lunes, 19 de diciembre de 2011

Despertar III Efecto Lunar ~ Epilogo final (último capítulo)


Este es el último capítulo de la tercera parte de la saga Despertar, llamada Efecto Lunar. 
PD. No nos pongamos melancólicos, habrá Despertar IV. 

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Ian sentía como si hubieren triturado sus huesos y los hubieran dejado dentro del cuerpo, como si fuera un saco de polvo. Pero claro, sus huesos eran lo suficientemente fuertes como para soportarlo, y él no era un simple saco.

—Tiene un brazo quebrado —Dijo Damien, con disfrazada tranquilidad.

Ian estaba recostado en una cama demasiado dura para ser la suya, y luego de vaya a saber cuánto tiempo, se dio cuenta que se trataba del colchón en el cuál estuvo durmiendo el humano desde que había llegado.

— ¿Y qué pasa con Lumi? —Preguntó Benjamín a un costado.
—Ella esta perfectamente, las chicas están ayudándola a bañarse —contestó

¿Qué rayos significaba ver luces de colores? Se preguntó Ian. Jamás se había sentido tan indefenso. Escuchaba las conversaciones como si él estuviera metido dentro de una cápsula.

—Voy a inyectarle codeína.
Al escuchar lo siguiente, el lobo abrió los ojos grandes como platos, y las diminutas luces prácticamente lo cegaron.
—Yo… no necesito codeína —gruñó.
—Gracias a ese comentario entonces se que sí la necesitas —le explicó Damien.

Después de muchos años, cuando los lobos venían en su forma humana heridos, ya sean fracturas o cualquier tipo de lastimadura, se dieron cuenta que los analgésicos comunes no les servían para más que aliviar un pequeño dolor de cabeza. Cuando probaron con lo más fuerte como la morfina, les despertó una reacción alérgica incluso más severa que el dolor mismo de origen. Descartando todo tipo de preparados, la codeína, más débil en su efecto que la morfina, aliviaba, y su única contraindicación apenas eran mareos leves que duraban veinticuatro horas posteriores.
De todas formas ¿cómo Damien podía estar revisándolo como si supiera lo que estaba haciendo?
Ian sintió el pinchazo de la aguja en la parte izquierda de su brazo y se sobresaltó. Escasas veces había sido intervenido de esta forma, además, apenas se le había quebrado el brazo. No era para tanto.
Aún así… el dolor…

—Ahora hay que esperar que tome el antibiótico y luego tendré que acomodar ese hueso en su lugar.
— ¿Y tú qué sabes de estas cosas, Damien? Deja de hacer experimentos conmigo, me curaré solo.
Ian observó como Benjamín los dejaba solos en el cuarto de huéspedes. Ya era pasada la medianoche, hacía calor y él estaba mortalmente enojado.
Damien carraspeó.

—Soy médico, Ian.
Agarró su brazo con fuerza, y el lobo sintió entonces su profesionalismo.
¿En serio él era médico? Cómo era posible que no lo supiera…
No le extrañó después de cómo se había ido del refugio para la manada meses anteriores, ni de cómo durante todos estos años lo había evitado.
— ¿Tu hermano también?
—Mi hermano apenas justifica su estadía con tu padre.
Ian levantó la vista, y observó la mirada de Damien recorriendo todo su cuerpo. De la forma en la que estaba agonizando del dolor, aunque este ya estaba siendo acaparado por la codeína, podría haber jurado que vio deseo en los ojos del humano, pero eso era imposible. Sí, era culpa del preparado ese que tenía la jeringa.
—Supongo que tu hermano sigue siendo un cretino —dijo apretando con fuerza los dientes. El dolor cedía, sí, pero tenerlo a él enfrente no mejoraba las cosas. Quería que se quitara, que dejara de tocarlo de la manera estrictamente profesional que lo estaba haciendo. ¡Maldita sea! ¡De cualquier tipo de manera!

