jueves, 25 de agosto de 2011

Despertar III Efecto Lunar, Capitulo 22: Como un Ángel de la guarda pero... Caído.




¡ATENCIÓN! *ANTES DE COMENZAR A LEER EL CAPITULO: Les cuento a todos mis lectores/fans de DESPERTAR que estoy trabajando en una NUEVA SAGA VAMPIRICA, será una trilogía y la titulé "ANOCHECER" su primera parte se llamará MORDISCO DE MEDIANOCHE. 
La trilogía tiene facebook oficial, así que los espero para que se hagan fans aquí: http://www.facebook.com/pages/Trilog%C3%ADa-Anochecer-por-Amanda-Velocet/160894417315743

Y además tiene WEB OFICIAL ( http://www.anochecersaga.tk ) en donde podrán ver la portada del libro, leer la sinopsis y encontrar adelantos de la primera parte de la trilogía. 
Mordisco de Medianoche NO SERÁ PUBLICADO CAPITULO POR CAPITULO como DESPERTAR, sino que una vez que este terminado podrán descargarlo completo en formato E-BOOK, para leerlo entero.
Recuerden hacerse fans de la página y echar un vistazo a la web

:::::::::::

La audición selectiva no estaba funcionando para Andrés. Aquella condenada música estaba sacándolo de quicio.

Literal.

Y no es que a él no le guste AC/DC o la música pesada, pero… ¿esto? Oh sí, Lumi antes de subir corriendo las escaleras le avisó que iba arriba a escuchar música, según la pequeña esa banda se llamaba L7. Para Andrés podría haberse llamado «Las abuelitas gritan más cuando las mato» y hubiese sido exactamente igual.
No, en serio, ¿qué banda le pondría a una canción “Pretend we’re dead”? oh, claro, L7. Lo que Lumi estaba escuchando. Un grupo de vaya a saber uno cuantas mujeres gritando y tocando instrumentos.
Merecían la muerte, y hablaba de verdad.

Tal vez debería subir a la habitación de la pequeñísima Ludmila y apagar el equipo, o hacer un corte general en a casa, o… lo que él llama «¡ups! Te partí el cuello sin querer»
No podía, maldita sea.
Cuando Lumi se dispuso a subir, Andrés respiró como si le hubiesen quitado el jodido collar de piedras que tenía amarrado a las pelotas. No tendría que lidiar con su presencia, mucho menos ahora, cuando vaya-a-saber-uno-por-qué podía sentir las fragancias por todos lados.
Antes de su muerte, y no se refería a la que lo convirtió en vampiro, sino a la que se llevó a cabo un año atrás en la Isla del Vintén Lodge, nunca supo de otros de su especie que tengan esa habilidad con el olfato. Al menos no de esa manera, es decir, si bien sus sentidos eran cien veces mejores que los de un simple humano, y podía rastrear a cualquier cosa en la tierra con facilidad, eso no te habilitaba para que además, sientas los sentimientos y emociones de otros tanto vampiros como humanos a través del olfato.
Él pudo sentir el miedo fluir por los poros de aquella niña a quién doblaba en edad, se recordó. Más bien recordó la última,ya que, no es que la doblaba en edad en cuanto a la apariencia, porque eso sería lo de menos. Era ¿cuánto? ¿Doscientos años mayor?

Por los clavos de Cristo, debía mantenerse alejado de ese demonio con cuerpo de adolescente. Si pudiera, debería ir a que le arranquen los colmillos y lo castren en un servicio dos por uno para perseverar la vida de Ludmila.

Generalmente nunca necesitaba usar del oxígeno para vivir, y a pesar de ello, inhaló una buena bocanada de aire. Sentía que, si no lo hacía, se volvería un monstruo morado.
Si tan solo pudiese salir a la calle… estaba esperando ansioso el crepúsculo, el fin del día… de su agonía.
Anteriormente se había pasado interminables horas maldiciendo no poder salir. El anillo no funcionaba en él, y si se asomaba al sol, mucho temía que iba a terminar hecho barbacoa humana. Joder, no se estaba sintiendo para nada feliz.
Además tenía hambre.
La música parecía no detenerse, como si esas malditas melodías y Ludmila se hubiesen puesto de acuerdo para joderle la existencia o algo así. Tendría que subir y pedirle que pare. Que la apague. No sólo que se encontraba condenadamente hambriento y malhumorad, sino que su cabeza le estaba doliendo como si bailaran un malambo sobre ella.

