sábado, 26 de marzo de 2011

Fanfiction sobre la Saga Despertar, creado por Elizabeth McQuiabella.

      FanFic Despertar en el Infierno.
       El término fanfiction o fan fiction (literalmente, "ficción de fans"), a menudo abreviado fanfic o simplemente fic, hace referencia a relatos de ficción escritos por fans de una película, novela, programa de televisión o cualquier otra obra literaria o dramática. En estos relatos se utilizan los personajes, situaciones y ambientes descritos en la historia original y se desarrollan nuevos papeles para estos personajes. El término fanfiction hace referencia tanto al conjunto de todos estos relatos como a uno en concreto, según el contexto.
Podemos controlar muchas cosas en nosotros, enseñarnos a ser de una u otra forma sólo es fuerza de voluntad. Algo que nunca podremos controlar es nuestro subconsciente, eso que nos hace seres pensantes, y hay una parte de ese lugar (qué, prácticamente puede envenenarnos dulcemente por completo… sin siquiera dignarse a preguntar si puede pasar)  que es nuestro amor hacia alguien, un personaje cualquiera para muchos, pero que es indispensable en nuestras vidas. Eso queda fuera de nuestro intelecto, fuera de nuestra razón, y por sobre todo fuera de eso que llamamos ‘fuerza de voluntad’, contra ese poderoso ingrediente cósmico no se puede luchar, ni siquiera seres como los vampiros pueden no dejarse llevar por él, quizás pueden aprender a controlarlo, pero eso es algo que te termina agotando y a la larga… tarde o temprano cedes al instinto… y sucumbes. Podremos llamarlo error, locura, estupidez (hay miles de formas y variantes posibles para designarlo) pero es lo que nos mueve en esta vida, o muerte -para algunos-, y aunque nos neguemos a la más remota posibilidad de sentir algo y dejarlo fluir hacia la otra persona llega un momento en que tu mente sólo piensa en el personaje aquel, que puedes materializarlo junto a ti, sentir su aroma, ver su rostro tan nítido que duelen los ojos… en una visión HD.
El subconsciente de una persona son detalles ambiguos, y si bien escribo ambiguamente, describo a los personajes  en forma sentimental, es una nube… que sube y baja, baja y sube, no existe más que los sentimientos, que se entrelazan y tejen un sueño que es más verdadero que una vaga ilusión, y algunas cosas que… los que leen descubren  dentro de la historia…