— ¿Duele? Tienes una cara tremenda. La codeína ya tiene que haber surtido efecto.
Ian apartó la mirada con rapidez.
—No duele.
El humano asintió con desconfianza, y apretó el brazo malo del lobo, no sintió nada. Estaba completamente dormido.
Luego de un rato, Damien entablillaba todo su brazo y lo vendaba bien ajustado.
Luego acercó un cuenco lleno de agua, con unas toallas húmedas. Empezó a ponerlas sobre la frente de Ian.
—Eso no me hará nada, humano —gruñó tratándose de apartar, y no pudiendo hacerlo por el dolor infernal que sentía en todo el cuerpo.
—Tienes cortes por todos lados, si no te curo ahora podrías infectarlos.
—Me curaré.
—No. No lo harás, así como tampoco vas a moverte de aquí hasta que sientas que puedes caminar sobre tus dos piernas.
Ian se levantó de inmediato, largando una maldición por lo bajo.
Él no recibía órdenes de nadie. De nadie.
Sin embargo, a diferencia del resto, Damien no se mostró ni siquiera intimidado. Volvió a insistirle, y puso sus dos manos a los costados de los hombros, para evitar que siguiera moviéndose.
— ¿Qué va mal contigo, hombre? ¿Qué es lo que quieres demostrar?
— ¡Sácame tus manos de encima!
El guardaespaldas de su padre, y ahora reciente médico descubierto, levantó sus manos como rendición.
—Trataba de ayudarte, Ian. Eso es todo —le hizo saber, con la voz monótona y cansada— ha sido un largo día para todos.
—Ni que lo digas.
El lobo comenzó a caminar hacía su habitación, y escuchaba jodidamente el corazón acelerado de Damien. Se detuvo un instante, y entonces él habló.
—Creí que morirías.
Estaba de espaldas al humano, allí no tenía que fingir, este apenas lo estaba viendo. Ian podía sentir como su propio rostro perdía color. Un pequeño frío sudor recorrió su espina dorsal.
—Todos tendremos que morir alguna vez —contestó sin expresión alguna.
—Jamás vuelvas a hacerme una cosa así.
— ¿Hacerte qué? —Ian se dio vuelta en el momento que preguntó aquello. La mirada de horror y miedo que le devolvió su acompañante rompió algo suyo, muy dentro y profundo.
—Dejarme aquí encerrado mientras te vas, sin saber siquiera si volverás con vida alguna vez —se acercó a paso firmo junto a él— No vuelvas a hacerlo.
—Había más de una persona allí fuera, Damien, todos corríamos riesgos.

Por algún motivo, Ian pensó que él quería decirle algo más. Que todo aquello tenía un maldito significado. Pero era absurdo, nada de eso estaba pasando, y él tenía que tomar una condenada siesta. Urgentemente.

—Estas en lo cierto —Contestó el moreno, apartándose de su camino.

Ian sintió un vacío espectral.
¿Qué le había hecho pensar que Damien estaba preocupado por él, y no por el conjunto entero de personas que se hospedaban en esa casa?

**

Benjamín se había ido a esperar dentro de su camioneta cuando tocó a la puerta del baño y tanto Cassie como Galadriel estaban allí ayudando a Lumi. La pequeña no había sufrido ningún tipo de herida, pero se encontraba agotada.
Amy y Benicio se fueron a la casa, no solo que cansados, sino deprimidos también, y no era para menos.

En el cuarto de baño, la ducha había terminado, y Galadriel se encargó de cubrir a la pequeña con la toalla, mientras le pasaba una mano por el hombro y la acompañaba a la habitación.
Cassie no podría sentirse más desencajada al respecto.
Amanda no había sido lastimada, pero Franco la había mirado con ansias.
No. A partir de ahora le echaría un ojo más encima, ella no iba a permitir que la vampiresa saliera herida. Los futuros de las dos estaban en las manos de Amy.
El bien y el mal… ¿Qué camino iba a elegir?

—Tendría que irme —dijo Galadriel, mientras cerraba las ventanas del cuarto, con persianas y cortinas incluidas, y encendía el velador para que hubiera allí algo de luz. 
—Yo me quedaré aquí con ella —contestó Cassie, reticente a entablar conversación con la blonda vampiresa— dormiré en el piso.
—No puedes dormir en el piso. Ve a tu cuarto, ven un par de veces en la noche para ver si ella necesita algo. Te hará mal descansar así.

Cassandra se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.
Ella se había acostumbrado a dormir mal, incontables noches había pasado en la pequeña oficina trasera de su bar She-Wolf.
Cuando el bar funcionaba por la noche, llevaba a su hija Elena con su padre y su abuela, allí tenía todo tipo de lujos, y hasta una habitación para la pequeña. Pero cuando el bar estaba cerrado al público, su hogar era ese. En la oficina apenas cabía un pequeño colchón, y ese era el que utilizaba Elena.
Lucian, su padrastro, le pagaba un departamento que ella tenía desocupado. Ahora mismo apenas contaba con su monovolumen para moverse, pero cualquier otro tipo de lujos eran descartados.
She-Wolf, su bar, estaba recubierto por un escudo de protección, además, tenía una buena fachada. Nadie la buscaría allí. La firma del local era de Bruno, su ex pareja humana, nadie haría una conexión con ella, por lo cual, allí estaban seguras. Aunque, esa era otra de las cosas que le molestaban. Legalmente, el bar pertenecía a Bruno y ella odiaba que él tuviera algún tipo de derecho sobre ella. Lo único que la dejaba tranquila era saber que él jamás haría algo para perjudicar a su hija. ¿Cierto?