No, Andrés no se sentía para nada feliz… ni agradecido.

Gruñó de manera bestial y se paró del sillón. Quedaban apenas unos minutos para la puesta de sol, no obstante, Dante y su cuadrilla tendría que estar volviendo.
Libertad… preciada libertad, todas las terminaciones nerviosas del vampiro estaban a punto de hacer cortocircuito.
Sólo unos minutos más, repetía con énfasis.

Volvió a sentarse, así como estaba no subiría a callarle la boca de un puñetazo a esa condenada bestia. De repente se preguntaba qué le había visto. Absolutamente nada. Ahora que lo pensaba mejor, tan solo era una cría más como la mayoría en el mundo. Un saco de sangre que no podía comer porque su hermano le prendería fuego su propio culo.
Tal vez intente desayunársela algún día y huir. Y a pesar de toda la mierda que en su cabeza le decía no, decían también que el zorro pierde el pelo pero no las mañas… ¿no es cierto?
Vamos, el mundo no extrañaría a una criatura que para lo único que servía era para cantar como desaforada, bailar y gritar…

¡Momento! ¿Gritar?

Andrés se paró en un santiamén como si hubiesen puesto un enchufe tres-veinte bajo su trasero. La puerta estaba cerrada, de hecho, curioseando desde que había llegado, se dio cuenta que todo estaba sumamente protegido a juzgar por las cerraduras en las ventanas. Bueno… no es como si un vampiro o el mismo Marcus fuese a tocar la puerta para entrar, sin embargo…
Un sabor amargo hizo paso en su boca, frunció el ceño y a velocidad vampiro subió hasta la habitación de Ludmila.
¿Qué demonios podía hacerla gritar así?
Abrió la puerta de inmediato y no vio nada.

Qué Carajos, maldijo en voz alta.

—Oh ya —se quejó Lumi— aquí en el suelo, ni que fuese tan bajita.
Cierto, el vampiro se olvidaba de su altura supermodelo, la niña era una enana prácticamente, apenas si le llegaba al pecho y con mucha suerte.
— ¿Puedes bajar la música? —Preguntó disgustado. Si hubiese tenido corazón, o si al menos este le latiera, de seguro que estaría acelerado como el infierno. Se había preocupado por nada.
— ¿Qué? —Escuchó decir a la pequeña.
La música, la maldita música a todo volumen.
—La música —respondió tajante y con los brazos cruzados.
—Sí, es buena.
—Tal vez en otra vida. Apágala.
—Lo haría si pudiera, graciosito —Andrés observó como la rubia apretaba la boca de forma graciosa— me torcí al caerme. Al fin de cuentas supongo que no soy tan buen bailarina —se encogió de hombros.

¿Qué iba a hacer? ¿Quedársela mirando como si estuviese en exposición mientras ponía cara de idiota? Que le den, él no era tan estúpido.
Fue caminando a zancadas y apagó el condenado equipo de audio que no paraba de sonar. Apenas le dirigió una mirada por encima de su hombro cuando encaminó hacia la puerta para irse.

¿Cómo iba a levantarse la muchacha del suelo? No-era-su-jodido-problema.

— ¡Ouch, mierda! —Escuchó el quejido a mitad de la escalera.
Merecía una estaca en el pecho. Había dejado a Lumi sola tirada en el piso. Una cosa era separar los sentimientos y otra muy diferente ser grosero.
Tal vez si diera marcha atrás y la ayudara a levantarse….