Amanda en su pieza mira a su alrededor sin observar nada, a su mente vienen nítidos los recuerdos de Andrés y su ‘plantazo’, no podía creer que pudiera hacerle tal cosa, quién mierda se creía! No podía tolerarlo… lo que no podía tolerar tampoco era ese perfume que irradiaba la sangre de Andrés, quedó con sed  de él, y aunque se repitiera mil veces que era una estúpida por hacerse ilusiones de algo que no ocurriría, obtendría lo que quería  o moriría en el intento (cosas que bien sabemos pueden ocurrir juntas). La fragancia inunda sus deseos, toda su mente se retuerce y no deja espacio para pensar en algo racional, o algo…es como que colmó todo su ser y no quedaba trinchera en ella para nada más. En aquello se pasó el resto de la maldita noche, llorando de rabia, pensando en el idiota de Andrés, que si bien, le daba claras señales de querer poseerla, la dejaba allí con sus ganas de sentirlo, así tan cerca que sus pieles se fusionarían de acercarse un milímetro más. No sabía a qué estaba jugando Andrés, pero ella comenzaría a jugar también, poco a poco se le iba yendo lo sumisa, poco a poco el miedo que no entendía por qué estaba allí, se iba y se convertía en ese sentimiento que ocupaba toda su mente.
No entendía un carajo, pero eran tantas sus ganas de él que ya se estaba volviendo loca, o por lo menos eso pensó cuando quiso bajar a beber algo de sangre para saciar, en parte, su maldita aversión, y sintió más embriagante aquel perfume divino, con eso si que se perdió. Pero aún faltaba más… cuando salió de su habitación divisó a lo lejos en la ventana del corredor la silueta de su ¿amado?, podríamos llamarlo mejor  su deseado.
Ahora si que me volví loca!- pensó- es sólo la maldita ilusión, lo estoy pensando demasiado- se dijo a si misma, porque lo estaba viendo allí,  como Andrés no se movió, ella se acercó sigilosamente, no fuera que el espejismo se desapareciera!
Andrés por su parte, después  de pasarse pensando en las mil y una formas de mandar todos sus sentimientos a la basura, que no podía siquiera permitirse el pensar en eso, ese tema  tabú que ocupaba el lugar del rencor y recelo muy en el fondo de su subconsciente. Aún así, allí estaba ella dejando borrosos los sentimientos de culpa que guardaba en su interior, podía verla, allí muy cerca… peligrosamente cerca. Su conflicto interno ya no daba para más, se sentía vulnerable, se sentía herido, toda esa máscara de maldad se le estaba derrumbando, y todo por aquella mujer, si alguna persona común y silvestre sintiera, por lo menos la cuarta parte de aquello que Andrés estaba experimentando, que trataba de ocultar, maldiciéndose a sí mismo por permitirlo, podría experimentar una psicosis que terminaría por matarlo, así estúpidamente frágil y discontinuo. Andrés luchando contra aquello, a punto de perder el control… control que se disiparía completamente si la razón de su lucha interna se acercaba.
Para colmo, sentía esa fragancia exquisita que lo instaba a perder la cabeza, y quería tomarla, ya no importaba el precio, sus planes eran algo que desde hace algunos días se estaban convirtiendo en polvo. Fue con ese pensamiento que su raciocinio de siempre lo invadió, pero sólo por unos instantes, pensó en ir a buscar sangre para saciar su sed de ella, decidió salir a buscar sangre de algún envase original, con empaque de mujer, que no se resistiría a sus encantos y la, o las, haría sufrir, hábito del que se jactaba, por creer que en éste encontraba su libertad perdida. Pero este pensamiento fue fugaz, sentía cada vez más intensa  esa fragancia de Amanda, y no le dejaba pensar en nada más que en poseerla.
Vaciló un microsegundo, pensando en que quizás Amanda estaría ahí observándolo, pero se dijo algo así como: -Amanda está en su cuarto, está durmiendo y tú estás soñándola despierto, no voltees! O la ilusión se irá, y no quieres eso verdad?.
Como una persona que pasa muchos días  en el desierto, en busca de algo de agua, Amanda divisó su oasis personal, ese ‘espejismo’ al cual quiso acercarse sigilosamente, pero murió en el intento, su velocidad vampiro la traicionó dejando, sólo a escasos centímetros, a la figura que según ella había materializado su mente, y sus inmensas ganas de verlo.
No sintió temor de acercarse, ya que como esto era un sueño, un espejismo, en algún momento despertaría y ese hermoso reflejo quedaría plasmado en su mente como una tortuosa maldición. Abrazó aquel ensueño que solía llamarse Andrés en la vida real y lo sintió suyo.
Andrés confiado en que esto era otra de su alucinaciones, que aparecían sin siquiera ser llamadas en los últimos días, se dejó llevar, es decir, su subconsciente noqueó a su conciente, y fue más fuerte que sus deseos de escapar.
Tomó las manos de aquella chica que ahogaba sus pensamientos y las besó tiernamente.
En ese instante sus mentes sincronizaron, dijeron en su interior al unísono: -Esto es un sueño, del cual no quiero despertar!- O algo por el estilo.
