sábado, 26 de marzo de 2011

Relatos cortos sobre Despertar: Amanda&Benicio: Sensación especial.

Estos relatos cortos no son correlativos (es decir, son historias cortas apartadas de lo que es la historia de la saga) y son de autoría propia de Amanda Velocet. 

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-Vamos, esa obra fue estupida y aburrida. –Se quejaba Amanda una y otra vez al salir del teatro. Benicio la había llevado a ver Otelo –grave error – maldecía por sus adentros el vampiro.

-No seas ignorante, mujer. –Le recriminaba mientras se dirigían al auto de él estacionado en el parking de la esquina.

-No es que sea ignorante, pero odio el machismo –argumentaba a su favor –Desdémona era una pobre sometida y claramente que, -tomaba aire para atacar –Otelo era lo bastante idiota como para dejarse llevar por lo que otros decían. –Ella se paró enfrente de Benicio interrumpiendo el paso, con los brazos en forma de jarras, esperando una respuesta satisfactoria, no le gustaría enterarse a estas alturas, después de treinta años juntos que su pareja era el rey de los machistas.

-¿Qué? ¿Qué pasa? –exigió saber Benicio, mientras una sonrisa lubricaba su rostro. Ya presentía lo que se venía: una jodida escena en la que como siempre, tendría que razonar junto a la pequeña y molesta dama, para al menos escapar de un regaño sin sentido, eso le divertía.

-¿Siempre vas a confiar en mi, no? –Él se había equivocado. ¿En qué momento, Amanda, había pasado a ser el perrito mojado? ¡Que lo parta un rayo, pero esa mirada desarmó su corazón! Quería tenerla entre sus malditos brazos y decirle que jamás, nunca en la vida desconfiaría de ella.

-Siempre. –Y se quedó inmóvil. La amaba, más que a nada en el mundo, pero le costaba horrores ser demostrativo. Ella lo dejaba sin habla la mayor parte de las veces, debilitándolo y haciéndolo el hombre más imbécil del mundo. Cuando la mujer lo miraba, Benicio perdía los estribos, sentía como se hundía en un esponjoso y suave bizcochuelo de chocolate. Bien, la comparación es bastante anormal, pero así se sentía. La miró impoluto y agregó –Por cierto, Amanda –cuando captó la atención de la vampira, finalizó –A Desdémona le gustaba ser así de sumisa –decía retomando el debate sobre Otelo –hubiera podido simplemente largarse, y sin embargo lo hizo esperar fuera de la habitación para prepararse y dejar ser aniquilada por su esposo. –Amanda le pegó un codazo mientras sonreía. Ella sabía bien que Benicio siempre tenía una replica bastante seria, le agradaba.

Cuando subieron al auto la lluvia había comenzado a repiquetear el parabrisas, era buena señal, los dos disfrutaban de la lluvia y el viento rozagante que entraba por la ventana aun abierta era un suspiro para ellos. Amanda llevaba un vestido, como siempre, color celeste muy claro, cualquiera hubiese pensado que estaba loca al salir así una noche de invierno, pero lo cierto era que al ser una vampiresa el frío era lo de menos. Una vez bien acomodados y con el coche en marcha, Benicio subió las ventanillas polarizadas del vehiculo y prendió la calefacción. Era una costumbre por su parte bastante humana que no quería perder. Ella lo miró con cierto recelo, y cuando llegaron a la casa donde vivían apagó la calefacción, se desabrochó el cinturón que Benicio obligó a que se ponga y permaneció dentro del auto.
El vampiro quedó rígido con las manos aun en el volante, sin siquiera girar para verle el rostro a Amanda, quien se inclinó sentándose hacia un costado. Estuvieron así cinco minutos, hasta que ella con una de sus frágiles y frías manos empezó lentamente a subir una parte de su vestido hacia arriba, dejando nulo el utilizar la imaginación de quien estuviese cerca. Como durante ese periodo estuvieron los dos callados, Benicio al instante percibió el movimiento de su acompañante. Sus ojos giraron hacia el costado no queriendo dar a conocer que la chica había llamado su atención con lo que estaba haciendo, pero no resultó efectivo. Ella le regaló una de sus más picarescas miradas, él tragó saliva haciendo demasiado evidente el ruido al hacerlo y se puso más tenso. Sabía muy bien que estas cosas terminaban… muy hots. Más de lo que su corazón le permitía soportar. Aún no entendía por qué todavía, después de tantos años seguían teniendo esa conexión que los hacía desearse como enajenados.
Cuando ella empezó a acercarse, él se aferró al asiento de conductor, el deseo que sentía siempre le hacía lo mismo: su cuerpo se endurecía desde la punta de la cabeza a la punta de los pies, y la sensación magistral de cosquilleo de absolutamente todas sus extremidades convulsionando lo perdían por completo.

-¡Tengo que acordarme de respirar! Esta mujer va a terminar matándome un día, ya lo estoy viendo a futuro –no era como quejarse, sino como regodearse de la lujuria que sentía y de la cual, claro está que no se arrepentía en lo absoluto.

-¿Qué estas…? –le dijo Benicio. Ella ya estaba arriba de él en el auto.

-¿Qué te parece? –preguntó cortando la pregunta del hombre al medio.

-… haciendo. –Terminó con el cuestionamiento. –No es que a él le molestara tener sexo en el coche, pero prefería sacudirla por toda la habitación de ser posible, o por toda la casa.

Bien, ya daba igual. En el auto se estaba batiendo una lucha por quién controlaba a quién. Era bastante pareja pero… Amanda era bastante maldita.

1 comentario:

  1. muy buen relato alterno pero no me la imagino llevando una vida normal (asiendo aun lado que es vampiro) creo que la historia con andres es lo mejor soy team andres

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