Antes de terminar esa línea de pensamientos, Andrés ya estaba otra vez en la puerta, con el brazo levantado, apoyado en el marco.
Lumi estaba rengueando con su piecito medio muerto.
—Pareces un perro herido —dijo el vampiro e inmediatamente sonrió. Perro herido ¿de dónde sacaba esas cosas?
— ¿Acaso no vas a ayudarme a levantar?
— ¿Por qué? Lo hiciste bien tú sola. 
Andrés oyó como Lumi gruñía mientras trataba de caminar, de repente tuvo una imagen de él sacándola a pasear en correa.
— ¿Qué es tan divertido? —Bufó.
—Créeme, no te gustaría saberlo —contestó, tratando de ponerse serio otra vez.

El vampiro vio como Ludmila se ponía de pie. Intentaba entender cual era el significado de aquellos ojos azul claro. Qué color extraño, pensó, nunca antes lo había visto.
La pequeña ni se inmutó, más bien lo observaba como si no existiese nada alrededor. Andrés permaneció en silencio, tratando de descifrar el aroma que la pequeña emanaba por su piel.

No era miedo. Pero tampoco sabía que podía ser.
El menor de los Casablanca se acercó a ella con rapidez, y la pequeña dio un respingo hacia atrás. Seguía sin asustarse. Él podía sentirlo.
Estando a escasos centímetros uno de otro, Andrés se preguntó como sería pasar la yema de sus dedos por aquella suave piel nívea. Sin titubear, estiró su brazo, y al ver que Lumi permanecía quieta como una estatua, mirando fijamente sus ojos, apoyó el primer dedo.
Un torrente de calor sacudió su cuerpo. La niña era más cálida que un ser humano. Por supuesto… era una mujer lobo.

Mujer.

Andrés tuvo muchas ganas que lo sea, no obstante, no debería olvidar su edad… jamás.

—No me tienes miedo —murmuró con la voz ronca, sorprendido.
— ¿Por qué debería? No me harás daño —aseguró, tragando saliva.
Andrés sonrió, con aquella sonrisa filosa como sólo un felino hambriento podría mostrar, antes de comerse a su presa.
—No estaría tan seguro de eso.

*

Lo único que esperaba Dante era encontrarse a Cassie dando vueltas por la casa de Ian. Mejor dicho, por su casa, corrigió al instante.
Al parecer, todo había cambiado un poco cuando miró a su alrededor. La casa que él conocía, gris, oscura, sin vida, se había tornado más alegre. No es como si hubiesen cambiado las cosas de lugar, al menos todo se reducía a mantenerse ordenado. A diferencia de cuando estuvo allí con Lumi esos últimos años, donde encontrar la ropa de la adolescente tirada por todos lados, como también CD’S de música y muñecas Barbies era lo más normal.
Los muebles estaban sin un rastro de tierra, las cortinas limpias y reemplazadas por unas nuevas de color blanco, mismo la ubicación del mobiliario había cambiado. Todo parecía más espacioso, como si hubiese cobrado vida.
Una vez que todos estuvieron dentro, Ian los atendió con café y comida.
Genial, porque él no sabía si el resto, pero el muy condenado tenía demasiado hambre. Últimamente se sentía como un barril sin fondo.