 —Estoy bien ¿vale? —La bruja levantó su propio escudo de protección. No era nada mágico, ni tenía que conjurarlo. Era algo automático en ella que hacía que las personas que la rodearan ni siquiera pensaran en hablarle.
—De acuerdo —contestó Gala. Cassie notó como la vampira no se iba a rendir. Ella era diferente al resto. Muy pocas cosas amedrentaban a Galadriel, pensó con hastío.
Cassandra esparció unos almohadones en el suelo y se recostó.
—Vete ya. Tu novio te espera en su auto.
La rubia sonrió.
— ¿No estas preocupada por Dante?
Sí.
—No.
¡Mentirosa del demonio!
—Algún día tendrás que aceptar que están predestinados.
Con eso último Cassandra se sentó como si del piso hubieran salido clavos que cortaran su espalda.
— ¿Qué sabes tú del destino, a ver? Por lo que yo sé, eres una rubia pacata con mucho dinero y vida por delante. Con todo resuelto y un novio hermoso y caballero. Tienes el pelo siempre bonito y toda la ropa en ti queda fina mientras en mí más que vulgar. Hablas bien y siempre tienes las palabras justas. ¡Hasta tu manicura!
Galadriel abrió los ojos, y se miró las manos, escondiéndolas luego.
— ¿Qué tiene mi manicura?
— ¡Es jodidamente perfecta! Y yo me como las uñas —Cassie vaciló— además, eres la compañía ideal, mientras que huyen de mi. ¿Sabes a lo que estoy predestinada? Cielos… tú no sabes nada de mí. En absoluto.
—Cassandra… has nombrado miles de justificativos, y todos han sido sumamente frívolos.
—Veo que nos vamos conociendo entonces, chupasangre. Yo soy frívola. Ahora sí, vete de una vez, porque, por si no lo sabes, nosotros los casi humanos necesitamos dormir. Tú ve, corre y llega temprano a meterte en tu ataúd.
—Cassie eso es ridículo. Hace siglos que no usamos ataúdes.
—Me llamo Cassandra, y no me importa dónde duermas de todas maneras, ni me interesa saber tampoco si lo haces patas para arriba como los murciélagos. Buenas noches.

Cassie se recostó nuevamente y puso todo su cuerpo sobre el costado. Era bastante patético enojarse con Galadriel de esa forma y no poder ni siquiera pegarle un portazo a la puerta.
Pensó un buen rato en Dante, y en como había desaparecido así.
Él tenía que estar bien.
Mientras estaba entresueños, unos tacos resonaron en la habitación a oscuras y luego algo la tapó.
Era Galadriel arropándola con una manta, mientras creía que ella estaba profundamente dormida.
La sensación no pudo haber sido más extraña ni aunque quisiera y un extraño anheló la preocupó: necesitaba cariño. Necesitaba condenadamente que alguien alguna vez la ame.
Necesitaba una amiga. Necesitaba volver a casa y saber que alguien verdaderamente la esperaba.
Necesitaba saber que, si algún día desaparecía por completo, y con eso se refería a la muerte, alguien la lloraría por su ausencia.

**

Amanda se había bañado sola, a pesar de las continuas insistencias por parte de Benicio para que entraran juntos a la ducha.
No veía nada sexy en andar pasándose el jabón uno al otro. Bueno, en realidad, ella no veía nada sexy en Benicio pasándole el jabón a ella, sin embargo… cuando se ponía en su lugar, bañar al vampiro le resultaba de lo más excitante en su imaginación.
Con todo aquello de la pelea, apenas si habían tenido tiempo para acurrucarse junto a su amor y descansar. A lo máximo que habían llegado era a la tarde esa en aquel probador de ropa.

Amanda sangraba por dentro de deseo.

Mientras se tendía en el sillón del living y tomaba algo de sangre embasada con rapidez, y esperaba a Benicio que también se estaba duchando, se peguntó dónde estaba Dante, y con quién se había ido Andrés.
Eso se preguntaron todos, pero descartaron al Ángel Caído ya que nada malo podría haberle pasado. Alma simplemente quería que él se fuera, eso lo habían escuchado. Luego, toda la charla que tuvieron previamente a que él desapareciera como por arte de magia, había sido tapada. Ni su audición supernatural había podido captarla.
Sin embargo, Andrés se había ido con una mujer. ¿Quién era? Apenas la había visto de refilón. Y sí, parecía la clase de mujer con la que él se enrollaría. De estatura media, vestida toda de cuero de pies a cabeza, pelo negro como la noche… y una cara desconocida, porque ni siquiera la había visto.
Qué rápido que el vampiro buscaba compañía… lo único que ella pedía era que no terminara matándola como a todo el resto.

—He terminado —se sobresaltó y alivió a la vez cuando Benicio estuvo frente suyo.

Dios… si Dios tuviera forma humana —no lo sabía— seguramente debería lucir así.

