña de rizos negros como lo puede ser un hoyo negro —comadre tus ejemplos sí que son geniales— que era más bien la antítesis de ricitos de oro —sólo por el color, puesto que en el resto podría figurarse incluso más hermosa de lo que imaginaba a aquel personaje ficticio— le había atrapado por alguna extraña razón.
Se acercó a ella, dejó a un costado sus apuntes, libros de historia argentina, una novela que estaba leyendo en ese entonces de Anne Bronte titulada Agnes Gray y algunos lápices, para concentrarse en la pequeña. No se había cortado, no se había dislocado un pie, ni un brazo, estaba entera y no le faltaba absolutamente ninguna parte de su cuerpo, lo que hizo que la capa de sudor frío que corría por la cara de Amy sin razón aparente más que la preocupación, se absorbiera por sus poros permitiéndole respirar.
La niña de cabello negro azabache se calmó, y Amanda comprendió que una vez en la vida había hecho una obra de bien, se encontró sin más dialogando con una enana de jardín durante media hora y le reconfortó haberla ayudado. Sus caminos eran opuestos, y Amanda regresó corriendo a su casa con una gran sonrisa en sus labios.
La pequeña no significaba nada para ella, apenas si la había visto, pero no por eso uno puede pasar por al lado y hacerse el tonto mientras otro necesita ayuda. Y al fin de cuentas, a pesar que era la única vez que le había visto, eso le daba más motivos para frenar y ayudar, puesto que tampoco le había hecho algo malo, y en definitiva era una criatura.
Bien, el lector puede preguntarse y-ahora-que-coño-con-esto.
Pues un carajo. Era un lindo relato, un preciado recuerdo humano y tan sólo se podía unir y trazar un paralelismo con Andrés por un motivo: que Amy ame a Benicio no quiere decir, ni por un segundo siquiera, que no sea capaz de ayudar a Andrés. Él no podía estar en ningún lado que no fuese el bendito planeta tierra, aquí, vivo, respirando en caso que quiera, y haciendo las cosas que tiene que hacer.
Y no, no es que él sea un desconocido, y a diferencia de la niña, él sí era significativo para ella, porque formó para de su vida, un pequeño circulo que formaba un todo en conjunto.

Por. Dios. Santo
Amanda abrió su boca como un cenicero de mocos, amplia y espasmódicamente, mientras por dentro pensaba que la respuesta nunca había sido tan clara en toda su vida.
Amaba a Benicio, y Andrés era absolutamente importante para ella, porque gracias a él descubrió que si hay alguien en esta vida con la cual ella entregaría su cuerpo y su alma, ese alguien sería Benicio.
Sin embargo, la idea no la desalentó, porque si en esta vida había alguien por la cual ella podría sacrificar cualquier cosa que sea, sería por Andrés.
Su. Amigo.
¿Tan raro podía sonar? Pasó mucho agua bajo ese puente, y si de esta forma iban a ser las cosas bienvenidas sean, siempre y cuando nadie enloquezca y salga bailando desnudo por la calle ¿verdad?

*

No es como si pudiese ignorarlo, o hacer de cuenta que no estaba viéndola, u oliéndola si es que sonaba bien el término. No podía hacerse el tonto como quien mira dos perros aparearse, y voltea el rostro para no sonrojarse.
Puede ser trillado, pero John Lennon seguiría apostando a su famosa frase, en la que declara abiertamente que se vive en un mundo donde la gente se esconde para hacer el amor, sin embargo la violencia se practica a plena luz del día.
Y oh… pero cuánto sabía él de violencia. Lo cierto era que, en estos mismos momentos se sentía de mil maneras salvo… violento. Lo cual era grandioso si podíamos verlo de esa forma, él era distinto.
Joder, era muuuy, muy distinto.
No la presionó para que hable, el olor que la mujer desprendía de su piel, ese aroma fuerte, a especias negras, picante y dulzón a la vez, era muy diferente al cítrico por el cual la recordaba.
No sabía cómo y tampoco pensaba preguntarle a otra persona si también lo sabía o experimentaba, pero su voz interior le gritaba bien fuerte que ese era el aroma de estar enamorado, y algo también le decía que ese aroma picante tenía mucho que ver, y difería de acuerdo a las personas.
Sentirlo entrar por sus fosas nasales le introducía en su mente el nombre de Benicio, y si bien apretó sus puños hasta que bajó su vista para observar los nudillos blancos, ninguna ira asesina lo inundó prometiendo que en cuanto lo viera le prometería romperle brazo y hacerlo sufrir.