—Así que… no te hacía del tipo que remodela casas, Juanita —murmuró masticando un sándwich de jamón y queso derretido, con mayonesa extra, tal como le gustaba a Dante.
Ian se removió en su asiento, con una gruesa mirada que decía «no vayas por ese camino, no estoy para bromas»
—Apégate a la conversación central —gruñó.
—Dime qué quieres.
— ¿En primer lugar? —Gesticuló con una ceja levantada— Cassie les dará la lista de todo lo que necesito para Ludmila. Supongo que Benicio no tendrá problemas en llevar a las mujeres al centro comercial para hacerse de lo necesario.
— ¿Y crees que somos tus jodidas hadas madrinas o qué? —Preguntó Dante, mortalmente enfadado— ¿nos has hecho venir a todos aquí solo para darnos ordenes? Podrías haber pedido telefónicamente que lo  hagamos, imbécil.
—Podrías cerrar tu estúpida boca antes que ponga un cierre en ella, Dante. Y no será sin antes darte un puñetazo —advirtió Ian.
—Pruébame, cabrón —soltó sin más— hoy es tu día de suerte.
— ¿Qué tan necesario es todo esto? —Intervino Benicio con las llaves de la camioneta en sus manos. Galadriel, Amanda y Benjamín no intercedieron.
—Supongo que no es necesario —dijo Cassie, apareciendo— están tratando de medir cual la tiene más grande, ya sabes —miró a todos los presentes salvo a su hermano y Dante— si algo he aprendido del género masculino es que siempre están tratando de ver cual lleva consigo más poder —hizo una mueca, luego de una pausa tendió un papel a Amanda— esta es la lista. Todo lo que necesita Lumi esta ahí.
—Estupendo —Amanda se direccionaba a la puerta— ¿vamos?
— ¿Qué hay de Benjamín? —Preguntó Dante al ver que era el único que se quedaba.
—Es el único que no me significa un dolor en el culo —murmuró Ian— el hombre es de pocas palabras, y tener que lidiar con un bocazas como tú —explicó el lobo señalándolo— ya me es lo jodidamente molesto como para tener rondando en la casa a gente que opinará.
—Gracias por el cumplido —ironizó Benjamín— pero prefiero ir de compras —forzó una media sonrisa y salió junto al resto.
—Sí, gracias —se metió Dante— te recordaré su cumpleaños, así le envías un par de pendientes.
Dante notó como Cassie se acomodaba en el respaldo del sillón donde Ian permanecía sentado, el Ángel tenía ganas de golpear su estúpida sonrisa de macho alfa. No obstante, recordó aquel pensamiento húmedo que tuvo con aquella mujer unas semanas atrás. Había sido tan vívido, que siguió recordándolo los días siguientes mientras dormía, se duchaba o hacía cualquier tipo de actividad.

Realmente la mujer le había dado buen material para empuñar su propia mano izquierda en su…
Ok, no iría por ese lado, al menos de momento. 

—Lumi se quedará aquí, con nosotros, un lapso de tiempo considerable hasta que aprenda a controlar sus nuevas capacidades —comentaba Ian— no hay mucho que explicar.
—Expláyate respecto a lo que harás con mi pequeña —exigió con indiferencia, no es que no le importara, sino que, se sentía reacio en aceptar que alguien más se encargue de una persona que significaba todo para él.
—Manejaremos el tema de su conversión —decía Ian, tratando de ser prudente, no es que todos los días vayamos por la calle conociendo a su especie— antes que la primer luna llena nos aceche, Lumi tendrá que al menos saber intentar controlarse antes que el cambio la domine. Eso es posible si le mostramos cuales son los factores que desencadenan entrar en fase, o mismo salir de ella a voluntad —explicó.
— ¿De qué depende todo eso? —Dante se sintió intrigado.
—Amigo mío… —mostró una leve sonrisa— para que te des una idea y se te haga más fácil entenderlo, tú me haces querer entrar en fase.
—Bah, ¿de qué demonios hablas? —Quiso saber Dante, restándole importancia con su mano.
— ¿Necesito decirlo? Me exasperas, exasperas a todos a tu alrededor, tus comentarios picantes y sin sentido me provocan cambiar a lobo por el enojo o la impotencia, tú elijes.
—Eso no es cierto.
—Sí, sí lo es —replicó.
—Sigue con lo otro. No tengo interés de escuchar como me difamas —cerró los ojos, ironizando.
—Lumi tendrá que aprender a controlar los sentimientos que la hacen convertirse y volver a su estado humano, tanto en luna llena como en días normales. En un principio podrá convertirse mediante el plenilunio, y mismo, correr el riesgo de convertirse en cualquier momento, cualquier lugar, si todavía no sabe como frenarlo ¿entiendes? Tal vez puedas decirle algo que le moleste e inmediatamente tener una bestia desatada en el living de tu casa. La tensión sexual ayuda, también —sugirió, poniéndose más serio aún.
—Descarta eso, cabrón —señaló el Ángel con cierto recelo— mi niña es de lo más pura.
Cassie aclaró su garganta, Dante ignoró tal acto.
—Vaaale —dijo Ian estirando las vocales— simplemente te estoy diciendo todas las posibilidades. Otra cosa importante, el estado físico de Lumi.
—Ella tiene un perfecto estado —interrumpió.
—Y no te digo que no, pero tendrá que trabajar su cuerpo, sus movimientos, sus tácticas de combate y defensa personal.
—No luchará. Ni lo sueñes —rugió Dante, poniéndose de pie.
El lobo ni se inmutó.
—Nadie esta diciendo que lo hará, ignorante. Pero sí en un futuro. Ella es nuestra hembra alfa, si es que tal termino existe —arrugó la nariz— es hija de Darius, y no puedes ir contra la sangre. Todo sería más fácil si él estuviese aquí ¿sabes? Pero con la otra sanguijuela muerta, no es una opción.
Dante se tensó sobre sus propios pies. No era bueno mintiendo, admitió justo en ese momento para sí. Andrés estaba vivo y no sabía cuanto más podrían ocultarlo.