—Pues no parece —bromeó— ¿Andas haciendo nudismo o qué? Apenas estas envuelto en la toalla.
Oh, sí… desde allí podía ver aquellos bíceps marcados. Debería ser ilegal portar semejante cuerpo.
— ¿Y se supone que eso te molesta? —ronroneó él sobre su cuello.
El vampiro se había recostado sobre ella en el sillón, sin terminar de desnudarse aún. Amanda sintió como si su cuerpo se hubiera calentado, y las gotas del cabello mojado de Benicio que caían sobre su pecho parecían evaporarse.
—Eso es lo último que me molestaría.
—Amor mío…

Entonces la puerta se abrió, como si un huracán estuviera esperando por entrar.

— ¡Mi vida es una completa mierda miserable, y encima tengo hambre!
Era Dante.
Amy se paró de inmediato, junto a Benicio quién lanzó un gruñido de desaprobación.
— ¿Estas bien? —Preguntó la vampiresa, acercándose a él.
Dante la observó con detenimiento, asintió con la cabeza y frunció el ceño.
—Si lo que tienes detrás de ti es un hombre desnudo, y por casualidad, ese hombre es Benicio, por favor, no te muevas. Lo último que necesito ahora es quedarme ciego.
—Te quedaras ciego si suelto mi toalla y sale mi gran amigo. Podría arrancarte hasta un ojo por el tamaño.
— ¡Benicio! —Gritó Amy, en desaprobación.
—Tengo hambre vampiro —contestó Dante, riendo como un idiota y negando con la cabeza mientras los esquivaba y subía por las escaleras— pide pizza, y cuando digo pizza, me refiero a mucha pizza. Estoy famélico. Y con un humor de perros.
—De acuerdo.

Cristo, Amy apenas podía creerlo.
Aquellos dos eran un dúo de locos.

Y por cierto, ¿Benicio podría dejarlo ciego? ¿Tan así? Mmmm… era algo que ella, sin lugar a dudas, tendría que averiguar.  

**

Andrés daba vueltas de un lugar a otro en la sala de estar de su casa en la Estancia del Vintén Lodge mientras ella lloraba.
Vit jamás se hubiera permitido llorar ante nadie, mucho menos frente a un vampiro, pero esto era inconcebible. Ella había cumplido, y él ahora mismo quería rescindir parte del contrato. Parte como… su muerte.

—He cumplido. Haz lo tuyo.
Andrés se pasó los dedos por su cabeza, como queriendo arrancarse el pelo.
—Mujer…entra en razón.
Vit se mordió el labio inferior.
—Mátame de una vez, ¿quieres? —Se acercó a él.
Notó como el vampiro quedaba paralizado. ¿Por qué le importaba tanto? ¿No es que ellos eran criaturas desalmadas?
—No puedo hacerlo, cariño. Dame una razón.
—Te mataré yo si tú no me matas antes.
—Desechado.
—Vamos, una promesa es una promesa.
—Y nadie te garantizó que yo cumpla las mías.
La cazadora no pensaba rendirse.
—Te salvé el culo. Hazlo. Vamos.
Andrés vaciló y se le acercó aún más. Su mirada estaba fría. Glacial.
Pensaba que no le tendría miedo a la muerte. Ella nunca lo hacía.
El teléfono móvil de Andrés comenzó a sonar. Tenía una llamada entrante.
Menuda coincidencia irónica, la canción de ringtones que sonaba era “Don’t fear the Reaper” (“No le temas a la muerte”) del grupo Blue Oyster Cult.
Él lo ignoró apagando el sonido.

—Vit… siempre puedes pensarlo un poco más.
—He tomado una decisión.

Abrió los ojos y todo ocurrió. Andrés estiró su mano, como si fuera a destriparla con sus propios dedos.
El momento había llegado.

Vit cerró los ojos con fuerza.
Todo se volvió negro.

~Fin~ 

Vayamos todos a: https://www.facebook.com/DespertarAmandaVelocet así dejamos nuestros comentarios! Efecto Lunar ha llegado a su fin, es un momento muy emocionante para todas las lectoras y fans :)


Pueden descargar #EfectoLunar en formato EBOOK, aquí: http://www.mediafire.com/?h9o0a7spua88n30
Al final del Ebook hay una escena eliminada de Efecto Lunar, inédita! ;)

5 comentarios:

  1. no creo q la mate....es q Andrés es otro vampiro...ya no tan desalmado.....me encanta la relacion Dante/Benicio...jajajaja

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  2. Quiero llorar y reir!! solo por que se que habrá continuación... me encanta el final, siempre me dejas con ganas de mas!!

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  3. :O Creo que se Quedara Con Ella :)

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  4. Un poco tarde, pero listo, me encantó.... Espero con ansias la cuarta parte.... :)

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