* Michael Myers nació el 19 de octubre de 1957 en Haddonfield, Illinois. Sus padres eran Donald y Edith Myers y Michael tenía dos hermanas: Judith Margaret Myers, y Laurie Ann Myers. Debido al tiempo que Michael pasaba solo, empezó a oír voces, unas voces que solamente podía oír él, y que le incitaban a matar.



**ATENCIÓN**
lo que más espero luego de cada capitulo, son sus comentarios, para poder debatir con ustedes lo que piensan, las conclusiones que sacan y lo que opinan respecto a cada personaje. Es por eso que les pido, si van a hacer algun comentario, haganlo ÚNICAMENTE en la página OFICIAL Y PUBLICA DE DESPERTAR, que es la siguiente: http://www.facebook.com/DespertarAmandaVelocet 
*NO LA HAGAN LOS COMENTARIOS EN EL MURO DEL GRUPO PRIVADO* porque a cada comentario,a los otros fans les llega una notificación, y así muchas veces ven SPOILERS. Por eso, comenten en el grupo publico y oficial ( http://www.facebook.com/DespertarAmandaVelocet )
ahí sí pueden dejar sus comentarios publicando en el muro, porque los lectores saben que si no quieren spoiler no deben leer lo que otros ponen, y los que estén al día pueden debatir junto a ustedes.

¡Espero que hay disfrutado de este capitulo, que sin duda es muy revelador en muchos aspectos! y espero ansiosa sus comentarios y conclusiones en el muro de DESPERTAR!

Ya saben... favor de cuidar sus cuelos y ¡mordiscos de amor! ;)

5 comentarios:

  1. ♥♥♥.. q suerte q Andres se ubico en su lugar ♥

    ResponderEliminar
  2. me encanta de verdad estoy fascinada con tus libros de verdad me encantaria comprarlos y tenerlos en mi coleccion por favor dime donde
    soy de venzuela quiero la coleccion despertar

    ResponderEliminar
  3. me encanta de verdad estoy fascinada con tus libros de verdad me encantaria comprarlos y tenerlos en mi coleccion por favor dime donde
    soy de venzuela quiero la coleccion despertar

    carolina agamez
    naarcarol@gmail.com

    ResponderEliminar
  4. Para ser sincera deje de leer cuando Andres murió porque no podía imaginar a Amanda sin el, y capas que estoy equivocada, pero creo y seguiré creyendo que Amanda tiene que estar con Andres.... no me gusta nada esto de que sean "amigos" me parece imposible... Pienso que Andres la merece mas que Benicio, por el simple hecho de haber entregado sin mas su vida por ella, y de dejarla ir para verla feliz... cuando Benicio la condeno a ser lo que ella es solo por no perderla, por egoísmo.... me dejaste helada la verdad... con este capitulo... esperaba algo diferente... (mi humilde opinión!!) Y me encanto la parte de Hembra alfa y todo eso!! Espero poder verlos juntos a Amy y Andres aunque sea una sola vez... creo que Andres se lo merece... :D

    ResponderEliminar
  5. La verdad eso de amigos...despues de todo lo q paso entre ellos me dejó en un WHAT THAT FUCK pero igual la historia esta increible...Lumi una she-wolf awesome!!! falta q se empareje con Ian =) jajaja

    ResponderEliminar