Hasta que descuartice a alguien, pensó sin sentirse muy positivo. Resulta que ahora mismo ese hijo de puta estaba con su preciosa y virginal Lumi en la misma casa.

— ¿Qué quieres decir? —Preguntó Dante, tragando saliva.
Ian vaciló y fue Cassie quién le dijo que debía de hablar ahora.
—Qué más da —susurró— ¿Qué daño puedes hacernos? Eres un jodido Ángel.
—Caído —agregó Cassie con malicia.
—Lo que sea —completó Ian— A pesar de quererlo muerto como esta, era importante traerlo, al menos hasta que nos de lo que necesitábamos y lo volviéramos a matar —explicó, refiriéndose a Andrés— resulta que la daga que buscamos es nada más y nada menos que la que puede traer nuevamente a nuestro Jefe.
Los ojos de Dante se fueron de orbita a dar un paseo por la estratósfera.
Su jefe era, nada más y nada menos que… el padre de Ludmila. Darius.
— ¿No estaba muerto? —Quiso saber, confundido.
—Medio muerto —corrigió Ian— esos hijos de puta ni siquiera saben hacer un trabajo completo. Cuando los bastardas que iban con Andrés atacaron su casa, a las afueras de Brooklyn, donde encontraste a Ludmila, evitaron el detalle de comprobar que todos estaban muertos. Claro que ahora mismo no es como si Darius estuviese caminando por ahí entre los vivos. Más bien esta en la cripta familiar de Lucian, mi padre. Esta en estado mortuorio, la única manera de traerlo es empuñando esa daga en su pecho, con ayuda de Cassie —Ian sonrió hacia su hermana y acarició su pierna— de esa forma, Darius volvería, nuestra manada no se vería atacada por la falta de líder, y Lumi no solo que se libraría del combate, de la obligación que significa ser la hembra alfa, sino que, además, volvería con su padre.

Joder, Dante no sabía toda esa mierda.
¿En qué lugar lo ponía eso? La idea que Lumi recupere algo de su niñez y pasado junto a su padre era tentador, incluso aunque eso lo deje fuera de la vida de aquella pequeña bastarda. Pero había prometido que no revelaría el secreto, que no revelaría a nadie que Andrés estaba con vida.
Mierda… esta situación cambiaba las cosas, aún así, había dado su palabra, y seguro como el infierno que la cumpliría. Al menos hasta volver a la residencia Di Franco y replantear toda la cuestión.
Esto no se trataba de salvarle el culo al menor de los Casablanca, era de otra índole. La vida y la integridad de su pequeña Lumi dependían de eso. Y era cuestión de tiempo salir en defensa de la blonda adolescente.

—Te ayudaré a encontrar esa jodida daga —susurró Dante con los ojos perdidos en la suela de sus zapatos.
— ¿Cómo harás eso? Ni siquiera el método de rastreo de Cassie sirve cuando se trata de vampiros. Usan demasiado bien el glamour para cubrir todo. 
—Joder, hombre, ya veremos como —mintió. Él sabía como, sólo tenía que darle tiempo para determinar cuando.
—Gracias —admitió una voz. ¿Podía ser verdad? Era Cassandra.

