viernes, 25 de marzo de 2011

Relatos cortos sobre Despertar: Amanda&Andrés: Un poco de amor no mata.


Estos relatos cortos no son correlativos (es decir, son historias cortas apartadas de lo que es la historia de la saga) y son de autoría propia de Amanda Velocet. 



Bien, Amanda estaba sacada. Hacia media hora que esperaba a Andrés. Él había prometido –esta vez –ser puntual, pasar a recogerla para ir a cenar a horario y todo lo que eso trae como compromiso. Desde que ella descubrió que la comida humana le seguía pareciendo exquisita, no quiso perder esa costumbre y ahora como estaba en algo con Andrés –algo de amor, algo sexual, algo de todo –pasaban mucho tiempo juntos.

Había una cosa que a Amanda la excitaba más de la cuenta: Andrés era tan serio y tan misteriosamente perverso que de solo imaginar su nariz o su perfil ya se desquiciaba. Tenían una relación muy física, pero ella sabía llegar a los puntos débiles del hombre.
Al menos había conseguido que deje de matar como si estuviese desesperado, arrancó de raíz esa cuestión y ahora al menos lograba que deje a sus victimas con vida. Amanda no apreciaba los momentos en los que él salía de caza, de sólo imaginar la seducción que emplearía con las chicas que atacaba, o los besos en el cuello previos que le daría a cada una de ellas antes de morderlas, la ponían histérica, pero en definitiva la única que logró corromper a esa maldita piedra que tenía como corazón había sido pura y exclusivamente quien ahora estaba esperando al vampiro recostada en la cama con un pote de helado de medio kilo. Claro que ese aperitivo no la saciaba, maldita sea ella era una vampiresa sedienta de sangre, pero al menos entretenía su boca, y realmente la estupida comida la ponía de buen humor.
Más allá de todo, la media hora de retraso que el hombre estaba teniendo la hizo salirse de sus cabales, y chinchuda como era, se desvistió quedándose con la parte de arriba del top azul oscuro que llevaba, dejando al descubierto sus partes bajas con una delicada bombacha color negra de encajes. Prendió la TV en vano, encontrando nada más que programas banales para adelgazar –como si eso le hiciera falta teniendo un cuerpo tan curvoso y delicado –y se aburrió más de la cuenta. Cuando apagó la televisión, hartándose de tan sólo ver el reloj avanzar con cero noticias de su cita, sus sentidos se agudizaron. Escuchó unos leves gemidos aproximarse a la habitación –la habitación de Andrés, porque ella tenía llaves y lo esperaba en su casa –pero no sólo eso, sino que además de darse cuenta que el muchacho había llegado, había traído compañía. Y no una compañía cualquiera, era un humano –o una humana, se corrigió llena de odio –podía oler a lo lejos esa fragancia espesa y húmeda, su boca se hizo agua y se paró al lado de la cama con los brazos en jarras, totalmente en silencio. ¿Acaso le estaba tomando el pelo? ¿Se había olvidado que esa noche salían? ¿Se le había pasado que ella estaría esperándolo en su casa? ¡Demonios, eso sí que no lo permitiría!

Cuando la puerta se abrió, el espectáculo fue demoledor. Un fuerte rencor empezó a emerger desde muy dentro de su ser. Ahí lo tenía al maldito bastardo, cargando una pulposa mujer rubia -¡mentiroso inmundo! ¡Él me había jurado que detestaba las blondas! –Y no le bastaba con eso, sino que la tenía agarrada de los muslos mientras caminaba llevándola y a su vez bebiendo de la misma, mientras ella le decía reiteradas veces entre suspiros –oh si ¡Asssssíiiii! – por un segundo tuvo ganas de arrancarla de los brazos de su chico y romperle cada uno de sus huesos, estrujarlos contra el piso haciéndolos polvo, pero la indignación no se lo permitió cuando Andrés pasó a su lado y tiró a la cama a la mujer. Esta bien que las luces estaban bajas ¿pero no se había detenido a mirar que dentro de la habitación estaba ella también? El teatrito casi porno que habían montado se acabó con violencia cuando el vampiro se acostó apoyando todo su sexo contra el cuerpo de la chica humana y Amanda divisó en la oscuridad como ésta tocaba toda la espalda del hombre con violencia. -¡Perra idiota! –se quejaba ella por dentro, mientras pensaba que parte de la figura de aquella mujer desmembrar primero.
Cuando vio que Andrés desabotonaba la camisa blanca que la chica llevaba, a punto de morder uno de sus senos, Amanda se tiró contra él, arrojándolo al otro lado de la habitación.
Andrés la miró sin comprender con la boca llena de sangre y los ojos bien rojos. Eso no estaba bien, los ojos de un vampiro se ponen así cuando están excitados, no era justo, él le había prometido que utilizaría a las mujeres sólo para beber de ellas, no para hacer grandes fiestas sexuales.