El individuo se dio media vuelta jugueteando con las manos de ella, sintió su corazón explotar, y romperse en mil pedazos que flotaron en el aire, otra cosa también se hizo notar, al ver a aquella mujer que estaba frente a él con ese atuendo despistado pero muy sexy que llevaba puesto.
Una luna más grande de lo normal iluminó a estas dos figuras que se perdieron la una en la otra, creyendo ambas estar en alguna especie de sueño, una ilusión que luego recordarían, o quizás no, pero torturaría sus mentes de forma continua como todo aquello que acontecía.
Ambos sintiéndose claramente, viéndose nítidamente, perdiéndose en la mirada del otro. Amanda no pudo resistirlo y comenzó el duelo, lo besó, besos frenéticos, vampirezcos, que son suaves y embriagantes, pero de forma delicada y él respondió con ese ímpetu que llevaba dentro, puso la cuota de rudeza que nos encandila, que logró cautivar a Amanda, de Andrés al fin y al cabo.
Así fue como se perdieron, ya no podían parar, en todo caso fue lo que siempre estuvieron esperando, pero aún no caían en la cuenta de que aquello era real.
Besos frenéticos, rudos y tiernos a la vez, fascinantes… dibujaron aquella escena de pasión y desenfreno, algo que sólo seres fuera de ‘lo normal’ podrían lograr, seres como ellos, Vampiros; las personas que pudieran lograr aquello, no llegarían vivas al desenlace, se volverían locas, y perecerían, es mucha la energía liberada… simplemente sucumbirían y terminarían en el mejor de los casos con una psicosis, que al final de cuentas terminaría por extinguirlos.
Con los besos Amanda recordó algo más, que primero fue borroso, era como si ya conociera esos roces, recordó que Andrés ya había estado con ella… sintió que aquellos labios que calzaban perfecto en los suyos ya los había probado alguna vez. Su pensamiento (o recuerdo)  se detuvo allí. Andrés la levantó por su cintura y la dejó aprisionada contra la pared y le hizo notar que había algo que no podía esperar, mientras acariciaba milimétricamente cada parte del cuerpo de la chica que lo tenía amarrado entre sus piernas. Amanda sintió que su cuerpo explotaba, que las mariposas que se suelen sentir en momentos así, subían por su pecho y apresaban su corazón… y de allí volvían a caer por su vientre, volaban escandalosamente hacia sus colmillos, fue esa sensación que la llevó a querer más y acercó su boca peligrosamente hacia el cuello del vampiro que la tenía capturada (en el amplio espectro de la palabra), dulce y apasionadamente capturada y la esencia de ambos se fundió en una.
Amanda no pudo más e hincó sus colmillos, que a estas alturas estaban ya muy expandidos, tanto que dolían, pero era ese dolor de éxtasis que se siente en algunas situaciones, en esa situación, que hace vibrar a cada una de las partes de tu cuerpo. Clavó sus colmillos en ese cuello que la estaba hace bastante tiempo invitando a beber el elixir de su perdición.  
La poca cordura de Andrés, si es que le quedaba algo, se esfumó, cayó al suelo y se rompió, quedando allí, en un lugar del que ya no podía regresar. Sus ojos se abrieron de par en par, y su conflicto interno estaba agonizante… Sabía que aquello estaba mal, pero ya no podía controlarlo, y siguió  el juego, clavó sus colmillos en esa bella piel, sintiéndose desfallecer, es una sensación indescriptible aquella que están sintiendo estos indivisibles.
La  sangre de Andrés llenó la cabeza de Amanda y, es cuando ella se libera del ‘hechizo’ del vampiro…
Tiene una sucesión de imágenes, y recuerdos que vienen a su mente… empieza a recordar… a recordar todo lo que Andrés le había bloqueado en su cabeza con su efecto ‘glamour’, fueron tantas las imágenes y recuerdos que vinieron a su mente que se detuvo en seco, no porque quisiera, sino porque esa era una mala situación para recordar cosas que se habían guardado por tanto tiempo en su mente, Andrés allí disfrutando de su sangre y ella disfrutando de la sangre de Andrés, era un momento crítico, ella una novata, que no sabía nada sobre el mundo de los chupa sangres, no tenía la capacidad suficiente para soportarlo, y como siempre que algo que agotaba su mente ocurría, se desmayó.
Andrés despertó de su ensueño, dándose cuenta de que aquello era verdad… maldiciéndose y pensando que había matado a la razón de su existencia, sus miedos volvieron a recoger su corazón, la mantuvo en brazos… Cuando se dio cuenta de que aún estaba viva  un alivio que recorrió desde la punta de sus pies, hasta cada uno de las hebras de su cabello lo invadió, se sintió maldito, quiso matarse allí mismo, pero ahora había algo más importante que atender, a aquella novata que había experimentado la sensación más exquisita que podrían experimentar los seres como ellos.

Amanda por otro lado, muy débil, soñaba con aquel hombre que quiso en su segunda vida, ese ángel caído que dio sus alas por ella, cosas de las que Amanda no tenía ni la remota idea, pero allí estaba Dante ocupando parte de su subconsciente… el resto vendría después, todas aquellas preguntas sin responder que poco a poco irían llenado los espacios vacíos del rompecabezas que era su mente despierta.



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