La mujer de hebras coloradas le estaba agradeciendo de antemano. Justo ella, que era obstinada y necia hasta la muerte. La misma que no le dirigía la palabra a menos que intentara ponerlo en ridículo. La misma que ni siquiera lo saludaba.

La misma que le causaba millones de fantasías sexuales, a pesar que hacía muchos años se había rendido ante la idea de estar con otra mujer que no fuese Amanda.

—Mami… ¿Qué es todo el murmudro? —Dante se giró para ver de dónde provenía aquella voz fina y chillona.
—Murmuro, Elena, se dice murmuro —corrigió Cassie, suavemente.

Cielos… el Ángel pensaba que nunca en la vida se enternecería con alguien más que no sea Lumi —porque, a pesar de negarlo, lo hacía— o que sus ojos jamás contemplarían la belleza en alguien más que Amanda, cuando conoció a Cassie y cayó bajo su flechazo.

Estaba jodidamente equivocado.
Aquella preciosura de apenas un poco más de un metro —dispuso su ojo no entrenado— tenía un hermoso color de pelo cobrizo, con tintes marrones y caobas que caían hasta llegar a su cintura, su piel era pálida y sus mejillas estaban eyectadas de sangre, volviéndolas rojizas, delicadas. Sus ojos eran marrones, pero diferentes, se dijo Dante mientras la observaba atónito, más bien eran algo así como líquidos, como chocolate derritiéndose. Llevaba puesto un vestido verde oscuro a cuadros azules, con un cuello blanco de encajes.
Era la justa figura de la inocencia.
Por primera vez en su vida, Dante se quedó sin palabras. O bueno, al menos las que le venían a la mente no eran una lista interminable de groserías.

Cuando un fuerte tirón en su dedo meñique lo volvió a la realidad, bajó la vista y notó como la pequeña caminante se había acercado a él.
Apenas le llegaba lastimeramente a su cadera.
Y no sólo que la diminuta Elena estaba mirándolo atontada, sino que, pegaba diminutos tirones con su diminuta mano sobre la gran mano y contextura del Ángel, que apenas podía limpiar el mar de babas que le provocaba ver a ese encanto de bebé.

— ¿Y tú quién eres? —Preguntó con esa particular voz que podía tener una criatura de seis años.
Cassie se posicionó tras ella, con la mirada seria, dispuesta a asesinar a Dante frente a cualquier movimiento. Él la miró ofendido. ¿Qué clase de hombre se pensaba que era, para ponerse así? Dante nunca se atrevería a lastimar a Elena, maldita sea, a nadie en realidad.
—Soy Dante —su sonrisa se hizo gigantesca— ¿Y tú quién eres? Una señorita como tú debe tener un nombre exageradamente hermoso ¿no es cierto?
La niña sonrió de tal forma que Dante tuvo ganas de morderle esos dos hoyuelos que se le formaron en las mejillas.
—Elena, pero puedes decirme Ellen cuando gustes o cuando no estés enojado conmigo.
El Ángel frunció el ceño.
—No creo que alguna vez en la vida pueda enojarme contigo, princesita. Además, tienes el permiso para que, en caso que lo haga alguna vez, puedas picarme hasta que caiga al piso —le guiñó el ojo.
Ellen, como le gustaba que la llamen, se puso pensativa.
—No puedo hacerte enojar ahora que eres mi Ángel.
Ante aquella declaración, Cassie dio un paso al frente y su hermano Ian se paró por primera vez. Los dos lo miraron conmocionados, y era de esperarse.
Aquello debería ser un juego de palabras desafortunado que Elena usó sin pensar. Sin embargo, algo en el rostro de los dos adultos que Dante tenía enfrente le hizo pensar lo contrario.