-Fuerza vampirica –justificó Amanda, luego del cólera que había montado a ver esa escena.

-No lo dudo –apenas fue audible lo que el muchacho le había contestado. Dirigió su mirada a la chica tumbada en la cama, apenas entendiendo que era lo que estaba pasando, y Amanda se acercó a ella propagándole un buen golpe en la cabeza. Andrés miró a la vampira atónito, con una mezcla de asombro y excitación, pero no dijo nada.

-No la maté. –Se atajó Amanda. –Simplemente la mandé a dormir un ratito. -Andrés se levantó despacio y se acercó a ella paso a paso, mientras la miraba divertido con una de esas sonrisas que sólo él tenía, haciéndote llegar a sentir un múltiple orgasmo, por dedicártela. Cuando estuvo a su lado, y logró tenerla entre sus brazos sin que ella se zafara, le dijo:

-Perra sucia y pervertida. –Empezó a besar la parte izquierda de su cuello con pasión lobuna.

-¡Soltame! –Le exigió ella, tratando de luchar contra el impulso de tirarlo a la cama –o dejarse tirar, bien sabía que Andrés era muy posesivo y le gustaba mandar -¡No quiero que me toques! ¡Podes quedarte con  tu humana asquerosa!

-¿Así que te gusta mirar, eh? –él desvió la discusión. –No sabía que estabas, sino podría haber elegido mirar yo, mientras ustedes hacían sus cosas. Una chica de sangre caliente no te vendría nada mal ¿o si? –La apretó más fuerte contra él, mientras le hablaba al oído o jadeaba, la lucha lo había hecho agitarse de esa manera, Amanda no paraba de sacudirse para salir de sus brazos.

-Dijiste que eran comida para vos –acusaba dolida –me mentiste, y ciertamente, también me dejaste plantada como una idiota.

-Yo no te dejé plantada, bonita. –Por primera vez la había mirado seriamente. –Sabía que estabas acá y traje comida. Pero si no uso el glamour la mordida les hace doler, lo que precisamente vos pediste que no pase, que les duela o… que las mate. –Su rostro se mostró ofendido por la acusación que Amanda le había hecho. Y ella… claramente estaba avergonzada. Si hay algo que lograba percibir, era cuando él mentía, y no lo estaba haciendo ahora.

-Soy una… en realidad yo… -trataba de articular algún tipo de disculpas, pero miró a la mujer acostada en la cama después que ella la golpeó tan fuerte, luego a Andrés –No estoy muy segura cuando dije “sólo la mandé a dormir” –se ruborizó, estaba pensando seriamente si la había mandado a tomar una siesta, o directamente con San Pedro. Andrés le devolvió una picara mirada emocionada y le dijo:

-Esta dormida, puedo sentir sus latidos. –Amanda se tranquilizó al oír esa respuesta. Abrazó al muchacho muy fuerte, todo cuanto sus brazos le permitieron.

-Te amo –le aseguró besando el cuello de Andrés.

-Yo también, así loca como estas –le explicaba cuando le dejó un chupón en la clavícula –completamente –decía a medida que la arrastraba contra la pared –completamente loca y demente –sus besos iban ascendiendo en cuanto de calor hablemos –tan sexy y… -hacia pausas entre gemidos que exigían unas cuantas lamidas entre medio –tan sexy y atrevida que… te amo, sólo puedo amarte. –Terminó, mientras atraía la cintura de la mujer contra su cuerpo, castigándola a besos. 

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