— ¿Qué sucede? —Preguntó Dante, con la voz ronca.
—Tonterías de niños —gruñó Cassie— Ian, llévatela.
—Mami… no importa a donde vaya, él siempre me acompañará —trataba de explicar con alegría en sus ojos— ¡Es mi Ángel y puedo hacer con él lo que quiera! ¡Lo he visto en mi sueño!
Dante observaba confundido.
— ¿Qué? —Exigió saber.
—Oh, ¡dile a mami que puedo hacer lo que quiera! ¡Tú vas a cuidarme bien!
—Elena, lo haré, pero… —Dante dudó— ¿De qué va todo esto? ¿Qué sucede aquí? —Necesitaba que alguien le de una explicación.

Cuando Ian se fue con la pequeña Ellen casi a rastras, el lugar permaneció en silencio. Dante pudo notar como Cassie se mordía los labios en lugar de comenzar a hablar.
No entendía ni una palabra. ¿Dante el Ángel personal de la pequeña? ¿Lo había visto en su sueño?

—Elena esta confundida. De seguro te confundió con alguien más —explicaba Cassie, pero una Cassie desconocida, pensó Dante, al ver el tono solemne que estaba empleando.
— ¿Qué ha soñado, Cassandra? —El hombre no estaba cordialmente cómodo con los sucesos.
Cuando vio como la mujer vacilaba, él volvió a preguntar, y ella contestó.
—Hace semanas esta empeñada, diciéndome que sueña con Ángeles. Diciendo que alguien la protege en sueños. Una especie de Ángel Guardián —torció el gesto y chasqueó su lengua— lo cual es imposible ahora que te señala a ti. No eres más que un caído, Dante, y a pesar que, no dudo que seas buena gente con buenas intenciones, eso no te coloca en el rango celestial como una persona que se dedique a cuidar de nadie, mucho menos… niños.
—Cuido de la gente que quiero, no se que concepto tienes sobre mí, mujer, pero… cuido condenadamente de la gente que quiero —le aseguró con voz gutural.
—No nos conoces —su voz volvió a ser la dura roca ruda que él conocía— tampoco a mi hija. No estamos precisamente en tú círculo.
—Joder, Cassie, ¡ella es una criatura! —Le echó en cara como si fuese una respuesta obvia— ¡Le patearía el culo a quien se acercara para hacerle daño!
—Mantente alejado, Levinton —exigió la pelirroja, llamándolo por su apellido— esto que ha ocurrido no te da derecho a nada. Simplemente mantente alejado de mi hija —gruñó y se giró para irse.

Seguro como el infierno que no haría caso a la amenaza de Cassie.
De un momento a otro, así fuese lo último que hiciese, no hacerle caso a la mujer era su principal objetivo… al menos en esa línea de pensamientos.

Al menos en ese lugar en la Tierra. 

 **ATENCIÓN**
lo que más espero luego de cada capitulo, son sus comentarios, para poder debatir con ustedes lo que piensan, las conclusiones que sacan y lo que opinan respecto a cada personaje. Es por eso que les pido, si van a hacer algun comentario, haganlo ÚNICAMENTE en la página OFICIAL Y PUBLICA DE DESPERTAR, que es la siguiente: http://www.facebook.com/DespertarAmandaVelocet 
*NO LA HAGAN LOS COMENTARIOS EN EL MURO DEL GRUPO PRIVADO* porque a cada comentario,a los otros fans les llega una notificación, y así muchas veces ven SPOILERS. Por eso, comenten en el grupo publico y oficial ( http://www.facebook.com/DespertarAmandaVelocet )
ahí sí pueden dejar sus comentarios publicando en el muro, porque los lectores saben que si no quieren spoiler no deben leer lo que otros ponen, y los que estén al día pueden debatir junto a ustedes.

¡Espero que hay disfrutado de este capitulo, que sin duda es muy revelador en muchos aspectos! y espero ansiosa sus comentarios y conclusiones en el muro de DESPERTAR!

Ya saben... favor de cuidar sus cuellos y ¡mordiscos de amor! ;)

3 comentarios:

  1. me enccantooooooooooooooo*-* hermoso wn Ojala qe el andres alg le haga a la lumi ><

    ResponderEliminar
  2. su angel??? increible!!!! Elena si me agrada no como Lumi...no sé porque aun no me agrada (tal vez porq esta vez está enamorando a mi Andrés)

    ResponderEliminar